Regresa la liga profesional de fútbol tres meses después de que el mundo se paralizase por la pandemia de covid-19. Lo hará en España en poco más de 72 horas, con lo que resta del Rayo Vallecano-Albacete de Segunda División, aplazado en el descanso en su día. El Real Zaragoza redebutará en esta fracturada liga 2019-20 frente al Alcorcón dentro de seis fechas, el sábado 13 a las 21.30 en una Romareda vacía de público, porque todo va a ser a puerta cerrada según el Gobierno.

Este torneo liguero va a pasar a la historia por el largo e inédito parón de un trimestre cuando se había jugado casi el 75% del calendario y faltaba apenas el 25%. Un hecho que parte por completo, de cuajo, el desarrollo futbolístico de los equipos en dos tramos radicalmente diferentes.

Las tres cuartas partes primeras –siete meses– transcurrieron dentro de las rutinas tradicionales, con estadios con público, partidos en torno a los fines de semana en su mayor parte, con un día a día sin sobresaltos externos a la propia competición para todos los clubes, técnicos, futbolistas, árbitros, periodistas y aficiones. Por el contrario, el último cuarto de esta liga va a dirimirse en unos terrenos desconocidos, inexplorados. Sin gente en las tribunas, jugando cada 72 horas o poco más, en un carrusel atropellado de 11 partidos en apenas cinco semanas, en los extemporáneos meses de junio (segunda quincena) y julio, con unas limitaciones de índole sanitaria y social sin precedentes.

Todos los protagonistas de esta película, con el Real Zaragoza en papel estelar de vicelíder en el reenganche, coinciden en que van a afrontar un torneo distinto al que se suspendió tras el 8 de marzo (fecha de la última jornada jugada, la 31ª). Tangencial a aquel. Con escasos puntos de conexión.

Quiza el único nexo fuerte, el indeleble, sea el de los puntos adquiridos por cada equipo hasta el colapso de la vida ordinaria de primeros de marzo. Eso no desaparece. Al contrario, aporta las diferencias entre unos y otros a la hora de volver a arrancar la rareza que está ya en puertas. Hay una convalidación del trabajo de cada cual desde agosto de 2019 a marzo de 2020 y, con esa evaluación, se encara esta liguilla, esta segunda fase bien distinta a la previa.

El Real Zaragoza nacerá a la nueva mini liga de 11 partidos –con 33 puntos aún por disputarse– en puesto de ascenso directo a Primera División, a un solo punto del primer clasificado, el Cádiz. Partirá con una distancia de seguridad de 5 sobre los más inmediatos perseguidores, Almería y Huesca, que son la referencia de caída a la zona de Promoción, el escalón inferior al premio gordo.

Tienen los zaragocistas 13 puntos de colchón con el primer equipo que está fuera de la zona noble, el Mirandés (7º en el ranquin), otra referencia importante para calibrar máximos y mínimos retos en tan escaso margen de torneo.

La tabla clasificatoria con la que se recomenzará la liga de Segunda orienta sobre el calibre de dificultad que tendrá el camino particular del Real Zaragoza en sus 11 estaciones definitivas (cada equipo tiene las suyas, todas diferentes y dispares). Los blanquillos acometerán tres choques de alto rango en la cabeza, ante el 3º (Almería), el 4º (Huesca) y el 5º (Girona), rivales directos por el ascenso. En el otro lado de la horquilla, se enfrentarán contra dos equipos ahora en descenso a Segunda B, Extremadura (21º) y Lugo (20º), a los que cabe añadir a otros dos que, estando fuera puntualmente, viven en el ras del desastre: Albacete (18º) y Oviedo (17º). Los cuatro adversarios que completan el cupo habitan hoy en la zona media: Alcorcón (9º), Ponferradina (10º), Rayo Vallecano (11º con un partido menos) y Tenerife (12º).