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La magnitud del déficit de puntos del Real Zaragoza

El equipo ha sumado cuatro y cinco puntos menos que en los dos años precedentes en los que ya peleó por no bajar. Los blanquillos arrastran sus peores números nunca vistos en Segunda tras la disputa de la 27 jornada.

Charla de Jim con la plantilla en el inicio del primer entrenamiento de esta semana, tras el regreso de Oviedo con el Real Zaragoza derrotado.
Charla de Jim con la plantilla en el inicio del primer entrenamiento de esta semana, tras el regreso de Oviedo con el Real Zaragoza derrotado.
Tino Gil/Real Zaragoza

«Oviedo es una final, como lo serán todos los partidos. Todo lo que nos queda van a ser finales por el enorme déficit de puntos que arrastramos», dijo a corazón abierto Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el entrenador del Real Zaragoza, antes de partir hacia Asturias el pasado fin de semana. Su mensaje no obtuvo la respuesta requerida sobre el césped y sus jugadores cuajaron uno de los peores partidos del curso para acabar perdiendo por 1-0.

Jim emitió su aviso para que fuese perdurable en letras de molde. Y, para que no se viera que su declaración era fruto de un desliz o de un exceso de verborrea evitable, insistió en la misma idea poco después en su rueda de prensa: «Yo no soy hombre de poner paños calientes. Los jugadores saben que la palabra ‘ganar’ hay que ponerla cada día en mayúsculas entre ceja y ceja porque nuestro déficit de puntos es muy grande. No hay excusas», redundó con toda la intención del mundo.

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Dicho y oído esto en boca de la persona con mayor autoridad moral en el último trimestre para decir algo así, ¿cuál es realmente ese déficit de puntos al que se refiere Juan Ignacio? ¿De qué dimensión exacta hablamos cuando solo restan 15 jornadas para el final de la liga, los últimos 45 puntos en disputa para definir la clasificación?

Tres han sido, con la actual, las temporadas recientes, en este periplo lacerante que abarca ya ocho campañas seguidas en Segunda División, en las que el Real Zaragoza ha peleado al final por eludir el descenso a Segunda B. La 2016-17, con Luis Milla, Raúl Agné y César Láinez en el elenco de entrenadores. La 18-19, con Imanol Idiakez, Lucas Alcaraz y Víctor Fernández en los créditos del mando del banquillo. Y la actual, que también tiene un trío de técnicos en el reparto: Rubén Baraja, Iván Martínez y el del presente, Juan Ignacio Martínez ‘Jim’.

El ejercicio de cotejo de datos básicos en este hito de la liga, una vez se ha jugado la jornada 27, es clarificador, enormemente descriptivo de la profundidad del problema que tiene Jim entre manos.

En la 16-17, aquel Real Zaragoza que todavía entrenaba Agné, pues el cambio al tercer entrenador -el que ejerció entonces de salvador, Láinez– llegó el 18 de marzo, tenía 32 puntos en esta misma estación.

En la 18-19, el Zaragoza que había cogido muerto Víctor Fernández antes de la Navidad había revivido con cierto ritmo y, en el mismo punto que se halla la liga hoy, tenía 31 puntos, uno menos que en el antecedente referencial citado.

Y ahora, en el torneo 20-21, cuando han transcurrido 27 jornadas, el Real Zaragoza de Jim se encuentra con solo 27 puntos, cuatro menos de los que disponía Víctor hace dos años y cinco menos de aquel errático de Agné que terminaría siendo despedido pocos días después para buscar la solución desesperada con Láinez en la recta final del curso.

Cifras de alarma general

De este modo, ya está puesto en números el inconcreto lema que dejó Juan Ignacio el viernes pasado. La transcripción de «déficit enorme de puntos» es esta. Y, además, admite análisis más matizados que dibujan con concreción la envergadura del asunto que tiene al Real Zaragoza caminando por el abismo de la Segunda B desde noviembre.

Hace cuatro años, que el equipo blanquillo viviera a fecha de hoy con 32 puntos, en el puesto 14º y con un colchón ‘escaso’ de cuatro sobre el primer ras del descenso (que estaba en los 28 del Rayo Vallecano), era motivo de máxima preocupación. En el ambiente se respiraba el aroma de la catástrofe porque el equipo no dejaba sensaciones positivas y se le desvaneció a Agné después de un buen inicio del técnico de Mequinenza a su llegada en noviembre. Si fuese posible trasladar las vivencias de cada zaragocista de entonces a la situación del presente, la comparativa con la actualidad sería perfecta. Sabido es que a esta hora, el Real Zaragoza es 18º y tiene 27 puntos, 5 menos que aquel de 2017.

