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Real Zaragoza: la juventud al poder

El equipo aragonés cuenta en el reinicio liguero con la baza del equipo base más joven de la categoría, un factor que puede jugar a su favor en un contexto competitivo de preparación corta y alta densidad de partidos como el que viene. 

Clemente y Soro trotan juntos en un entrenamiento en la Ciudad Deportiva.
Clemente y Soro trotan juntos en un entrenamiento en la Ciudad Deportiva.
Francisco Jiménez

Quienes viven desde hace unas semanas el día a día de la puesta a punto del Real Zaragoza convergen en sus análisis y observaciones en una zona común que más de un futbolista también ha venido destapando en las comparecencias públicas y enlatadas brindadas por el club en el último mes: los entrenamientos del equipo están siendo eléctricos, una continua descarga de energía y chispa. Ese brío no es solo una cuestión de estados físicos y de frescura atlética, sino también de una necesidad competitiva: el hambre de un conjunto de jugadores con muchas líneas por escribir aún en el fútbol y el entusiasmo de incorporar en sus historiales lo que sería un ascenso a Primera legendario para el Real Zaragoza.

Todos estos preceptos se refugian en una plantilla de características muy concretas, modelada con una suave mezcla de veteranos y expertos con jóvenes incipientes e incluso jóvenes con la piel ya curtida. La juventud general del grupo, sus circunstancias individuales y el estado inicial de las carreras de la mayor parte de los futbolistas que lo componen configuran una de las bazas particulares del Real Zaragoza ante el reinicio de la competición.

En un periodo en el que se agolpan las dudas, se afrontan territorios inexplorados y el fútbol se adentra en una selva de incertidumbre durante un mes y medio, una de las pocas certezas sobre las que se apoya el Real Zaragoza es su juventud. Un factor que puede influir más allá de lo previsto en el desarrollo de las próximas semanas.

Hasta el pasado 13 de marzo -fecha en la que se congeló el fútbol en España-, el Real Zaragoza era el equipo de Segunda que, en las 31 jornadas disputadas, había presentado una media de edad más baja entre sus titulares, con una edad promedio de sus onces iniciales de solo 25,84 años, algo inferior a los 25,87 años del Almería y más joven que el Mirandés (26,4), el Numancia (26,7), el Tenerife (26,8) y el Málaga (27).

Aunque el Almería, en el conjunto de todos los futbolistas utilizados durante la temporada -titulares y suplentes- presenta una media de edad inferior (25,4) a la del Zaragoza (25,7), el equipo aragonés se consolidado sobre una alineación base algo más joven. Varios futbolistas de menos de 25 años dan cuerpo al equipo de Víctor Fernández: Luis Suárez (22), Puado (22), Vigaray (25), Guti (23), o Nieto (23 -antes del parón-), mientras otros han actuado como complementos recurrentes: Clemente (21), Álex Blanco (21), Julián Delmás (24)…

Según un informe de Smart Scouting Club, especialistas en el análisis 'big data'; el Real Zaragoza, hasta el parón, era el conjunto de Segunda División en el que los futbolistas menores de 23 años más participación habían tenido en el equipo, de acuerdo a la distribución de minutos jugados entre tres franjas de edad: 17-23 años (jóvenes); 24-29 años (pico de rendimiento) y 30-40 (experimentado).

En el Real Zaragoza (ver gráfico adjunto, facilitado por Smart Scouting Club), el 42,8% del total de los minutos los han disputado futbolistas jóvenes. Además, es el único conjunto de la categoría en el que este rango de edad (17-23) es el predominante sobre los otros dos. Ningún otro equipo presenta un peso tan relevante de sus jugadores menores de 23 años. El siguiente, muy lejos, es el Racing, con una proporción de minutos disputados por sus jóvenes del 31,6%, pero, por ejemplo, los cántabros han destinado el 40,4% de sus minutos a futbolistas experimentados, de más de 29 años.

En el Real Zaragoza, la distribución se completa así: los jugadores entre 24 y 29 años han ocupado el 34,3% de los minutos, mientras los jugadores de más de 30 y más años han jugado el 22,9%.

Este reparto del volumen de juego en los meses previos es una de las cartas que el Real Zaragoza va a tratar de jugar en esta reanudación. La elevada influencia de la juventud puede suponer una ventaja competitiva en el corto plazo. “Creo que lo que nos favorece es el equilibrio que tenemos. Hay un grupo que nos da veteranía, experiencia, serenidad o tranquilidad, y gente joven que nos da espontaneidad y valentía. Nos pueden favorecer las dos cosas”, explica Roberto Cabellud, preparador físico del Real Zaragoza. “Y a nivel físico -comenta- lo que más confianza me da es la profesionalidad de todo el grupo, son jugadores muy concienciados con la recuperación y la alimentación”, apunta Cabellud, quien destaca “las ganas enormes” con las que los jugadores regresan a la competición.

Esta juventud del Real Zaragoza puede beneficiarle en una doble dirección. Desde el punto de vista físico, en las circunstancias actuales, con solo cinco semanas de puesta a punto y tras tres meses sin competir, la juventud de piernas y pulmones ayuda a acelerar la ganancia de forma. Después de una preparación tan precipitada y acortada, van a ser los partidos lo que vaya creando esas adaptaciones físicas. El futbolista joven, en este sentido, puede ir un paso más adelante. Lo mismo en los procesos de recuperación entre partidos. Con un calendario tan sobrecargado y condensado, sin apenas respiro entre jornadas, el descanso y la capacidad para sobreponerse de la fatiga se antojan cruciales. El futbolista joven, en este aspecto, puede también tener ventajas.

Y, desde el punto de vista emocional, sobran las palabras. El Zaragoza lo componen futbolistas aún en estado de crecimiento, hambrientos de fútbol, de triunfos, de éxitos y de gloria. Es lo que hace unos días definía Víctor Fernández como “el sueño que queremos lograr va a ser la energía para alcanzarlo”.

Es la llamada de la historia. Los jugadores del Real Zaragoza saben que sus nombres permanecerán grabados en la memoria del club, en sus archivos, en sus almanaques… La Primera División no les pondrá una copa en la mano, pero sí el recuerdo eterno, y el agradecimiento tras siete años de calvario. Hacer historia. A ninguno de los rivales directos del Zaragoza les mueve esa indestructible convicción y esa añorada oportunidad.

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