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La revolución de Juan Ignacio Martínez, una llamada al amor propio

El entrenador del Real Zaragoza introdujo cinco cambios de golpe en Fuenlabrada, apostó por los veteranos y dejó al margen a los tres juveniles. Un singular paso en la gestión del vestuario. 

Adrián González y Tejero, que estrenaron titularidad con Jim en Fuenlabrada, pugnan con un rival.
Adrián González y Tejero, que estrenaron titularidad con Jim en Fuenlabrada, pugnan con un rival.
J. Romero/LOF

Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, experimentado entrenador de 56 años, de la vieja guardia de técnicos que siguen en activo en equipos de primer nivel, sorprendió en la última jornada llevando a cabo una revolución superlativa en la alineación inicial del Real Zaragoza en su partido en Fuenlabrada. Hasta cinco caras nuevas hubo el lunes por la noche en el estadio Fernando Torres, la mitad de los hombres de campo. Una agitación del once titular alejada de las costumbres de Jim, de talante continuista de ordinario.

Jim ya anunció en la rueda de prensa previa al viaje a Madrid que le «rondaba por la cabeza» hacer cambios en la alineación. No dijo cuántos ni quiénes. Pero la semana previa advertía de que podían ser más de lo normal por los indicios que después se confirmaron de lleno en campo madrileño.

El técnico alicantino sacó del reparto, respecto del anterior duelo ante el Cartagena, a Vigaray, Chavarría, Francés, Francho y Alegría. Los dejó en el banquillo. E introdujo en el césped a Tejero, Nieto, Jair, Adrián González y Gabriel Fernández. En concreto, a Tejero y Adrián los utilizó Jim por primera vez como titulares desde su llegada. ¿Por qué semejante mutación de un solo golpe en este momento tan puntual de la temporada, las últimas 10 jornadas?

Jim, que nunca da puntada sin hilo, había añadido, en su aviso previo de que venía una metamorfosis en Fuenlabrada, que quería «tener a todos los futbolistas enchufados» y que «algunos jugadores debían demostrar por qué el Real Zaragoza los había fichado en su momento». Jim, sin nombrar a nadie públicamente, razonó que «cuando equipos como el Real Zaragoza te contratan es para algo».

El desarrollo de los acontecimientos fue dando forma a la estrategia de Juan Ignacio. Respondió paso a paso a las charlas del diván durante la semana, al trabajo psicológico del cuadro técnico, a los posicionamientos dentro del grupo en momentos de zozobra tras los patinazos ante Cartagena y Logroñés en las dos jornadas precedentes. El entrenador del Zaragoza quiso dar un timonazo rotundo, que se viera desde la lejanía, que se sintiese dentro de la caseta como algo serio y relevante. Y armó un equipo en Fuenlabrada con marcada prevalencia de los más veteranos de la plantilla, prescindiendo de los tres juveniles que son habituales –cada uno en su rol– en la mayor parte del curso, Francés, Francho e Iván Azón, con más de 20 apariciones en cada uno de los tres casos dentro de las 33 jornadas ya jugadas.

Gestión de recursos humanos

Juan Ignacio Martínez aprovechó la tendencia decadente del equipo en las tres semanas previas al duelo de Fuenlabrada para dar este golpe en la mesa ante su plantilla, las piezas clave –mediante su desempeño en el campo en los partidos cruciales que restan para acabar la liga– para poder lograr el objetivo supremo de salvar la categoría y no descender a Segunda B (Primera Federación desde la campaña venidera). E hizo así una llamada al amor propio, en especial el de los ‘senior’ del elenco, de los salarios más altos, de los que fueron contratados como piezas clave, estrellas, para un proyecto cuyo objetivo era en agosto el ascenso a Primera División. Justo lo contrario por lo que se pelea hoy.

Tras un doloroso batacazo en Vallecas, donde el equipo tiró a la basura una ventaja preciosa de 0-2 para acabar remontado por los rayistas hasta el 3-2 definitivo, el triunfo por 1-0 ante el Mirandés quedó minimizado por los fiascos posteriores ante Logroñés (1-1) y Cartagena (0-0). Se necesitaban dos victorias que no fueron consumadas. La calidad del juego del equipo generó mil dudas alrededor, dio miedo por lo que pueda venir, pues el nivel de exigencia de los partidos de la recta final del campeonato aumenta exponencialmente a grados mucho más elevados: el Zaragoza se enfrenta a los cinco primeros en estos 50 días próximos: Almería (ya este domingo), Sporting de Gijón, Espanyol, Mallorca y Leganés.

Jim, que había manejado entre 15 y 16 jugadores a modo de escuadrilla principal desde su aterrizaje en el vestuario a mitad de diciembre, consideró que era el momento de ‘alistar’ a más soldados ante la que se avecina. Ya hizo algo parecido hace mes y medio, tras la bofetada recibida con el 0-1 ante el Alcorcón, otro adversario directo al que no supo ganar el Zaragoza. El día siguiente, en Oviedo, dio entrada en el equipo a Nieto (venía de cuatro jornadas fuera después de haber sido una de sus piezas de confianza al principio), a Larrazabal y a Zapater, estos dos grandes novedades por venir del desván. Ahí no le salió bien la maniobra (derrota por 1-0), aunque el capitán de Ejea se quedaría ya en la titularidad sine díe, pues se lo ganó por actitud rendimiento comparativo. Al menos, esto sí lo descubrió Jim en el Tartiere.

Esta vez, en Fuenlabrada, siete jornadas más tarde, el de Torrevieja elevó el volumen de su grito al vestuario con cinco cambios, dos más que en Oviedo. En Madrid jugaron cinco treintañeros, los veteranísimos del plantel. Cristian Álvarez (35 años), Zapater (35), Adrián (32), Jair (31) y Peybernes (30). Y, si no hubieran estado de baja médica, es muy probable que se hubiera visto también a Ros (31) y Atienza (31). Algo insólito, sin precedentes en todo el curso. También jugaron Eguaras (29), Narváez (26), Gabriel Fernández (26) –este después de 10 jornadas destarifado–, el segundo vagón de veteranía, los galones que marcan los currículum y el precio de los contratos. Entre los tres más jóvenes del once inicial, Nieto (24), Bermejo (23) y Tejero (24), éste último también se encuadra entre los fichajes ‘top’ que no han dado el nivel esperado y lleva más tiempo fuera que dentro de los planes.

Fue una llamada al amor propio de todos los implicados en esta campaña 20-21 que trata de solventar el Real Zaragoza aferrándose a la Segunda División para evitar un daño irreversible en la vida del viejo club. La misión es común. Y nadie va a quedar fuera de la foto, de la orla del equipo, suceda lo que suceda. Los jóvenes, los dieciochoañeros (Francho, Francés y Azón), bastante están haciendo en esta encomienda tan delicada, en su juvenil edad y rol de becarios, sacando adelante tareas de alto rango que, si el proyecto hubiera discurrido por donde debió y se previó al construirlo, no les hubieran correspondido jamás. Este es el letimotiv de Jim. Un experto, un especialista con ascendencia sobre sus pupilos.

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