Real Zaragoza

Narváez y Álex Alegría: reacción en cadena

La nueva ubicación del colombiano, como segundo delantero, enriqueció al ariete del Real Zaragoza en su mejor partido desde su llegada, en el que multiplicó su presencia en el área y en el que marcó su primer gol. 

Partido Real Zaragoza-Tenerife, en imágenes
Partido Real Zaragoza-Tenerife, en imágenes
José Miguel Marco | Toni Galán

Entre los detalles técnicos o tácticos que influyeron en la victoria del Real Zaragoza contra el Tenerife, podrían observarse, y resaltarse, entre otros, el aluvión de centrales con el que JIM trató de sostener la ventaja, con el equipo colgado de los hombros y los centímetros de Jair, Atienza, Peybernes y Francés, toda la batería de zagueros de la plantilla desactivando misiles en el área en una inaudita reunión de cuatro centrales a la que solo le faltó que Juan Ignacio Martínez telefoneara a Xavi Aguado para sacarlo también a él al campo… No hubiera desentonado el gran capitán, quizá sí, al lado de un Alejandro Francés portentoso, de otro planeta para sus 18 años… ¡Menudo talentazo defensivo gasta el zaragozano!

Sin embargo, el detalle clave de la victoria no fue este desmelene defensivo -y claramente útil y eficaz como así ilustra el resultado- sino más bien estuvo en la zona del campo, en la faceta, en la que al Real Zaragoza se le han atragantado los partidos: el ataque. JIM introdujo una importante variación en su once, algo más que un matiz posicional. Devolvió a Narváez a la delantera, sacándolo de la banda izquierda, provocando una reacción en cadena en la que el gran beneficiado fue Álex Alegría, más vivo y activo que nunca en los metros decisivos. JIM le acercó al colombiano y Alegría se acercó al área.

Alegría, en un soberbio partido, anotó su primer gol como blanquillo y firmó un triunfo balsámico que abre el optimismo tras tres semanas de zozobra.

Dijo el delantero extremeño a su llegada que JIM le había pedido que no saliera de esa caja en la que el gol cobra posibilidades, aunque, hasta ayer, su influencia se había alejado de allí, centrada más en acciones complementarias: bajar pelotas, prolongarlas, desahogar en largo al equipo, ganar algún duelo… Lo hacía, aunque lo hacía demasiado aislado, como una boya alejada de la orilla del equipo… A Alegría le estábamos pidiendo goles descuidando que, realmente, lo que le faltaban eran situaciones para marcarlos más que un mayor acierto. Frente al Tenerife, el Real Zaragoza, con un genial Bermejo, hilvanó una de esas jugadas que tanto sentido dan a un delantero como Alegría: amplitud y profundidad en ataque, atacantes llegando al área y Alegría, solo, la remató para meter su primer gol en el Zaragoza.

Ha costado, sí, en parte, ha costado porque Narváez vivía demasiado separado del delantero centro. El colombiano es un atacante que no agrega muchas cosas al juego colectivo y es cierto que gana veneno en el sector izquierdo, donde puede cargar su diagonal. Es un delantero con varias virtudes que lo hacen determinante, y eso es mucho aun con todos sus defectos: buen golpeo, afilada astucia, rocosa intimidación… Tiene gol y remate, incluso partiendo del extremo, pero allí, ni blinda la banda -Chavarría ha sido el primero en sufrirlo en partidos previos- ni termina de conectarse al peligro. Su sitio bueno es el de este partido contra el Tenerife: sector izquierdo y escoltando a Alegría.

Su presencia tuvo un impacto decisivo en el delantero centro. Atrajo a los centrales rivales, repartió las preocupaciones y estiró al Zaragoza hacia arriba -aun echándosele en falta a Narváez algún movimiento más de ruptura y alguna dentellada más al espacio-. El resultado fue un Alegría jugando 15 metros más arriba, tocando balones en el área e condicionando al Tenerife y también a sus compañeros. Y que, encima, marcó. Un gol con muchas respuestas.

El Real Zaragoza detiene su crisis gracias a la victoria lograda en La Romareda por 1-0 frente al Tenerife
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