Llega la segunda vuelta de la liga en Segunda División, este año cargada de tensión y responsabilidad en el seno del Real Zaragoza por los riesgos que acechan al futuro del equipo en la clasificación. Serán 21 partidos eléctricos, sino electrificados en algún caso, en los que cada punto, cada detalle, tendrá valor de oro divisa para el equipo aragonés.

Está en juego la permanencia en la categoría de plata, huyendo del peligro de descenso a Segunda B que merodea por La Romareda desde bien pronto en el curso más torcido de la historia moderna del club. Esa es la realidad. No conviene obviarla, ni difuminarla, ni devaluarla en su trascendencia.

Adjunto se aporta el libro de ruta de los zaragocistas de aquí al final del torneo. Sus 21 estaciones en un particular vía crucis que llega como consecuencia de una primera vuelta cargada de errores, carencias y malas praxis futbolísticas que han estado a punto de arruinar con suma antelación el presente de la entidad en el terreno puramente deportivo. Al tratarse de un calendario asimétrico (método instaurado por LaLiga hace dos campañas para minimizar chanchullos al final de cada liga en forma de fraudes, compras de partidos y demás triquiñuelas que van de la mano de la historia del propio balompié), es conveniente observarlo, memorizarlo y, de paso, evaluarlo para discernir la dificultad y las peculiaridades de la dura encomienda que tienen ante sí los jugadores y técnicos del Real Zaragoza en adelante.

Serán 10 partidos como locales, en La Romareda vacía (sigue el fútbol covid vigente) y 11 fuera de casa. La segunda mitad de enero, en la que vivimos hoy, acogerá dos choques. Febrero será el escenario de cuatro. Uno más, cinco, se dirimirán en marzo. El mes de abril volverá a rebajar la intensidad a cuatro. Y, por fin, llegará mayo, el decisivo. No solo porque será el último mes de la liga, sino porque el calendario deparará las seis jornadas definitivas. Un ritmo endiablado que, como se ve, va a ir de menos a más en su exigencia emocional y física.

El Real Zaragoza partirá en esta frenética carrera por la vida desde el puesto 17º, con tan solo 20 puntos, su récord más bajo en la historia en la categoría. Está en el mismo ras que el 19º, el Cartagena, que ya pisa puestos de despeñamiento a Segunda B. Y ha de tenerse en cuenta que, a causa de las nevadas del pasado fin de semana bajo la borrasca Filomena, la parte baja de la tabla está incompleta, pues falta por disputarse el Albacete-Alcorcón, último contra antepenúltimo, o sea, dos de los que habitan por detrás del Real Zaragoza en estos momentos.

De los 21 partidos, 19 se disputarán en torno a los fines de semana, como de ordinario. Las otras dos jornadas restantes serán, por lo tanto, en fechas intersemanales, en días laborables, ambas en La Romareda: en el final de marzo recibiendo al Cartagena y a mitad de mayo frente al Castellón.

El reparto aleatorio de los partidos lleva a que el Real Zaragoza vaya a enfrentarse a 10 rivales de a segunda mitad de la tabla actual enseguida, de aquí al inicio de abril. Partidos directos, fundamentales, de 7 puntos de valor real (los 3 que se pueden ganar, los 3 que se evita que sume el adversario en tal caso y el añadido del factor diferencial de los goles, el conocido ‘golaverage’).

El viernes que viene, día 22, arranca este carrusel con la visita al último, el Albacete. En febrero habrá pleno de duelos con aire a finales frontales: salidas seguidas a Málaga y Sabadell, la recepción al Alcorcón en casa y el viaje a Oviedo. De seguido, marzo no bajará ese nivel de exigencia: pasarán por La Romareda Tenerife, Mirandés y Cartagena y el Zaragoza viajará a Logroño. Los rivales de cabeza (Espanyol, Mallorca, Almería, Leganés, Sporting, Rayo...) se acumularán en abril y mayo en su mayoría. Un arma de doble filo a tener muy en cuenta en los momentos más decisivos.