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El último Girona-Real Zaragoza, de tantos beneficios para unos y otros

Se repite este viernes, 3 de julio de 2020, el duelo en Montilivi 3 años y un mes después de aquel 0-0 de junio de 2017 que supuso el ascenso para unos y la sufrida permanencia para los otros.

Ángel, delantero centro del Real Zaragoza en 2017, pugna con un rival gerundense en el último Girona-Real Zaragoza, en junio de 2017 en Montilivi.
Ángel, delantero centro del Real Zaragoza en 2017, pugna con un rival gerundense en el último Girona-Real Zaragoza, en junio de 2017 en Montilivi.
HA

Girona-Real Zaragoza es el programa de este viernes 3 de julio de 2020 en el vertiginoso final de la liga de Segunda División, fuera de tiempo normal, con un fútbol atípico e históricamente modificado a causa de la pandemia de coronavirus covid-19 que paralizó España durante un trimestre. Un duelo vital en la zona alta de la clasificación, con los zaragocistas pugnando por el ascenso directo y los gerundenses apurando sus opciones para consolidar un puesto en la Promoción a Primera. 

Se trata de un enfrentamiento que hace 3 años y un mes que no se daba, dado que el Girona FC viene de la Primera División, donde cumplió un trienio señero en su trayectoria vital que se vio truncado con un descenso traumático el pasado verano. Y, desde el prisma del zaragocismo, es un choque lleno de recuerdos recientes de imborrable olvido.

Invasión del campo de Montivili por parte de la afición del Girona tras finalizar el partido del 4 de junio de 2017, momento en el que el equipo rojiblanco ascendía matemáticamente a Primera tras empatar 0-0 con el Real Zaragoza.
Invasión del campo de Montivili por parte de la afición del Girona tras finalizar el partido del 4 de junio de 2017, momento en el que el equipo rojiblanco ascendía matemáticamente a Primera tras empatar 0-0 con el Real Zaragoza.
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El más cercano en el tiempo es, precisamente, ese que hace referencia a la última vez que se dio este cruce en liga, también en el estadio de Montilivi, como sucederá en la tarde-noche de este viernes de julio actual. Fue el 4 de junio de 2017 y se dio un empate sin goles, un 0-0 feo, infumable, de difícil digestión futbolística... pero que todo el mundo entendió como normal y lógico.

La razón era consistente: el empate servía a ambos rivales ese día para obtener sus dispares objetivos. Era la penúltima jornada de liga, la 41ª. Y la clasificación estaba tomando forma definitiva, obviamente. Al Girona, un punto lo ponía matemáticamente en Primera División, algo fuera de lo común por aquellos lares. Y, a su vez, al Real Zaragoza le bastaba un punto para certificar su permanencia en Segunda, para evitar el letal descenso a Segunda B, un infierno que revoloteó durante todo el curso por La Romareda con muy mala pinta. Así que el 0-0, las hechuras de un partido sin apenas competitividad, sin disparos a puerta, a verlas venir por parte de unos y otros, a nadie extrañó. 

El final de aquel choque significó un respingo de alivio en Gerona y Zaragoza. En la ciudad catalana porque, así, el Girona subía a Primera después de varios años intentándolo fallidamente. La afición rojiblanca invadió el campo, loó a los suyos como nunca e inició una fiesta que duró varios días, con sus correspondientes noches. Y el Real Zaragoza, con César Láinez como entrenador en aquel final del calvario (había suplido poco antes a Raúl Agné, a su vez relevo de Luis Milla durante aquella nefasta campaña) personalizando el sufrimiento de un curso terrible que, de ese modo, concluía con el mal menor de seguir un año más en Segunda sin quedar al albur de una catástrofe societaria de incalculables consecuencias para la SAD. 

Este es el Girona-Real Zaragoza más reciente. El que asoma en primera posición en el cerebro de los zaragocistas cuando se mira el archivo vital de cada uno. Es una reseña de los malos momentos vividos en este largo periplo blanquillo por la división de plata. Un día en el que se pudo restañar, favorecido todo por la confluencia astral de que a aquel potente Girona, en su día más importante, le sirviera simplemente un empate para ascender, uno de los peores pasajes del Real Zaragoza en los últimos años (ha habido alguno más). 

Láinez, que ese día empezó a despedirse del club sin que la mayoría de los seguidores blanquillos sospecharan aquella inminente ruptura del exportero con el Real Zaragoza después de haber abanderado aquella milagrosa salvación, alineó a Ratón; Isaac, Cabrera, Marcelo Silva, José Enrique; Zapater, Javi Ros; Lanzarote, Edu Bedia, Cani; y Ángel. También jugaron sus minutos Xumetra, Edu García y Jesús Valentín. Y estuvieron convocados, sin salir al césped, Saja, Samaras, Feltscher y Pombo. 

En aquel Girona para la historia, su entrenador, Pablo Machín, opuso al ex zaragocista Bono; Aday, Juanpe, Alcalá, Ramalho, Mojica; Borja García, Granell, Eloi Amagat; Portu y Sandaza. En las sustituciones, entraron también Cifuentes, Sanchón y Richy. 

Arcediano Monescillo, el árbitro castellano-manchego lamentablemente de moda en Zaragoza en el presente por su mala praxis con el VAR el día del Huesca, no tuvo que mostrar tarjetas esa tarde de hace 3 años. No hubo apenas pelea. Como tampoco hubo goles ni ocasiones. Solo hubo beneficios para los dos equipos, alegrías finales por haber certificado sus objetivos supremos en aquellas coordenadas societarias de unos y otros. Las cosas tácitas del fútbol, desde que es fútbol

El Girona subió a Primera como 2º clasificado, junto con el líder Levante y, después, el promocionado Getafe. Y, en el otro lado de la 'alegría', el Real Zaragoza eludió la muerte deportiva del descenso por tan solo 2 puntos: sumó 50 y terminó en la 16ª plaza, mientras que el primer descendido fue el UCAM Murcia, en el puesto 19º, con 48.

Hoy en día, 3 años y un mes más tarde, el partido Girona-Real Zaragoza con el que enlaza en el campo de Montilivi este precedente tan sonoro, la previsión es bien distinta. Ya no hay un resultado que venga bien simultáneamente a los dos contrincantes. Ya no se puede salir a especular. No es posible la contemporización razonable. La pelea futbolística va a ser de órdago a la grande. 

Del precedente de 2017, en las filas zaragocistas va a volver a revivir aquella viejas sensaciones un solo jugador, el capitán Zapater (dado que Ros está aún lesionado y Pombo anda cedido en el Cádiz). Por su parte, en el Girona, aún siguen de entonces Granell, Aday, Juanpe, Ramalho, Borja García... medio equipo.

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