La afición regresa año y medio después a La Romareda

Más de 2.000 zaragocistas arroparon a su equipo en una vuelta del público al estadio tras la pandemia marcada por los protocolos covid.

El olor a césped, el sonido del balón y la voz de los aficionados se volvieron a reunir este miércoles, por fin, en el estadio de La Romareda. El primer equipo del club aragonés y sus seguidores se reencontraron en el estadio municipal año y medio después. La pandemia alejó al fútbol de su estado más original, de la inseparable comunión entre futbolistas y aficionados, que ayer dieron un primer paso en su vuelta a la normalidad. Había llovido demasiado desde el último lleno frente al Deportivo de La Coruña.

En pleno miércoles de agosto, algo más de 2.000 personas cruzaron las puertas del vetusto estadio municipal para presenciar el encuentro del Memorial Carlos Lapetra entre el Real Zaragoza y el Getafe. El rival era lo de menos. El resultado, quizá también. Lo importante, lo fundamental, era recuperar parte de la rutina de tanta y tanta gente, esa que tiene en su día a día el ritual de acudir a La Romareda cada quince días desde hace años.

Todos los aficionados cumplieron con las recomendaciones sanitarias marcadas por el Gobierno de Aragón, unas pautas que el club se encargó de recordar permanentemente por megafonía durante toda la noche. Los abonados accedieron al estadio mediante su entrada digital a la que acompañaron por su certificado de vacunación covid. 

El club habilitó, además, diferentes puntos de incidencias para atender las dudas de los abonados, los únicos que tuvieron ayer la opción de acceder al estadio. Además, varios miembros de la seguridad recordaron a los asistentes durante el encuentro el uso obligatorio de la mascarilla, la imposibilidad de comer (sí estuvo permitido beber), así como de levantarse o abandonar la localidad. El seguimiento de las pautas sanitarias fue masivo, con un escrupuloso cumplimiento de las medidas en su totalidad.

Desde el calentamiento, las ganas de fútbol se hicieron notar por los dos millares que accedieron al campo. Cristian Álvarez, Iván Azón y Alberto Zapater se llevaron las mayores ovaciones, igual que Juan Ignacio Martínez, al que se agradeció en primera persona la permanencia de la temporada pasada. También Francés o Francho recibieron sus primeros aplausos como jugadores del primer equipo. 

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Para ellos, como para muchos de los jugadores del Zaragoza, fue su primera vez con La Romareda ocupada, que aplaudió y animó en un partido descafeinado. Las protestas arbitrales, los gritos de presión al contrario y de ánimo tras un pase fallado a los locales regresaron después de demasiado tiempo en el cajón del olvido. En momentos puntuales del partido, además, parte de la afición también mostró su disconformidad con la actual situación del club.

El gol de Adrián González, el primero de la tanda de penaltis, se gritó por todo lo alto, pese a ser el primero de un amistoso de pretemporada. Los lanzamientos desde los once metros, con la incertidumbre del ajustado marcador, fueron el momento de más emoción para los zaragocistas, que disfrutaron viendo marcar a los suyos a pesar de la derrota final ante el Getafe. La entrega del trofeo de campeón puso el broche final a una noche que quedará señalada para siempre por el regreso de la afición al estadio de La Romareda.

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