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El Real Zaragoza trabaja con una pauta: prevención de riesgos en grado extremo

Tras la prematura lesión muscular de Eguaras en el primer entrenamiento del pasado día 8, los jugadores trabajan con sumo cuidado, con máximo control médico y físico, para sortear dolencias evitables.

Blanco (izda.), lucía en la matinal de este viernes una muslera azul en la pierna derecha. Y Puado (dcha.) hacía lo propio con una protección blanca, también en el muslo derecho.
Blanco (izda.), lucía en la matinal de este viernes una muslera azul en la pierna derecha. Y Puado (dcha.) hacía lo propio con una protección blanca, también en el muslo derecho.
Tino Gil/Real Zaragoza

En cualquier otra época del año, en la normalidad que precedió al colapso de la liga por causa de la pandemia mundial de covid-19, observar imágenes de un entrenamiento del Real Zaragoza con tantos jugadores protegidos por 'calentadores' bajo las pantalonetas, con musleras aplicadas en la peligrosa zona de los isquiotibiales, recto anterior, aductores... sería sinónimo de sorpresa visual, de temor por que los portadores pudieran estar bajo la afección de alguna microrrotura fibrilar o al borde de una rotura tras una evidente sobrecarga de trabajo. Ahora, después de dos meses y medio de anomalías inéditas e históricas dentro de un parón obligado en los entrenamientos y la competición, esta imagen hay que verla con otro prisma analítico.

Todo es normal. Todo es correcto. Todo está en su sitio. El Real Zaragoza trabaja con una pauta contundente: prevención de riesgos en grado extremo. Las dolencias musculares son un peligro latente en cada lance, en cada ejercicio de un entrenamiento cualquiera. Los futbolistas han perdido durante más de 60 días de confinamiento en casa buena parte de la solera física que tenían en su condición de atletas de élite profesional allá por principios de marzo.

Y, por si esta presunción no fuese ya de antemano algo asumido dentro del grupo de jugadores y de los cuerpos técnico y médico, la prematura lesión muscular de Eguaras en el primer entrenamiento del pasado día 8, en la que se rasgó el músculo sóleo en el gemelo derecho en un ejercicio de fuerza, ha puesto en alerta máxima a todo el mundo en el vestuario blanquillo. Los jugadores trabajan con sumo cuidado, con máximo control médico y físico, para sortear dolencias evitables. 

Lo dice Raúl Guti en la entrevista que ha concedido a HERALDO DE ARAGÓN. El desarrollo de los entrenamientos es progresivamente controlado, milimétrico en las previsiones, poco a poco, paso a paso, sin forzar un ápice la máquina. Y, antes de cada juego con balón, tal y como sucederá una vez vuelvan los partidos, habrá unos ejercicios preliminares destinados exclusivamente a acorazar los músculos de los futbolistas para prevenir lesiones indeseables. Lo extraordinario de la situación obliga a reinventarse de este modo. 

Además de los puntos en liza que los 22 equipos de la liga de Segunda División van a disputar cuando la competición se reanude, habrá otra pugna paralela esta vez: saber quién tiene menos lesionados en las 6 semanas en las que se van a atomizar esos duelos del final liguero, escrutar quién es capaz de aguantar la paliza que se adivina bajo un calor tórrido de verano con las menos bajas posibles. Esto no puntuará en la clasificación... pero tendrá mucho que ver en las rentas finales que se obtengan. Todo aderezado con unas gotitas de suerte, de fortuna con los hados de la enfermería. 

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