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Julio Calleja: "El Real Zaragoza está perjudicado por el sistema de horarios y fechas en la competición"

Catedrático de la Universidad del País Vasco (INEF), profesor del Comité Olímpico Español, entrenador personal de deportistas como Sergio Ibaka (NBA), este científico desvela los agravios que sufre el equipo zaragocista por su sometimiento al interés de las televisiones, que lleva sus partidos a horas y días alejados de la normalidad como pauta general. 

Julio Calleja, en una conferencia universitaria reciente.
Julio Calleja, en una conferencia universitaria reciente.
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Que el 80 por ciento de los partidos sean en horario tardío y nocturno, ¿está generando un perjuicio al Real Zaragoza en esta liga?

Evidentemente. El Real Zaragoza está perjudicado claramente por este sistema de competición. Los datos científicos son contundentes. La estadística que manejamos en nuestros estudios demuestra que los horarios y los cambios de días de los partidos, la falta de una regularidad en su disputa y el agravio comparativo con los demás rivales del torneo, justifica esas consecuencias perjudiciales que sustentan cualquier tipo de queja y que, por ello, deberían derivar en una revisión de la situación. 

Jugar a las 9 de la noche con asiduidad, acabar a las 11 de la noche casi siempre, es una constumbre ya que ha ubicado al Real Zaragoza en unas rutinas nocivas para sus jugadores.

Es así. No solo es jugar de 9 a 11 de la noche, mucho más en invierno; es que por el protocolo covid, cuando es fuera de casa hay que ir a ducharse al hotel. Y se emprende el viaje de regreso pasada la medianoche, utilizando parte o gran parte de la madrugada. Eso a los demás equipos no les ocurre más que de vez en cuando. Al Real Zaragoza, casi siempre, ocho de cada diez veces, cuatro de cada cinco. Desde 2015 hasta hoy han surgido muchos estudios de rendimiento del deportista, del futbolista, que analizan los ritmos circadianos y su influencia en el deporte del alto nivel. Y estamos ante un paradigma de lo que es el más grave perjuicio para la buena práctica del deporte: horarios intempestivos, que son además cambiantes bruscamente de semana en semana, porque los partidos se juegan en lunes, viernes, sábados, miércoles, domingos… así es imposible mantener una pauta de trabajo y forma física correcta.

A través de los horarios y fechas, pues, ¿surgen diferencias sustanciales de trato entre unos equipos y otros en una misma liga?

Indudablemente. No es lo mismo jugar al mediodía, a primera hora de la tarde o a media tarde y, aunque sea fuera de casa, poder volver con calma en el viaje de regreso, llegar a cenar a casa con la familia y dormir en tu cama que, como le ocurre al Real Zaragoza casi siempre, utilizar la madrugada del día siguiente para ese retorno a la ciudad, en aviones o autobuses nocturnos. Esa fecha siguiente al partido se echa a perder totalmente, algo que no les sucede a quienes juegan con hábito en horas más naturales, diurnas, de mitad de día. Esto, una semana, otra, y otra, y otra… establece una serie de perjuicios inevitables, que están ahí aunque no se vean. Lo dicen los estudios con suma nitidez.

¿Aparecen por ahí también las lesiones musculares?

Por supuesto. A las alteraciones incontrolables de los estados de forma en general hay que sumar el incremento del riesgo de patología de lesiones. Y, sobre todo, está directamente relacionado con los procesos de recuperación, tanto física post esfuerzo, como de golpes y pequeñas dolencias surgidas en los partidos. Estamos, científicamente, en un escenario en España en el que falta conocer muchos más datos. En Estados Unidos, las ligas profesionales llevan ya largo tiempo trabajando sobre esto, por ejemplo la NBA, donde tienen todos estos datos monitorizados al día, controlando todas estas variables que influyen en el rendimiento final de un equipo. En Europa vamos más retrasados. Lo que está pasando en la liga de fútbol española en los últimos meses merece mucha más atención de lo que parece.

¿En que sentido?

