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La última singularidad con el Real Zaragoza: Figueroa, árbitro para la vuelta de la promoción

El veterano colegiado andaluz, al borde de la retirada obligatoria si no asciende ya a Primera, es el designado para el crucial partido del domingo ante el Elche. Es el único recusado públicamente por el club aragonés en los últimos años. 

Los árbitros designados este viernes para dirigir los partidos de vuelta de las semifinales de la promoción de ascenso el domingo.
Los árbitros designados este viernes para dirigir los partidos de vuelta de las semifinales de la promoción de ascenso el domingo.
RFEF

Jorge Figueroa Vázquez, sevillano de 40 años, será el árbitro encargado de dirigir el Real Zaragoza-Elche este próximo domingo, partido de vuelta de las semifinales de la promoción de ascenso a Primera División. La cita, en la desierta Romareda a las 22.00, en la noche veraniega de este tiempo de imposible digestión para el zaragocismo donde se jugará el pase al último capítulo previo a la asignación de un ascenso a la élite. Le asistirá en el VAR, desde Madrid, otro andaluz, Milla Alvendiz, también paisano sevillano, del pueblo de La Rinconada. 

Sería un hecho anecdótico esta designación, puramente accesorio y necesario, si no fuera porque Figueroa es uno de los demonios arbitrales del Real Zaragoza desde que los aragoneses cayeron de Primera en 2013 y empezaron a encontrarse con este juez deportivo temporada tras temporada. Así que, dentro de la vorágine de acontecimientos, agravios, litigios, disquisiciones encendidas y demás chispazos que los dirigentes zaragocistas vienen afrontando desde hace semanas, cuestiones todas de hondo perjuicio para la entidad zaragocista que llevan camino de acabar en los Juzgados de Justicia, esta elección de Figueroa Vázquez no deja de suponer la enésima singularidad en el trabado camino del club zaragozano en pos de lograr el ascenso, cuestión convertida en quimera por todo el sinfín de palos en las ruedas que se le están metiendo a la SAD desde los entes que rigen el fútbol profesional español. 

El pasado de este árbitro está repleto de efectos perniciosos para el Real Zaragoza, salpicados con choques verbales frontales. También en el presente, dado que Figueroa pitó hace nada a los blanquillos, el 9 de julio, en la jornada 39ª (cuarta empezando por el final de la liga regular), en Tenerife. Y, asimismo, por el futuro, pues el sureño cumplió los 40 años en febrero y, por ello, está al borde de tener que dejar la Segunda División por cuestiones de edad si es que no consigue subir a Primera ya, algo inusual hace años en árbitros con su carnet de identidad.

Jorge Figueroa Vázquez es el único de los árbitros en activo que ha sido recusado públicamente por el Real Zaragoza, tras la enésima actuación del de Sevilla claramente obsesiva con los blanquillos, aquella frente al Nástic de Tarragona, la expulsión injustificada de Borja Iglesias por una 'agresión' que no existió al portero Dimitrievski, la de el 'os conozco, os conozco' que Figueroa decía voz en grito a los jugadores zaragocistas para justificar que no pitase una sola falta pese a que eran evidente, acusándoles de fingir. 

El club envió un documento a La Liga y a la Federación quejándose abiertamente, no solo de la actitud técnica de Figueroa en los partidos del Real Zaragoza, sino también de su conducta personal, en aquellos tiempos duros llena de inquina, de manías persecutorias y ademanes provocativos, en especial en La Romareda. Se crecía ante las broncas, como los toreros de cartel peculiar. Su presencia era sinónimo de mal rollo asegurado dentro y fuera del campo cada vez que tocaba. 

Porque Figueroa es el árbitro, en los últimos 7 años en Segunda del Real Zaragoza (es un fijo, pues aquí pita desde 2012 sin dar el salto jamás a Primera), que más anexos ha añadido en sus actas en el apartado 'otras incidencias', siempre contando a los comités federativos cuitas con directivos zaragocistas (Luis Carlos Cuartero fue su objetivo un par de veces), con jugadores.... Es el árbitro que expulsó al guardameta Ratón en Oviedo hace tres años (no se recuerda en el mundo un árbitro que saque roja a un portero en aquellas circunstancias), con el Zaragoza jugándose la vida en las jornadas finales para no bajar a Segunda B, por doble amarilla al considerar que perdía tiempo, craso error pues no fue así, como se demostró después al estar lastimado, tanto él como un compañero (Edu García, caído en el suelo). Fue dantesco ver acabar esa noche a los zaragocistas en el Tartiere con 9 hombres, tras otra roja terrible a Marcelo Silva -que luego le rebajaría Apelación-, con el delantero Lanzarote jugando de guardameta. 

Hubo largo tiempo, hace dos temporadas, en las que el comité de designación evitó poner a Figueroa con el Real Zaragoza, tras aquel duro burofax remitido por el club a la Federación (RFEF). Después, poco a poco, volvió a asomar de nuevo en la vida blanquilla. Este año pitó el 4-0 en Gijón, decantado tras la tempranera expulsión de Grippo, que a Figueroa no le costó ni un segundo decidir en una acción en medio campo más que discutible. Y, hace nada, ya en el fútbol de mentira del coronavirus, dirigió el 1-1 en Tenerife, donde tampoco dudó ni un instante en pitar el penalti que supuso el empate canario

Desde el prisma del Real Zaragoza, Figueroa era el árbitro menos digerible para este partido ante el Elche a vida o muerte. Por tantos y tantos antecedentes de líos con él presente. 

Hacía tiempo que, en un partido tan decisivo, el Real Zaragoza no sentía estas sensaciones. Desde aquellos calientes tiempos con otro andaluz, el granadino López Amaya, otro cuyas obsesiones por escribir hechos en las actas para dañar al cuadro aragonés se fueron de madre en su día. O con el benemérito Eiriz Mata, árbitro gallego y guardia civil, también ducho en venir a contar chistes en los velatorios de los blanquillos. Ambos, para bien del fútbol, llevan un tiempo en el retiro, a sus cosas.

Figueroa Vázquez estará en pocas horas en La Romareda decidiendo, en su parte alícuota, el futuro del Real Zaragoza desde su papel de árbitro. Cabe desearle todo el acierto y toda la suerte del mundo, como siempre y como a cada uno de sus colegas, in illo tempore. Eso es menester para que el follón no se convierta en algo superlativo. Esta vez no tendrá los estímulos desde la grada, pues el fútbol carece de alma y esencia desde marzo. 

El Real Zaragoza solo espera justicia. Tanto en este tipo de cuestiones dentro del césped, importantísimas, como la que piensa solicitar en otros terrenos si, al final, su ascenso a Primera no se consuma entre tantos inconvenientes, abolladuras, cepos loberos y demás trampas que está teniendo que sortear una vez se reanudó la liga en junio bajo un nuevo reglamento y formato. 

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