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El Zaragoza se desangra en La Romareda

El equipo solo ha ganado dos partidos en casa tras el parón de marzo, cuando las gradas dejaron de estar repletas de espectadores.

Tejero, con Vuckic al fondo, contempla el césped de La Romareda en el partido ante elMallorca.
Tejero, con Vuckic al fondo, contempla el césped de La Romareda en el partido ante elMallorca.
Guillermo Mestre

Ríos de tinta han corrido históricamente sobre La Romareda y su impacto. Temporada tras temporada, y ya van 63, el influjo del Municipal ha alumbrado infinidad de datos y opiniones. Periodistas y aficionados han coincidido en destacar la relevancia de un escenario mágico. Todos hemos aludido alguna vez al poder del hogar zaragocista. En las buenas y en las malas. En los grandes partidos y cuando el aliento de la grada era el último resquicio al que agarrarse. El Zaragoza es de sus aficionados. El fútbol en sí es de sus aficionados. Pero todo cambió hace ocho meses. La pandemia cerró los campos. El espectáculo quedó huérfano. Y los aragoneses se desangraron, con su estadio como foco de la herida. 

Hasta marzo, el Zaragoza caminaba con paso firme hacia el ascenso. Todavía no había perdido en el año 2020 y le sacaba cinco puntos al tercer clasificado. Nadie dudaba en ensalzarlo como el equipo más en forma del campeonato. Cualquiera temía enfrentarlo. Hasta que llegó el parón, el desmayo que aún perdura. 

En el regreso de la competición, los de Víctor Fernández solo fueron capaces de ganar tres partidos, uno de ellos en La Romareda, cuando la clasificación estaba prácticamente cerrada y frente a un rival, la Ponferradina, que no se jugaba nada. El resto de los encuentros del desenlace liguero se contaron por derrotas, incluida la encajada ante al Elche (0-1) en la vuelta de las semifinales del ‘play off’.

Para entonces, Alcorcón (1-3), Almería (0-2), Huesca (0-1), Rayo (2-4) y Oviedo (2-4) ya habían asaltado el feudo blanquiazul con una facilidad que derivó en la peor racha en casa de la historia del club. Jamás se habían perdido cinco encuentros consecutivos en La Romareda. Y así, tras caer a la promoción y perder la citada eliminatoria ante el Elche, los zaragocistas consumaron la decepción del no ascenso, el desmoronamiento que todavía no ha sido subsanado. 

Sin tiempo para lamentaciones, el Zaragoza tuvo que reinventarse en verano. Asumió un cambio radical en el banquillo con la llegada de Baraja, la marcha de la columna vertebral del equipo y la dilación del reencuentro con su gente. Vacía despidió La Romareda a los jugadores en julio y vacía la encontraron a fines de septiembre, abriendo una etapa que no redime los males en casa.

 

Privado del aliento de cerca de 30.000 gargantas, el Zaragoza solo ha sido capaz de ganar al Albacete (1-0); mientras que los demás encuentros se han saldado con tres empates frente a Las Palmas (2-2), Sabadell (0-0) y Mallorca (0-0) y una derrota, la encajada contra el Málaga (1-2). 

Así, el Zaragoza ha obtenido esta temporada seis puntos de 15 posibles en su feudo, cifra que, sumada a esos registros del final de la pasada campaña, exalta el desmoronamiento sufrido con la irrupción de la pandemia. En el cómputo global de los partidos disputados en La Romareda desde marzo de 2020, los zaragocistas solo han cosechado el 25% de los puntos en juego (nueve de 36), habiendo ganado dos choques, empatado tres y perdido siete. 

A ese respecto, cabe destacar la cifra de goles a favor (11) y en contra (20) como termómetro de un debilidad que debe ser paliada cuanto antes. La primera oportunidad vendrá mañana, en la visita del Girona que supondrá otro examen definitivo –el primero fue anteayer– para Rubén Baraja

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