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Real Zaragoza: cabeza firme, pies torcidos

El equipo aragonés ha anotado con la testa cuatro de los ocho goles de la era Jim, tres a balón parado. El global goleador de la temporada denuncia una carencia, no mejorada, de tantos en combinación. 

Jair, cabecea la pelota el pasado viernes en el partido de Sabadell.
Jair, cabecea la pelota el pasado viernes en el partido de Sabadell.
G. Franco/LOF

Sabadell, minuto 31, gol de Jair para el Real Zaragoza. De cabeza, a la salida de un córner a favor. Fue el único tanto en la Nova Creu Alta anteayer. Nadie más atinó a marcar un segundo gol, ni siquiera Narváez, de penalti.

La evolución de las cosas dentro del equipo en los últimos meses de este tortuoso año en lo fútbolístico presenta un aspecto positivo, plausible e importante en el modo de progresar tácticamente el Real Zaragoza, en especial desde la llegada del tercer entrenador del curso, Juan Ignacio Martínez ‘Jim’: el equipo ha empezado a sacar provecho al balón parado, a la estrategia, a las faltas laterales, a los saques de esquina.

Pero, por el contrario, está manifestando una progresiva torpeza en el modo de atacar las áreas y las porterías adversarias en jugadas de combinación, con los pies como herramientas principales. No logra Jim la mezcla buena, le cuesta al equipo obtener una compensación más natural a su fútbol ofensivo. Es probable que se trate de un compendio de razones, que mezclan cuestiones de calidad, de compenetración, de confianza, de falta de experiencia.

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Al inicio de esta temporada, cuando todo empezó a torcerse de mala manera, se requirió a los técnicos anteriores (Baraja e Iván Martínez) que buscasen alternativas a la escasez goleadora manifiesta del actual Real Zaragoza y que recurriesen, si era posible, a la estrategia, a los goles que llegan a balón parado y que tanto bien hacen a los necesitados.

Cuando aterrizó Jim en Zaragoza, a mitad de diciembre, el equipo solo había anotado 10 goles verdaderos (siempre hay que descontar del balance los tres que figuran a favor y que no existieron nunca sobre el césped, pues son fruto del 0-3 con el que se ganó al Alcorcón en los despachos por alineación indebida de los madrileños). Y, de esa paupérrima cifra, solo el primer gol del curso, anotado en septiembre en la portería de Las Palmas por el jugador canario Clau Mendes –lo hizo en propio marco, pues–, llegó en un remate de córner, con la pelota quieta. La cosecha en las primeras 18 jornadas, en casi toda la primera vuelta, fue practicamente nula, por lo tanto, a balón parado.

Desde que está Jim, la efectividad se ha multiplicado de manera gratificante para bien, tanto en córneres como en faltas laterales. Iván Azón cabeceó a gol en Cartagena un golpe franco centrado por Zapater. Vigaray, la semana pasada, anotó con la testa en Málaga el 0-2 tras una falta botada por Bermejo. Y anteanoche, otro saque de esquina de Bermejo lo cabeceó a gol Jair. Este ritmo ya es indicativo de algo bueno, un punto de luz en este necesario apartado de los tantos aéreos. Incluso el primer gol de Málaga, el del menudo Igbekeme, llegó anecdóticamente de cabeza, aunque no entre en el saco de la estrategia.

Con Jim, los ocho goles del equipo han provenido, en igual cantidad, con los pies y con la cabeza: cuatro y cuatro, respectivamente. Pero no es normal en ningún equipo este reparto equitativo en estas dos disciplinas goleadoras. Siempre, los goles con los pies, triplican, cuadruplican –o más– a los que un bloque anota por alto, a base de testarazos en el área.

Los números globales avisan

Y, llegados a este punto de la disección del juego ofensivo del Real Zaragoza, impactan las cifras globales de los goles blanquillos en las 25 jornadas que han transcurrido de liga. Son apenas 18 tantos los que ha sido capaz de rubricar en verdad el equipo en las porterías contrarias, aunque la clasificación diga 21. Muy poca cosa. Preocupante cosecha que debe aumentar como sea en lo sucesivo. De ellos, diez goles fueron con los pies y ocho entraron a la red tras un toque de cabeza. Y, de los diez con los pies, dos fueron de penalti, sin jugada de acción previa.

Denuncia este balance que el Zaragoza ha marcado tantos goles en jugada, con los pies, como ha anotado ya con la cabeza (dos de estos tantos aéreos los empujaron a sus porterías el ya citado Clau de Las Palmas y el ovetense Cristian Fernández, en pugna con los atacantes zaragocistas). Ocho y ocho.

Alcanzar mitad de febrero y haber consumado solo 18 goles es digno de inquietud máxima. Pero que, de ellos, solo ocho hayan sido marcados con los pies en acciones combinativas es alarmante (de cabeza, en ataques ligados, llegaron además los dos de Narváez al Girona in extremis y el ya referido de Igbekeme hace siete días en La Rosaleda). Juan Ignacio Martínez tiene ahí, una vez mejorado el aspecto del balón parado, su gran reto inmediato.

Este rácano dato numérico va directamente ligado con la nulidad goleadora de los consabidos Gabriel Fernández, Vuckic, Zanimacchia, Larrazabal... y, por ahora, también el delantero fichado en enero, Alegría, que aún no se ha estrenado tras cuatro alineaciones. Falta clarividencia con el balón, osadía en el área, mejor mezcla, olfato en los disparos... y aptitudes. El éxito de la salvación pasa por reparar estas carencias.   

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