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Jim, un rescate histórico en el Real Zaragoza

El entrenador del Real Zaragoza va a firmar una salvación única, providencial, de méritos infinitos. Salió en enero de zona de descenso y ha seguido fuera pese a crecer sin parar la exigencia de puntos.

Juan Ignacio, con el capitán Zapater, un gran apoyo para él.
Juan Ignacio, con el capitán Zapater, un gran apoyo para él.
Toni Galán

Solo falta el último golpe de cadera, el empujón definitivo, para que el Real Zaragoza rubrique su permanencia en Segunda División, eludiendo así un descenso fuera del fútbol profesional que ha sido amenaza constante y seria durante la mayor parte de esta liga 20-21. Todo apunta a que se consumará este jueves, cuando los zaragocistas reciben al Castellón en La Romareda al final de la 40ª jornada, la antepenúltima del torneo, bien a través de una victoria o un simple empate, o bien, incluso, ayudado por los marcadores de los rivales directos en la pelea por la salvación.

El nombre de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ emerge, ante este hito tan deseado y, por momentos, tan lejano en las creencias del zaragocismo durante meses, como el principal protagonista de una temporada especial. Una campaña peligrosa en grado extremo que va a solucionarse sin consecuencias irreversibles finalmente, tras no menos de ocho meses de miedos, récords negativos y dinámicas perniciosas alrededor de un equipo que se hundió enseguida bajo la batuta de sus antecesores, Rubén Baraja, primero, e Iván Martínez, después.

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El entrenador alicantino ha aportado sentido común, liderazgo, credibilidad en el grupo, veteranía, unas gotas de psicología basada en la experiencia, mano izquierda con el entorno y, a través de todo ello, lo más importante: rendimiento futbolístico, en un estado de mínimos y precariedad máxima asumido por todos.

El resumen del apartado deportivo es muy simple. Jim recogió a un Real Zaragoza sumergido por completo en la zona del descenso, penúltimo clasificado tras haber sido, incluso, último un par de partidos antes de su aterrizaje a mitad de diciembre, a cinco puntos del nivel de supervivencia por aquel entonces. Tenía la preocupante cifra de 13 puntos en su haber después de 18 jornadas (de 54 dirimidos). Y vio que el único método por el que podía hallar una solución a muy largo plazo, en caso de que la hubiese, era jugar a lo práctico, al marcador corto, a los partidos largos y sin que sucedieran demasiadas cosas, a desdeñar cualquier belleza o plasticidad con el balón y hacer prevalecer lo rentable, lo tangible.

Huir con la exigencia creciendo por detrás

El grandísimo mérito de Juan Ignacio, dentro de este terrible envoltorio que asustaría al más optimista desde el primer minuto de acometer la tarea, es que ha trabajado sin red, sin tiempo, con escasas herramientas y... con los demás implicados en la pelea por la salvación (que han sido siempre siete u ocho, hasta diez en fases concretas) aumentando semana a semana, partido a partido, el nivel de puntos para sobrevivir.

La observación de la gráfica adjunta habla por sí sola. Excepto en las dos primeras jornadas con Jim, en el tránsito de la Navidad y el fin de año, y hasta esta última jornada recientemente concluida, nunca el ras del descenso estuvo quieto dos semanas seguidas. Siempre subió la cota, no cesó de crecer. Al inicio de la era Jim, el Alcorcón y el Castellón, respectivamente, establecieron de forma puntual el nivel del descenso en 19 puntos dos jornadas seguidas. En aquellos duros momentos, el Real Zaragoza estaba por detrás, miraba a esa referencia numérica como asidero, como desventaja a enjugar con el paso de los días. Llegó a estar cinco puntos hundido tras esas miserias. Cuatro de desventaja tenía cuando Jim vino a tratar de sacarlo de las arenas movedizas que lo ahogaban.

Desde entonces, cada jornada, la tuerca y el tornillo del descenso fue apretándose inexorablemente. Los demás, muchos, siempre puntuaban más de lo apetecido por Zaragoza. El Cartagena subió a 20 puntos la frontera vital en la jornada 21. El Albacete, a 21 en la siguiente. El Sabadell, a 22 siete días más tarde. El Cartagena aumentó hasta 24 la presión una fecha después, que fueron 25 de inmediato. El Alcorcón se fue a los 26, el Sabadell a los 27, el Cartagena a los 28... un sinfín de incrementos permanentes hasta llegar a los 41 que el Logroñés repite ahora por segunda jornada encadenada.

Para el Real Zaragoza, la huida del fuego mortal ha sido con doble esfuerzo. Durante mes y medio debió ganar y empatar partidos, sumando sin detenerse y con margen para pocos errores posibles, simplemente para intentar salir de las cuatro últimas plazas, en las que temió enquistarse con los anteriores dos entrenadores. Traspasó esa psicológica barrera con optimismo tras ganar al Logroñés en enero, pero recayó al perder en Albacete en el siguiente capítulo. Desde que venció 1-0 a la Ponferradina el día de San Valero, el 29 de enero, el Real Zaragoza de Jim ya nunca ha vuelto a mancharse con el barro del descenso. Ha vivido siempre al lado, en la cornisa, pero sin llegar a caer.

Rozó la crisis peligrosamente tras perder en Oviedo el 28 de febrero y en Vallecas 15 días después. Pero se rehízo poco a poco hasta lograr seis puntos de ventaja sobre el fracaso, primero al derrotar al Almería el 11 de abril y anteayer, al concluir la jornada 39.

Jim también logró que su atrancado y limitado equipo, con casta, orgullo, trabajo y honradez, supiera competir bajo semejante presión permanente. Sombrerazo.

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