El covid nos ha metido en una tesitura desconocida hasta ahora. Se está jugando desde hace un año con una densidad de partidos, de viajes y esfuerzos físicos inusual. Es necesario condensar muchos más partidos en espacios breves de tiempo. Incluso, en el fútbol español, dándose casos de no respetar los plazos biológicos de recuperación, pues hay equipos que están jugando en menos de 56 horas entre un partido y el anterior. A los futbolistas, se puede decir con rotundidad, que no se les da tiempo suficiente para recuperar. Así, la calidad competitiva de la liga en España ha descendido inevitablemente.

Ante esto, ser entrenador, preparador físico o recuperador en un equipo como el Real Zaragoza es, ahora mismo, una ‘gymkana’ de trampas constantes.

Sí. Es en todos los equipos pero, por el asunto de horarios, viajes y cambios de fechas constantes, mucho más en el Real Zaragoza. Jugar en días dispares, cada jornada en uno distinto, rompe el ritmo circadiano. No da tiempo a adaptarse correctamente a la siguiente cita competitiva, es un reloj roto permanente. Si existiese, como antes, secuencias mensuales, bimensuales, en las que el equipo compitiera sistemáticamente a una hora y un día habitual, se podría adaptar el trabajo a ese pauta. Pero no es así. Unas veces tienes solo cuatro días entre partido y partido, a la semana siguiente son diez, u ocho, o seis… Es imposible trabajar correctamente. No es solo perjudicial el asunto de los horarios tardíos. También lo es jugar en días aleatorios.

Incide usted mucho en el sueño, el relax pos partido.

Es uno de los datos más tóxicos que padece el Real Zaragoza por sus horarios. Jugar a las 9 de la noche hace que se rompa cualquier opción de que los jugadores duerman 8 horas con calidad después del partido. A partir de ahí, el puzle físico lo tienen que recomponer los preparadores y recuperadores con infinidad de variables, que no son ni buenas ni las aconsejables. Es un asunto contaminante en el día a día del trabajo del equipo zaragocista. El deportista ha de serlo todo el día, desde que se levanta por la mañana y se acuesta por la noche a dormir sus 8 horas de verdad, en su cama, no en un autobús o un avión parcialmente. Los protocolos de recuperación se fuerzan en el caso del Real Zaragoza, algo que la mayoría de los demás equipos no tienen que hacer porque no viajan tanto por la noche al jugar a horas más razonables.

Por lo tanto, quienes juegan a las 2 de la tarde, a las 4 o a las 6 y cuarto de un sábado o domingo como costumbre, ¿tienen grandes ventajas sobre el Real Zaragoza?

La respuesta es sí. Y, además, contundente. A mí me alegra que se aborde esto de cara. Y me gustaría que compañeros de las áreas de rendimiento de los equipos se pusieran ya en alerta y en fase de denuncia. Equipos como el Real Zaragoza es digno de estudio. Es imposible que tenga el pico de forma física en su punto en ningún momento, no puede garantizar el hecho de llegar en el mejor momento físico a la fase culminante de la liga, a su objetivo. Y, en una fase de estrés como la del final del torneo, el aumento del riesgo de patología de lesión se multiplica por mucho. Está demostrado científicamente. Quienes compiten a horarios más naturales, con cadencias más rítmicas, tienen su cuerpo mucho mejor adaptado al esfuerzo. Ahí el Real Zaragoza está claramente perjudicado en esta Segunda División.

¿Se puede afirmar que, si el Real Zaragoza jugase como otros más partidos al inicio o mitad de la tarde, con más frecuencia en fines de semana, tendría mejor rendimiento?

Es así, sí. Insisto en que es algo comprobado científicamente. Los equipos que compiten en horarios más habituales, con menos oscilaciones de días, tienen su cuerpo mejor adaptado y son capaces, no solo de jugar mejor los partidos, sino también de prepararlos entre una jornada y otra. Esos equipos tienen una mejor entrada y mejor puesta en escena en el propio partido. Y, a la larga, eso se convierte en puntos, en solvencia mayor, en mejor clasificación. Lo uno lleva a lo otro.

Los biorritmos existen. El cuerpo es sabio y no responde igual a una hora del día que a otra. No es lo mismo la preparación mental de un partido a las 4 que a las 9.

