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Los números de la crisis del Real Zaragoza

Más allá de la falta de gol, en elZaragoza preocupa la dificultad para generar ocasiones. Narváez y Vuckic solo han disparado una vez a puerta. El Toro Fernández aún no lo ha hecho

Juanjo Narváez exterioriza su enfado lanzando una patada al aire al ser sustituido.
Juanjo Narváez exterioriza su enfado lanzando una patada al aire al ser sustituido.
Toni Galán

Hasta hace semana y media, este Real Zaragoza se amparaba en los números. Los puntos sumados –siete de nueve posibles– encubrían las carencias futbolísticas del equipo y las estadísticas del juego aparentaban una efectividad ilusoria, insostenible, que se ha ido desvaneciendo con el paso de los partidos. Los cuatro tantos anotados por los de Baraja en las seis primeras jornadas representan el peor registro de los últimos ocho arranques en Segunda. Y con todo, no puede decirse que la falta de gol sea el mayor de los problemas del bloque. Preocupa más el origen de esa escasez, las dificultades que hay para llegar arriba con clarividencia y generar ocasiones. 

Tras Íñigo Eguaras (con 401 pases completados es el gran referente en la creación), los centrales Alberto Guitián y Pichu Atienza, con 289 y 277 envíos respectivamente, son los futbolistas que más influencia tienen en el juego del Real Zaragoza, circunstancia que deriva en un fútbol plano, previsible, y pone de manifiesto la necesidad de que los centrocampistas intervengan más en la construcción de los ataques. 

Solo Pep Chavarría (184 pases realizados) ofrece cifras rescatables en ese sentido, al tiempo que las de otros jugadores llamados a ejercer de enlace con la delantera como Luca Zanimacchia o Gaizka Larrazabal (ambos han efectuado 60 pases únicamente) descubren su intermitencia. 

Los hombres que Rubén Baraja viene utilizando en los extremos de su innegociable sistema 4-4-2 no aportan desborde ni último pase; Eguaras está a un nivel muy bajo; y quienes le rodean en la zona medular no logran asociarse en el campo contrario para nutrir de balones a los jugadores más adelantados, que apenas disfrutan de situaciones claras para encarar la meta contraria.

A pesar de que el Real Zaragoza ostenta una apreciable media de acierto en el pase del 78%, sus combinaciones no se traducen en acciones ventajosas para los atacantes. La demostración está en que el futbolista que más disparos a portería ha efectuado en este inicio liguero de la Segunda División es el mediocentro Javi Ros (dos), mientras que el Toro Fernández todavía no se ha estrenado y los otros dos referentes del ataque (Juanjo Narváez y Haris Vuckic) tan solo suman un tiro entre los tres palos cada uno. 

De esta forma, no sorprenden los alarmantes datos globales del equipo blanquiazul. En las seis jornadas disputadas hasta la fecha, el Real Zaragoza tan solo ha chutado nueve veces a puerta, a una media de 1,5 disparos por encuentro que exalta las limitaciones ofensivas, la falta de pegada de un grupo en el que únicamente Javi Ros, Narváez y Adrián González han conseguido perforar la meta contraria. 

Falta de identidad

El debut liguero frente a Las Palmas, cuando con un disparo a puerta se anotaron dos goles, sintetiza lo que viene siendo la producción en ataque de los de Rubén Baraja, que el pasado domingo fueron incapaces de enviar un solo lanzamiento a la meta defendida por Ian Mackay. 

Este fue el peor registro ofensivo de la temporada de un Zaragoza rácano, incapaz de someter a un Sabadell que se presentó en el estadio de La Romareda con cero puntos y un gol en 470 minutos de juego. El duelo ante el colista de la categoría era una oportunidad inmejorable de revertir la dinámica más reciente, pero se tornó en pesadilla. Más allá del pobre empate obtenido, al que hay que añadir las anteriores derrotas ante el Málaga (1-2) y el Leganés (1-0), preocupan las sensaciones ofrecidas; la falta de identidad de un bloque que, aunque ha sido construido para desplegar un fútbol austero y resultadista, debe aspirar a unos mínimos creativos.

De la misma forma que se puede respetar que el Real Zaragoza saliera al estadio de Butarque de Leganés a no perder, hay que cuestionar el planteamiento del duelo ante el Sabadell. Después de un inicio intenso y de dominio claro que trajo buenas ocasiones de gol, principalmente en las botas de Larrazabal, el cuadro de Baraja se fue apagando paulatinamenta hasta permitir que el Sabadell, un colista con todas las letras, creciera en el partido y llegase a disponer de las mejores ocasiones de gol. 

El Zaragoza ni siquiera fue capaz de sacar de ofrecer un arreón final para encerrar al rival en su área. Y ahí cabe recordar que, a falta de un cuarto de hora para la conclusión del encuentro, Baraja sustituyó a Narváez –su mayor activo ofensivo– por el Toro Fernández, en una declaración de intenciones que, con La Romareda llena, probablemente hubiese desatado el enfado del respetable.

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