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Los brotes verdes de Iván Martínez

Los datos del Real Zaragoza frente al Oviedo exhiben una mejora del equipo en ataque, calidad del pase y tiempo de juego en el último tercio del rival respecto a la era Rubén Baraja.

Entrenamiento del Real Zaragoza.
Entrenamiento del Real Zaragoza.
TONI GALAN

Frente al Oviedo, el Real Zaragoza volvió a perder, pero su juego estuvo por encima del resultado por primera vez en muchas semanas. Las escasas pinceladas que el poco tiempo y las numerosas bajas permitieron hacer a Iván Martínez elevaron las prestaciones colectivas del equipo, mejorando, en líneas generales, en aquellas facetas en las que el Zaragoza de Rubén Baraja naufragaba: el juego combinativo, la producción ofensiva, el ataque posicional…

El Zaragoza no ganó, tampoco convenció, pero sus sensaciones, aun de forma tímida, enseñaron ciertos brotes verdes que marcan el camino por el que el equipo puede reconstruirse en las próximas semanas. Las urgencias clasificatorias reducen los márgenes de tiempo para que se consoliden la estabilidad y continuidad siempre necesarias en estos procesos. Por eso, una victoria en Ponferrada se intuye estratégica para que el ideario de Iván Martínez tenga recorrido. Un ideario que ya pudo apreciarse contra el Oviedo y anuncian el Zaragoza que viene, reformado de estilo, intenciones y mecanismos: más juego por dentro, más presencia en campo rival, un nuevo modelo -con el rombo como sistema táctico-, más elaboración con la pelota… Rasgos de una nueva identidad que se exhibieron en una mejora en diferentes aspectos del juego respecto al Zaragoza de Rubén Baraja

Estos son los apartados principales en lo que el Zaragoza expresó un crecimiento futbolístico que deberá confirmarse en los próximos partidos a la vez que se corrigen otras carencias que persistieron contra el Oviedo, como, por ejemplo, los movimientos y la influencia de sus delanteros, tanto en el área como lejos de ella:

1. Más y mejores pases

El Zaragoza de Baraja promedió 414 pases por partido, con un 78% de acierto. El número total, más allá de la precisión, es propio de un equipo de posesión, sin embargo, lo relevante es dónde y hacia dónde se daban los pases. El Zaragoza de Baraja condensaba la pelota en sus centrales, los futbolistas que más la tocaban, y abusaba del pase de seguridad hacia atrás. Con Iván Martínez, se apreciaron variaciones en este sentido. El Zaragoza, contra el Oviedo, sumó 483 pases, y su acierto se elevó hasta el 82%, sobre todo, en parte, gracias a su mejor organización espacial y dinamismo. Pero sobre todo esos pases ganaron calidad. Tuvieron la intención de avanzar líneas y hacer progresar al equipo, pasando a ser los centrocampistas los jugadores con mayor presencia en esa cadena de pases. Si el Zaragoza de Baraja era un conjunto de pases muertos, el Zaragoza de Martínez progresó hacia un bloque de pases vivos.

2. Más posesión y más tiempo de juego en zona de peligro

Hasta el duelo contra el Oviedo, el Zaragoza apenas había conseguido jugar los partidos en el último tercio de campo rival. Sin embargo, el pasado viernes, el 27% de las jugadas se produjeron en esa zona del campo. Con Baraja, el promedio era del 23%, fruto de dos factores: lo lejos de la salida de balón rival que defendía un Zaragoza que priorizaba el repliegue medio y bajo, y la poca posesión que aglutinaba cerca del área adversaria. Con Iván Martínez, el incremento del flujo de ataque permitió al Zaragoza generar más fútbol de lo habitual en ese tercio final, pero, sobre todo, con la mayor altura y la mejora organizativa de su presión obligó al Oviedo a tener la pelota cerca de su área, aumentando así las opciones de peligro del conjunto aragonés. El Zaragoza de Iván ha alterado su polo magnético: de defender cerca de su área, a defender cerca de la rival. El Zaragoza incrementó su posesión contra el Oviedo (59%) respecto al promedio de los partidos con Baraja (56%), pero sobre todo creció en la calidad de esa posesión.

3. Más remates a portería

El Zaragoza sigue teniendo problemas de producción de situaciones de remate. Ni el Toro Fernández ni Juanjo Narváez están llenando el área rival ni dañando con sus desmarques. Tampoco lo hicieron contra el Oviedo. Pudo observarse si acaso una mayor presencia de los jugadores de segunda línea en zonas de gol, una posible señal de cara a la evolución del equipo en el futuro inmediato. Aun así, el Zaragoza disparó más a portería que en la mayoría de los partidos previos, donde solo contra Girona (6) había rematado a puerta más de tres veces en una misma tarde. Contra el Oviedo, de sus 8 tiros, cuatro fueron a portería (con Baraja este promedio era de solo 2 por encuentro). Además, los cuatro fueron desde dentro del área, otro signo de que el Zaragoza mejoró tímidamente su ataque. 

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