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Enésimo clavo ardiendo para el Real Zaragoza, este domingo en Gijón

El equipo aragonés visita al Sporting, quinto clasificado, con la única solución a sus graves males de ganar los 3 puntos. Iván Martínez dirigirá por octava vez al primer equipo, a las 21.00 en El Molinón.

Zanimacchia, Raí Nascimento, Gabriel Fernández... en un entrenamiento reciente.
Zanimacchia, Raí Nascimento, Gabriel Fernández... en un entrenamiento reciente.
Guillermo Mestre

Lleva el Real Zaragoza dos meses y medio hundiéndose paulatinamente en la clasificación, desde que en su cuarto partido de esta extraña liga cosechara su primera derrota –de una tacada de diez en 17 jornadas– ante el Málaga en La Romareda. Tiró por tierra en dos brochazos la mentirosa acuarela de los tres primeros duelos del curso, en los que sumó 7 puntos de 9 posibles, un espejismo que hizo creer que era posible, pese a verse un juego ramplón y resultadista, embocar el año por los buenos derroteros del pasado.

Desde aquel bofetón de realidad primero ante los malacitanos, todo ha sido un querer y no poder, un carrusel de despropósitos, un serial de intentos semanales, cuando no diarios por lo vertiginoso del calendario, por agarrarse todo el mundo a un clavo ardiendo. Se querían ver luces donde no había más que chispazos. Se sugerían mejoras donde solo existían ñapas fugaces y sin sustancia.

La cosa es que, partido tras partido, uno, dos, cuatro, ocho, dieciséis más allá, el Real Zaragoza ha sido incapaz de asirse a ningún flotador posible. Sus síntomas de ahogo, de asfixia, de ausencia de constantes vitales, apenas tuvieron en este tiempo breves repuntes para la esperanza: la victoria de la semana pasada ante el Fuenlabrada, sin la continuidad perentoria días después; aquel empate épico y postrero con el Girona fuera de tiempo... y nada más.

No se trata, en un año negro como ninguno hace décadas, de latigarse ni romper ningún cilicio en dos horas de sacrificio. Primero, porque no merece la pena en un envoltorio vital con cuestiones mucho más importantes para mucha gente. Segundo, porque doctores tiene la iglesia para, si esa fuera la medicina, aplicarla en tiempo y forma en las espaldas adecuadas. Y, tercero, porque el fútbol da opciones de revivir en cada partido mientras las matemáticas no digan lo contrario.

Y a este apéndice cabe aludir en vísperas de la Navidad y del parón de fin de año. Los números en la clasificación pintan mal, fatal, horriblemente. Pero queda algo más de medio torneo por disputarse, hay un mercado de invierno en el que intervenir y, por ende, es obligado aparcar las previsiones apocalípticas, no es recomendable bajar los brazos y entregar las armas antes de tiempo.

Hoy, en Gijón, de entrada y como desde hace dos meses a esta parte, sería buena cosa que a este atribulado Real Zaragoza de Iván Martínez le diera por ganar al Sporting. En el fútbol, nada es para siempre. Ni lo bueno, ni lo malo, ni lo peor. Hay un día, por determinadas cuestiones de azar, de buen tino o de confluencia astral, en el que el colista, el peor de la liga, da el petardazo en un campo inaccesible, en un lugar inesperado. Puede ser El Molinón, estadio tantas veces expugnado por otros ‘Zaragozas’ en décadas de oro, incienso y mirra, el punto en el que este vía crucis cambie su rumbo. Quién sabe. Ni por qué. No hay razones lógicas ni empíricas para creer que pueda ser así, pero la estadística sí que deja algún resquicio al sorpresón.

Para ello, Iván, en su octavo partido en el primer equipo, ha de hallar la fórmula del gol a domicilio. Solo ha metido uno el Real Zaragoza en ocho desplazamientos, el de Narváez en Ponferrada, y resultó inútil pues el equipo perdió 2-1. En los otros siete viajes, nadie ha sido capaz de ver portería. 0-0 en Alcorcón (único día en el que no se dio la derrota); 1-0 en Leganés, Miranda de Ebro, Tenerife, Castellón y Almería; y 2-0 en Barcelona ante el Espanyol. Así, es imposible soñar con nada bueno. Por lo tanto, en Gijón es obligado rolar la nave hacia un rumbo opuesto radicalmente. Timonazo. Nueva delantera, con alguna cara distinta, ilusionada, ilusionante. Y encontrar la aguja en el pajar. Que alguien convierta los panes en peces. Que, por un día, el viento sople de cola todo el tiempo y no haya adversidades penalizadoras.

El Sporting, quinto en la tabla, asustaría a cualquiera de la parte baja de la tabla con sus credenciales. Pero, singularmente, no está bien. Solo ha ganado, el cuadro astur, uno de sus últimos siete partidos. Viene de bajada (llegó a ser líder en el primer mes). Así que, ¿por qué no pueden cambiar esta noche los hábitos de este calvario zaragocista? Mucho más preocupante es contemplar, mirando la tabla y la victoria de ayer del Castellón, lo que sucedería si todo sigue como hasta ahora.

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