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El Real Zaragoza da tiempo a Baraja

La caída de prestaciones del equipo en las últimas jornadas no altera la situación del técnico: el club mantiene la confianza en la línea de trabajo del entrenador y no se debate su figura. 

Rubén Baraja en una foto de archivo
Rubén Baraja en una foto de archivo
Tony Gal

En Zaragoza, el fútbol se consume a otra velocidad y sus ritmos aceleran, como en pocas otras plazas, las urgencias y los estados de desconfianza sobre el entrenador de turno por razones en las que no es necesario profundizar. Rubén Baraja se enfrenta ya a todo tipo de debates externos sobre la eficacia de su modelo y su capacidad para revestir al equipo de un armazón competitivo después de una semana en la que la grisura de los resultados (dos derrotas frente a Málaga y Leganés y un empate en casa contra el colista Sabadell) y, mucho más, la incertidumbre, la despersonalización y la involución de su juego hayan ubicado al entrenador en la habitual encrucijada del oficio.

De momento, el Real Zaragoza opta, en este sentido, por la serenidad y la paciencia. Las últimas horas en el club han sido de análisis, observación y diálogo interno, valoraciones centradas en las posibilidades del equipo, sus recientes defectos, las virtudes a potenciar y la búsqueda de soluciones y mejoras. El club no contempla ningún debate sobre el entrenador y mantiene la confianza en su línea de trabajo. Le dará tiempo, más partidos, en busca de que avance en el proceso de construcción del equipo, por mucho que el empate contra el Sabadell haya abierto las primeras fisuras en el casco del barco de Rubén Baraja porque existía el pleno convencimiento de que el equipo se expresaría con otros modos. Y así fue, con unos 20 minutos iniciales sólidos y fiables. Sin embargo, el Zaragoza se fue desvaneciendo, especialmente, en una caótica segunda mitad.

Rubén Baraja ya dio en este partidos señales de reacción táctica, matizando su inflexible 4-4-2 con una fórmula de juego más elástica con la pelota, un 4-2-3-1 (o 4-3-3, según situaciones) dinamizado por la figura de Sergio Bermejo. Los próximos partidos determinarán la dirección que toman ésta u otras soluciones para el fútbol cada vez más difuso e irreconocible del equipo.

En todo caso, el Zaragoza se apoya en una posición de cautela y calma, ponderando las atípicas circunstancias en las que el equipo ha afrontado este arranque liguero, con poco tiempo real de entrenamiento, escasos amistosos en los que ensayar mezclas, alternativas y variantes como las que Baraja probó contra el Sabadell, una importante reforma en la zona ofensiva de la plantilla, las dura resaca emocional y física en el equipo del fracasado ascenso a Primera el curso pasado, el drástico cambio en el modelo de juego respecto a Víctor Fernández y los complejos efectos a medio plazo de la huella del técnico zaragozano, o los problemas de lesiones y estados de forma en determinados futbolistas en este primer mes de competición. 

Aunque las sensaciones del equipo no son positivas, estos factores atípicos obliga a templar los análisis y ampliar los márgenes de confianza en el equipo, y, por lo tanto, en su entrenador, más aún en una categoría que se presenta tanto o más abierta que nunca y de la que ya se conocen sus singularidades: cambiante, extenuante, igualada y en la que nada acaba siendo como puede parecer en otoño. 

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