contracrónica

Real Zaragoza: un señor llamado Francés

El joven zaragocista debutó en liga con el Real Zaragoza y dejó impronta de su madurez y talento con solo 17 años. Aterriza en el lateral derecho con un portentoso partido en Lugo. 

Francés, con Guti, en una acción del partido.
Francés, con Guti, en una acción del partido.
LaLiga

Habría que preguntarse por qué un chaval todavía en edad de colegial le ponía cloroformo y serenidad a un Real Zaragoza apresurado y taquicárdico en sus acciones en el Anxo Carro, y en esa respuesta encontraríamos una aproximada explicación de la figura de Alejandro Francés. Un futbolista de 17 años al que bien valdría la pena hoy tratarlo como don, como todo un señor.

Convertido en el primer futbolista nacido en el siglo XXI que juega en liga con el Real Zaragoza; el joven juvenil, aún de segundo año, le dijo al fútbol que aquí estaba él con un torrente de ilusión y la calma necesaria para quien se debía enfrentarse a semejante toro: coserle al Zaragoza un telón de acero en el lateral derecho en plena escalada hacia un ascenso que entrará, si se consuma, en los libros de historia. Casi nada con el bicho.

Si alguien pudo dudar de sus hechuras y compostura para tal faena, quedaron despejadas en apenas cinco minutos. Los que tardó Francés en ganarle un duelo defensivo a un electrón peligroso como Rahmani y pegarse más tarde una galopada que puso voz al Zaragoza en el partido y le dio su primera ocasión de gol.

Con esa presentación, Alejandro Francés se dedicó a trajinar por el duelo como quien acumula años y años de oficio. No le temblaron las piernas ni el ánimo. El chico se limitó a darle a cada momento lo que necesitaba, fiel a su tarjeta como jugador. Francés manejó el lateral derecho con desenvoltura y valentía. En ataque hizo lo que debía, lo que el partido demandaba: subió cuando era aconsejable, y pasó balones de gol envueltos en seda y oro como el que dejó a Luis Suárez solo ante el portero.

Pero Francés es, ante todo, como ha exhibido en su despertar futbolista, aquello que le ha impulsado directamente del juvenil al primer equipo: es un talento defensivo como pocos puede adivinarse a esas edades. Es rápido, maneja la anticipación como un zorro astuto, es constante, atento, agresivo y sabe cómo hay que defender. También tiene un físico bastante hecho para meterle el cuerpo a cualquier gamberro que se le cruce. 

Todo lo demás es temperamento, una madurez e inteligencia posicional impropias de lo que indica su cartilla de nacimiento. Es, como se dice, un alumno aventajado. Por eso, aun sin ser lateral derecho, cuaja en cualquier puesto que reclama protección, vigilancia, seguridad y eficacia. Por eso, por mucho que el Lugo volcó sus dentelladas hacia esa zona, Francés sobrevivió sin despeinarse ese flequillo repeinado y reluciente. Por eso, El Yamiq, reubicado por Víctor en el sector derecho para acudir a la ayuda, apenas necesitó salir a socorrerle. Él solito se bastó, con la madera de roble de los hombres adultos. 

Ya ha hecho lo más difícil. Ya está en el primer equipo y el lateral derecho parece suyo en los próximos partidos. Tras las desgracias en la posición, con las lesiones de Vigaray y Delmás, ha tenido poco más que suceder una hecatombe nuclear en la demarcación para que Víctor Fernández le abriera la puerta. Al técnico siempre le ha costado dar este tipo de alternativas, más aún en el estado actual de exigencia máxima. Son decisiones que exigen sangre fría, pero, sobre todo, convicción. Por el camino se han quedado Guitián y su pie amoratado y anestesiado por su infiltración contra el Alcorcón. Pero Víctor Fernández lo ha puesto y Alejandro Francés se encargó en Lugo, en su primer capotazo, de decirle que quiere más toros en las tablas. 

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