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Un guión ya visto

Por tercer partido consecutivo, el Real Zaragoza de IvánMartínez se dejó remontar tras empezar ganando. No sabe defender sin balón ni tampoco mantenerlo en su poder

Zaragoza-Rayo
Zaragoza-Rayo
TONI GALAN

El Real Zaragoza es un equipo a medias. Roto. Descompuesto. No acaba los partidos. Ni siquiera acaba las jugadas. Lo que produce casi siempre es fruto de los errores ajenos. Y eso no da para ganar partidos. Mucho menos, cuando tú también cometes fallos infantiles y no sabes bien cómo defenderte cuando te ves por delante en el marcador. 

Por tercer partido consecutivo, los de Iván Martínez se dejaron ayer remontar ante un Rayo Vallecano que resolvió sus dudas cuando verificó lo que había enfrente. Antes, lo habían hecho el Real Oviedo y la Ponferradina, rivales que, a diferencia del Real Zaragoza, se valen de saber a lo que juegan. 

La identidad, sea cual sea, no es negociable en el fútbol. Los equipos deben ser construidos hacia una idea de juego. Y este Zaragoza, construido a pellizcos, recuerda permanentemente de dónde viene pero no a dónde va. 

Con el rácano Rubén Baraja o el esperanzado Iván Martínez, el resultado es el mismo. Da igual que haya que remar contracorriente o que, como viene ocurriendo, te pongas por delante en el marcador. El Real Zaragoza no gana ni da síntomas claros de poder hacerlo a corto plazo.

La primera parte de ayer, concretamente el tramo que fue del minuto 18 al descanso, fue ilusorio. El gol de James Igbekeme, el regalo del portero Dimitrievski, espoléo al Zaragoza e hizo dudar al Rayo. Los zaragocistas ganaron confianza, adelantaron líneas y no sufrieron atrás porque defendieron con balón. Justamente lo que debían hacer. Todo lo contrario que contra la Ponferradina. Pero solo duró esa escasa media hora. 

El paso por vestuarios devolvió al Real Zaragoza de toda la temporada. El bloque aragonés perdió la posesión y, por ende, el sino del encuentro. Este equipo no está hecho para defender sin balón y tampoco es capaz de conservarlo. Anuncia su destrucción con el avance de los encuentros. Y se le hacen interminables, con independencia del contrincante.

Derrota anunciada

El domingo pasado fue la Ponferradina. Ayer, el Rayo Vallecano de Andoni Iraola... Jugando tantos minutos encerrados en campo propio, sin control alguno de la situación, es imposible. No hace falta que el rival proponga un fútbol brillante. Las dudas del Real Zaragoza acaban entregando la victoria. Ya van 10 jornadas sin conocerla. Y el próximo domingo viene el Espanyol, el temido líder de la Segunda División.

Hay que buscar soluciones ya. No se puede esperar más. El Real Zaragoza ha obtenido 10 puntos de 39 posibles. Solo tres de los últimos 30. Unos guarismos para echarse a temblar y rezar para que haya milagro en el próximo mercado de invierno. La dirección deportiva zaragocista debe acometer una profunda reforma que cambie el destino del equipo.

Los errores pasados tienen que ser corregidos con criterio, cordura y el acierto que no hubo en verano. De nada vale lamentarse y reincidir en los defectos de un bloque que venía defectuoso de serie. Hay que prepararse con celeridad para lo que viene. Las taras son de sobra conocidas; ahora toca encontrarles arreglo antes de que sea demasiado tarde.

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