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Iván Martínez, un triunfo del fútbol aragonés

Origen, trayectoria, influencias y modelo de juego del nuevo entrenador del Real Zaragoza a menos de dos días para su debut contra el Real Oviedo.

Entrenamiento del Real Zaragoza.
Entrenamiento del Real Zaragoza.
TONI GALAN

La oportunidad de una vida llega, pero, sobre todo, se gana. Iván Martínez dirige sus primeras sesiones de trabajo como entrenador del primer equipo del Real Zaragoza, una labor alineada ya con el partido del próximo viernes, apenas 48 horas, contra el Oviedo. Será el debut en el banquillo del club de su vida de un técnico construido a sí mismo, pero también gestado por el mismo Real Zaragoza, factoría de futbolistas en cuya estructura de cantera también se forman entrenadores y preparadores. Hijos, todos, de una metodología desarrollada en la Ciudad Deportiva que, hasta ahora, tenía su máxima expresión en el portentoso éxito de su equipo juvenil en las últimas dos temporadas, campeón de España y revelación en la Youth League.

La llegada de Iván Martínez, el arquitecto de ese equipo triunfal, al frente de la primera plantilla se observaba desde hace tiempo en el seno del club como un paso inevitable, por capacidad, evolución, méritos y trayecto. Era un activo patrimonial más a forjar y cuidar. Estaba enfocado hacia ello desde el momento en el que este verano pasó a tomar las riendas del filial, un filial, por otro lado, joven, con mucha huella suya, de futbolistas acunados en sus brazos. Sin embargo, el fiasco de Baraja ha acelerado el proceso, y a Iván Martínez, chico atrevido, poco amigo de los miedos, con personalidad y ambición, no le han temblado el pulso ni la voz a la hora de acertar un reto descomunal.

Iván Martínez nació en Zaragoza el 1 de marzo de 1983 y comenzó jugando en Cristo Rey, hasta que en edad cadete entró en la Ciudad Deportiva. Allí creció y se empapó de fútbol, y quienes lo recuerdan de aquella etapa resaltan su inteligencia observadora, su inquietud por el juego y su capacidad para aprender. También su astucia. Siendo juvenil, compaginaba ya su crecimiento como futbolista con el entrenamiento de chavales del Amistad. En esas venas había sangre de entrenador, alimentada, después, durante su etapa como futbolista, por una trayectoria larga que rozó el primer equipo del Real Zaragoza: filial, Casetas, Osasuna Promesas, Barbastro, Villajoyosa, La Muela, Sariñena o Teruel.

Durante este enriquecedor camino, Iván Martínez bebió de las influencias de los principales popes del fútbol aragonés: Ramón Lozano, Carlos Rojo, Alfredo Muñoz, Antonio Berdejo, José Ignacio Soler, Manolo Villanova, Gori Silva, Álex Monserrate, David Navarro o Néstor Pérez. Pero, sobre todo, de Emilio Larraz, de quien tomó la base metodológica y los conceptos básicos de su ideario. Como se ve, Iván Martínez es hijo de todos ellos, de los mejores de la región, por lo que, un poco de todos los grandes entrenadores aragoneses de las últimas décadas se sentarán con él en su butaca del banco de La Romareda el próximo viernes. Muchos de ellos persiguieron el sueño hasta hace nada imposible que ahora atrapa Iván Martínez, viva exposición de que el fútbol aragonés ha tenido y tiene técnicos, al menos, a la altura del banquillo del Real Zaragoza.

Su pasión por el entrenamiento le llevó a formarse en todos los ámbitos posibles. Incluso a trabajar, durante un época, siguiendo la actualidad del Real Zaragoza para Onda Cero, cubriendo la información de entrenamientos del primer equipo, ruedas de prensa, entrevistas...

En un caso poco habitual, Iván Martínez ha concentrado la admiración y el respeto de un mundillo poco dado a ello, por eso, su nombramiento ha despertado ilusión y felicidad en las filas del gremio. Hasta ahora, su perfil era el de un entrenador formativo, aunque con rasgos profesionales: su juvenil se nutría de un amplio trabajo de análisis de rivales -algo inusual en esas categorías-, vídeo, informes, preparación física, nutrición… Ahora, Iván da un salto más, hacia un vestuario profesional en el que necesitará apoyos de todos y una buena predisposición general. Una de las claves de su éxito en el juvenil fue la creación de un grupo familiar, una gran hermandad, en la que se apoyó la construcción de un equipo que funcionó como un reloj táctico. Una maquinaria inaudita, por su ágil y armonioso funcionamiento, en esas categorías.

Iván Martínez hunde las raíces de su fútbol en varios de los conceptos del juego de posición, y en esto representa un idea radicalmente opuesta a lo defendido hasta hace unos días por Rubén Baraja. Le define su flexibilidad táctica: en un mismo partido puede emplear hasta tres sistemas distintos, en función del análisis en directo que realiza uno de sus colaboradores, Víctor Garijo, arriba en la grada. Abajo, sus grandes sostenes han sido su amigo Fernando Cardoso y su casi hermano Víctor Búrdalo, a quien conoce desde los primeros años de la infancia.

Su estilo de juego reúne las esencias de lo que ha sido el fútbol aragonés y la identidad sublimada en la filosofía histórica del Real Zaragoza, moldeando así un modelo de juego que se vertebra, principalmente, desde un sistema táctico basado en el 4-4-2 en rombo o el 4-4-3 y sus variantes. Propone presiones altas salvo que el rival lo desaconseje, pone el acento en la táctica siempre y cuando no limite la expresión de talento natural del futbolista y al contrario de lo que pueda pensarse no es un entrenador de dogmas ofensivos, es bastante pragmático: su juvenil, si por algo destacaba, era por encajar pocos goles y por su armazón colectivo. Iván, ante todo, quiere protagonismo en la pelota.

Entre sus retos desde este viernes, destacarán la mejora de los mecanismos de ataque del equipo y aliviar la tensión táctica de sus futbolistas, a varios de los cuales deberá reactivar posicionalmente. Su mensaje es firme y directo. El salto de vestuario no arrugará su personalidad, y ahí estará la clave de su credibilidad de puertas hacia dentro: que los resultados avalen su discurso y atrapen la confianza de sus futbolistas. No es lo mismo entrenar a adolescentes que a profesionales, pero quienes conocen bien a Iván subrayan su inteligencia para manejarse en estos ámbitos así como su capacidad como motivador. El partido contra el Real Oviedo será la primera toma de temperatura.

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