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Jim se aferra a La Romareda

El Real Zaragoza confía en su fortaleza como equipo local para alcanzar la permanencia. En casa, el bloque de Juan Ignacio exhibe una solidez defensiva que se diluye lejos del municipal

Juan Ignacio Martínez, técnico del Real Zaragoza, en el partido ante la Ponferradina.
Juan Ignacio Martínez, técnico del Real Zaragoza.
Guillermo Mestre

La esperanza del Real Zaragoza está en La Romareda. La fortaleza como local es la principal arma del equipo, principalmente desde la llegada de Juan Ignacio Martínez al banquillo. El alicantino se agarra a la fiabilidad en el estadio municipal. Ha conseguido sujetar 12 de los 15 puntos que ha disputado en casa, donde el cuadro zaragocista se muestra sólido en defensa y no suele cometer errores de bulto.

Un extracto de la rueda de prensa protagonizada por Íñigo Eguaras anteayer, en la que asumió que este Real Zaragoza ofrece versiones distintas en función del escenario en que juega, sirve para resumir el decaimiento reciente del equipo. Jim no consigue cerrar la portería lejos de La Romareda. El conjunto aragonés ha encajado ocho goles en los últimos seis encuentros jugados fuera de casa, y ese déficit, como advirtió Eguaras, se convierte en una losa insalvable para un bloque al que le cuesta demasiado reaccionar.

«Esta es una categoría en la que, si no dejas tu portería a cero, es muy difícil puntuar. Más todavía nosotros, que cada vez que nos ponemos por detrás en el marcador somos incapaces de darle la vuelta al partido», sentenció el centrocampista navarro. Y es que las concesiones del equipo como visitante, esos goles inexcusables como los que costaron las derrota de Vallecas u Oviedo, son un mal endémico del Real Zaragoza actual. Juan Ignacio Martínez ha obtenido cinco puntos de 18 posibles alejado de La Romareda; pero todavía más preocupantes son las estadísticas que ofrecieron sus predecesores en el cargo de entrenador.

En sus 10 partidos al frente del banquillo zaragocista en el inicio de la temporada, Rubén Baraja únicamente obtuvo una victoria fuera, la que el Alcorcón concedió en la cuarta jornada de competición por su alineación indebida. Iván Martínez, por su parte, ni siquiera llegó a inaugurar el casillero de puntos a domicilio, enalteciendo una deficiencia que Juan Ignacio no logra corregir.

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Más allá del triunfo conseguido en La Rosaleda de Málaga, justo antes de que el efecto Jim se empezase a desvanecerse, el cuadro zaragocista apenas ha sacado dos empates fuera de su feudo. Los puntos cosechados en Cartagena y Sabadell, atendiendo al transcurrir de sendos encuentros, se dieron por buenos. Y por buenos también se hubiesen dado otros empates que el Real Zaragoza no supo sujetar en encuentros que se le fueron por la mínima en Vallecas, Oviedo, Albacete, Castellón o Miranda de Ebro.

Entre los rivales directos por salvar la categoría, tan solo el Castellón, con cinco encuentros finalizados en tablas, empata menos que los aragoneses (seis veces). Y esos puntos, esos pasitos cortos, se acaban haciendo gigantes en una carrera de larga distancia como es la de la permanencia en la Segunda División española.

Siete finales en casa

Al Real Zaragoza le restan 13 jornadas por delante. Trece auténticas finales en las que la Sociedad Anónima Deportiva se juega mucho más que un descenso. Siete de esos encuentros se disputarán en La Romareda, que se debe mantener como un fortín.

Empezando por la visita del Mirandés, el próximo lunes 22 de marzo, y siguiendo por las de rivales directos como el Cartagena (1 de abril) o el Castellón (mediados del mes de mayo), en las que se dirimirán buena parte de las opciones de mantener la categoría.

El resto de los choques a disputar en casa son ante rivales de mayor entidad (UD Almería, Sporting de Gijón, RCD Espanyol y Leganés), ante los que el Real Zaragoza se muestra frágil e incapaz. De hecho, el conjunto aragonés apenas ha sumado un punto en toda la temporada ante los seis primeros clasificados de Segunda División. Fue ante el Mallorca, en La Romareda, donde están puestas las esperanzas de la salvación.

A estas alturas de la temporada, no parece probable que la situación del equipo pueda cambiar demasiado domicilio. Es más factible que el Real Zaragoza pueda seguir aferrándose al factor Romareda; a la consigna de siempre, aunque con matices importantes.

El club se encuentra en la situación más comprometida de su historia y, paradójicamente, se va a jugar su futuro en un estadio sin público. La Romareda debe ser el factor diferencial de siempre, aunque sin el distintivo de su gente.

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