En la siguiente muestra del microscopio, la de marzo de 2019, el Zaragoza de Víctor Fernández era un quebradero de cabeza para el zaragocismo pese a que había logrado abrir una brecha impensable semanas atrás con la raya del descenso, sumando 31 puntos, 8 por encima del Extremadura, el primero del montacargas de la Segunda B en estas fechas. Se había pasado tanto miedo, el equipo iba tan justo de calidad y piezas útiles, que los 15 partidos que quedaban por delante eran un mundo insondable repleto de temores, como los resultados en varios de esos duelos acabarían demostrando.

Si tanto pánico se vivió en 32 y 31 puntos, ¿cómo no se va a padecer una sensación de vértigos y mareos en estos momentos en los que el Real Zaragoza 20-21 apenas suma 27 y no tiene ni un solo punto de distancia con la linde de la caída a Segunda B? Es importante, fundamental, saber dónde se habita, por qué senda se camina, cuáles son las referencias y las magnitudes de la tarea pendiente de llevar a cabo cuando de salvar el pellejo se trata, en cualquier faceta de la vida. Y Jim está en lo cierto, el déficit es digno de tenerse muy en cuenta.

Evidencias y singularidades

El Real Zaragoza de 2021 arrastra una herida, con muy mala pinta de no suturarla ya mismo, que fundamenta la gravedad de su presente respecto del de los dos precedentes en años de máximo peligro de descenso: el número de derrotas acumuladas hasta hoy. Son 14 los partidos perdidos, algo más de la mitad de los dirimidos. Terrible.

Con Milla/Agné, en los prolegómentos del desembarco de Láinez, a día de hoy hace cuatro años aquel Zaragoza ‘solo’ había perdido 11 partidos, tres menos. Y con Idiakez/Alcaraz/Fernández, eran 10 las derrotas acumuladas, cuatro menos que en la actualidad.

Y, reincide en su tozudez el análisis para entender la hondura del problema vigente, aquellos números de 2017 y 2019 generaron en su momento histeria colectiva, pavor fuera y dentro del club, en la grada, en el palco, en todos los sitios. ¿Cómo no van a ser origen de rezos e invocaciones las cifras de este Zaragoza de Baraja/Iván/Jim, si empeoran lo anterior con evidente contundencia?

Por otra parte, la morfología del pelotón de cola de la liga de Segunda fue distinta en los dos casos anteriores. En el primero, en 2017, los 32 puntos del Real Zaragoza tenían menos valor por sí solos pues por debajo todo era igualdad máxima (en esto, el formato de este año se parece bastante hasta ahora). De hecho, el entonces colista, el Almería con 25, acabaría salvándose, lo mismo que el Rayo Vallecano, que tenía 28 y era cuarto por la cola. El baile de la muerte tenía una docena de invitados, el doble que ahora.

Hace dos años, por otra parte, entre que el Reus estaba descalificado desde enero y que el Nástic y el Córdoba descarrilaron con mucha antelación, al final todo se centró en eludir una sola plaza de descenso. El Extremadura, que la ocupaba en estas fechas con 23 puntos, se salvaría al final y, atención, acabó cayendo el Majadahonda, que tenía 30 estas alturas. Algo parecido ocurrió en el curso 16-17, en el que el Elche (que tenía 35 tras 27 jornadas) y el UCAM Murcia, que vivía con 31 puntos sin pisar el descenso en todo el año, fueron dos de los que se despeñaron a la hora de la verdad. No les dio de sí esa renta acaparada en el 65 por ciento inicial del campeonato. La Segunda es una trampa de elefantes, traidora.

Este tipo de detalles avisa de lo peor al Real Zaragoza de marzo de 2021, al dubitativo equipo que administra Jim. Cuidado. Máxima alerta. Con 27 puntos, con 14 derrotas ya amontonadas, o la reacción es inminente, regular y certera, sin apenas margen de error, sin cintura ya para cometer pifias como las reiteradas desde septiembre, o el final de la historia tiende a ser duro, mortal de necesidad. Tiempo hay. Poco, pero existe. Habilitar la reparación futbolística del equipo es, en tales circunstancias, lo principal y lo más difícil.

Nada más queda por probar

En la campaña 16-17, en este punto de la liga, la directiva zaragocista aún probó una última medicina para eludir la catástrofe del descenso. En marzo despidió al segundo entrenador del curso, Agné, y con él, por elevación, saltó también la dirección deportiva: Narciso Juliá y Albert Valentín. Ahí vino Lalo Arantegui (con José Mari Barba) y apostaron por Láinez como tercer inquilino del banquillo.

Esta maniobra, esta vez, ya se ejecutó en diciembre. Lalo y Barba se fueron a su casa; con ellos, Iván Martínez abandonó el timón del vestuario; y llegaron Miguel Torrecilla para regir el área deportiva y Jim tomó el mando de la caseta. Esta medicina, esta vez, ya está gastada. No cabe como remedio nuevo. No hay más paliativos externos o tangenciales. La sanación ha de surgir de lo ya conocido.

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