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La esperanza está en casa

El Real Zaragoza, que ha sumado 15 de los últimos 18 puntos como local, se aferra a su fortaleza en La Romareda para sellar la permanencia.

Foto del partido Real Zaragoza - Mirandés
Foto del partido Real Zaragoza - Mirandés
Guillermo Mestre / Toni Galán

La esperanza del Real Zaragoza sigue estando en La Romareda. La fortaleza como local del equipo aragonés se volvió a plasmar ayer, en un partido tan práctico como poco vistoso en cuanto al juego. El Mirandés propuso y el Zaragoza dispuso. El fin volvió a justificar los medios en un momento en el que solo vale sumar. Juan Ignacio Martínez ha conseguido obtener 15 de los 18 puntos que ha disputado en casa gracias a una solidez defensiva que anoche fue otra vez decisiva.

Jim no consigue cerrar la portería lejos de La Romareda, pero en en su feudo solo ha encajado un gol en los seis encuentros que ha planteado. No son necesarios análisis muy concienzudos para demostrar el ‘feeling’ del técnico alicantino con el municipal y, sobre todo, con un estilo de juego que le ofrece mejores resultados cuando el rival asume la iniciativa.

El Mirandés de ayer quiso la pelota, la movió con mayor intención y fluidez que el Zaragoza, pero fue muy inocente en los metros finales. Los Pablo Martínez (23 años), Cristo (23) o Iván Martín (22) guardan tanto talento como inexperiencia, y Peybernes acabó imponiendo su barba con un gol que es pura vida.

Hace semanas que a Jim se le intuían unas ganas tremendas de introducir al francés en el once titular, pero solo la asusencia del otro Francés, el canterano, ha propiciado que pueda formar pareja con un seguro Jair Amador. Peybernes apenas había jugado 25 minutos hasta ayer, cuando solo necesitó cinco para convertirse en protagonista.

Su afortunado tanto, con el pecho tras un rechace a la salida de un córner, puso de manifiesto otra de las virtudes del Zaragoza de Jim. Este es un equipo que, aun con las dudas que sigue ofreciendo Cristian por alto, saca provecho del juego a balón parado. Y más que podría sacar si el de Torrevieja se digna a darle más bola a Azón.

El joven delantero merece ser algo más que un revulsivo. Ayer volvió a darle otro aire al equipo cuando sustituyó al intermitente Alegría. Su gol ante el Tenerife empieza a resultar corto como para mantenerse en el once, pero Juan Ignacio es hombre de ideas fijas. El manifiesto dominio del Mirandés tampoco le hizo modificar ayer de planteamiento. Los cambios volvieron a ser un intercambio de piezas que resultó provechoso. La frescura de Francho, Sanabria y Azón se impuso al desorden de los bisoños del Mirandés. La victoria estaba sellada. La esperanza estaba en casa. En La Romareda y en los jóvenes. Sin olvidar al capitán Zapater.

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