Eso es clarísimo. Los ritmos de adaptación del organismo a la competición profesional son totalmente diferentes según sea la hora de la prueba o el partido. El día es distinto, en cuanto a alimentación, mentalización psicológica, sistema nervioso. Cuanto más tarde se compite, más cuestiones entran en danza y hay que saber manejar. Y las 9 de la noche, como rutina, es siempre tarde. El día se hace muy largo al competidor. Una cuestión importante es el horario cultural de los entrenamientos, que siempre son por la mañana salvo excepciones. Eso riñe con el horario de la competición. Pero es que no se puede entrenar todos los días a las 9 de la noche, de acuerdo con esa sugerencia lógica que dice que hay que adaptarse al horario del partido. A esa hora, en el día a día, la persona tiende a estar muy desconectada en sus biorritmos, no rinde como por la mañana o a mitad del día. Es todo muy lógico.

¿Hay datos concluyentes al respecto?

Sí. Se comprueba cómo hay mejores entradas en los partidos por parte de los futbolistas, en cuanto a actividad, kilómetros recorridos y explosividad, en los partidos matinales o de mitad de tarde respecto de los nocturnos. Y hay más goles en las primeras partes en los horarios diurnos que en los de noche. Cuando no entras bien en un partido, mentalmente, eso te hace ir a remolque hasta el final. Deriva todo en un exceso de esfuerzos superfluos que repercuten en un deterioro físico en las segundas partes. Los cuadros de fatiga física y, también mental, son mayores jugando por la noche que en las horas diurnas. Y esto se traduce en resultados negativos siempre, a título particular y como equipo. Esto es indudable.

También hay tesis que sostienen que la luz natural estimula al futbolista y la luz artificial, sobre todo si no es buena, dificulta la perspectiva del desarrollo del fútbol.

Asunto muy importante este. El ciclo luz-oscuridad es el mayor potencial de sincronización que tiene el ritmo circadiano. El futbolista recibe por su retina información sobre la potencia lumínica del entorno y su cerebro manda señales al cuerpo. La producción de melatonina es la que nos hace gestionar el esfuerzo. Hay estrategias interesantes al respecto. Cuando en un estadio hay poca luz, de mala calidad, en el entrenamiento previo se provocan luces de gran intensidad en la sala, en el lugar. El sistema nervioso simpático necesita estímulos, por eso los túneles de acceso a estadios o pabellones de élite tienen luces muy concretas. El equipo no rinde igual en un partido en día soleado que en un día nublado o lluvioso. Y, ni que decir tiene, que de noche. Los equipos del norte de Europa, en latitudes con poca luz solar, trabajan la estimulación neurológica de activación para contrarrestar esa falta de sol, de luz natural. Esto no es un capricho.

O sea, que más de la mitad de los partidos del Real Zaragoza sean nocturnos es otro agravio serio respecto de muchos de sus rivales, que juegan mucho más de día.

Se puede decir con rotundidad: la luminosidad artificial genera problemas de rendimiento respecto de cuando se compite con luz solar o natural.

Y, por último, el tema meteorológico. Sobre todo en invierno y sus alrededores, jugar un partido al mediodía o a primera hora de la tarde es hacerlo a una temperatura que, por la noche y en la misma ciudad, es mucho más baja y extrema.

Este es otro asunto crucial en los estudios que hacemos del grado de rendimiento de los deportistas. Las condiciones climatológicas son capitales para lograr o no los objetivos. Durante un día, según sea la hora del partido, te encuentras con cambios de temperatura de 10 o 15 grados. Y eso es de máxima influencia en el desarrollo de un partido, que no es lo mismo afrontar a las 4 de la tarde con sol el lugares fríos que hacerlo de 9 a 11 de la noche dura invernal. Cada jugador responde al frío de manera diferente, individual. No hay una generalidad. El Real Zaragoza, por jugar siempre al final de cada jornada, está obligado a buscar paliativos al respecto que otros equipos han de utilizar mucho menos. Y eso también es un agravio. Pienso en los porteros, por ejemplo, que por su especial actividad están más expuestos a sufrir cuadros de hipotermia. A las 10 de la noche, el portero del Zaragoza puede pasar por un episodio así que le resta efectividad. Si jugase a las 4 de la tarde, eso no tendría lugar, seguramente. No se afronta un partido en términos musculares de igual manera en una hora ordinaria que siempre al final de la noche.

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