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Casi 400 minutos sin marcar

El RealZaragoza de Baraja suma cuatro partidos sin hacer gol y en el global de la temporada exhibe una alarmante media de 0,5 tantos por encuentro

El Toro Fernández se lamenta tras una ocasión desperdiciada ayer
El Toro Fernández se lamenta tras una ocasión desperdiciada ayer
Toni Galán

Este Real Zaragoza no tiene gol. Da igual cuándo leas esto. No importa cómo se desarrolle el encuentro. El equipo de Rubén Baraja exhibe una alarmante exigüidad ofensiva independientemente de cuál sea el rival que tenga enfrente. El juego puede ser más o menos potable; la pegada siempre es la misma. Y así, perdiendo por la mínima ante un contrincante de otra liga como el Leganés; tocando fondo ante el colista Sabadell; perdonando a otro que bien podría serlo como el Mirandés o medio compitiendo ante el Mallorca, como ayer, el Real Zaragoza acumula cuatro choques consecutivos sin marcar. Casi 400 minutos, teniendo en cuenta los tiempos de prolongación. Se dice pronto. 

El conjunto aragonés presenta el peor registro anotador desde que se descendiera en el año 2013. Cuatro goles en ocho jornadas. A una media de 0,5 tantos por encuentro maquillada por el gol que Las Palmas se hizo en su propia portería en el debut liguero. Sin aquel favor de Clau Mendes, la cifra desciende a una sonrojante media de 0,37 por choque. Impropia de un equipo que pueda aspirar a algo. Insoportable para cualquier aficionado que siga el devenir de los suyos. 

Una Romareda llena jamás toleraría un fútbol tan romo como el que practica este grupo. No ayer, cuando había un adversario de entidad enfrente y se puede dar por válido el empate. Sí el resto de tardes en las que no se metió ni miedo. Mackay, portero del Sabadell, marchó del Municipal sin haber recibido un solo disparo. Ayer, frente al Mallorca, Pep Chavarría fue el autor del único golpeo entre los tres palos que defendía Manolo Reina. Ocurrió en la primera parte, en el breve tramo en que el Real Zaragoza trasladó sensación de peligro en campo contrario. 

Otro zurdazo con el sello del debutante Francho Serrano y un balón que inexplicablemente mandó a las nubes Bermejo –la acción estaba invalidada– completaron el elenco de acercamientos serios del cuadro de Rubén Baraja, empequeñecido en la segunda mitad hasta el punto de no pasar de campo. 

Apenas un par de llegadas por la banda derecha y otras tantas faltas en tres cuartos de cancha le valieron a los zaragocistas para sacudirse la presión bermellona de encima, que no para aparentar clarividencia hacia la meta contraria. Atacar es otra cosa. Implica un mínimo de ingenio y, sobre todo, capacidad asociativa entre los protagonistas. Una quimera, por lo presenciado en el tramo final. El talento de Francho –casi siempre alejado de las zonas de influencia– no bastó. Arriba, Juanjo Narváez se desangra y Fernández desespera. 

El pañuelo verde –Toro a corrales– asomó en el 70. Muy tarde. Tanto que muchos esperábamos a Vuckic de inicio. En 20 minutos, el delantero bosnio generó más juego que su compañero en el resto del encuentro. Recibe de espaldas, levanta la cabeza, trata el balón con mimo y se le presupone margen de mejora. Su introducción en el once –y en el área, dicho sea de paso– puede acercar la solución de unos problemas ofensivos que asustan.

Doce disparos a puerta

En este inicio de competición, en las ocho jornadas que ya se han jugado, el Real Zaragoza solo ha chutado 12 veces a portería. Y así, no extraña que Javi Ros, Adrián González y el citado Juanjo Narváez hayan sido los únicos capaces de perforar la red contraria. Tampoco que los aragoneses simplemente acumulen seis puntos de 15 posibles en casa y tres (los obtenidos por la alineación indebida del Alcorcón), fuera. Curiosamente, las estadísticas se han convertido en el peor enemigo del fútbol resultadista que plantea Baraja. Con permiso de las aptitudes de los jugadores llamados a marcar diferencias ofensivas.

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