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Antic, el fichaje zaragocista de la servilleta

Manolo Villanova y Juan Luis Irazusta, dos de sus mejores amigos en el Real Zaragoza, recuerdan detalles claves de la huella del serbio en el club aragonés

Radomir Antic y Manolo Villanova comparten mesa en una celebración grande del exportero, ex entrenador y ex ejecutivo aragonés: su boda.
Radomir Antic y Manolo Villanova comparten mesa en una celebración grande del exportero, ex entrenador y ex ejecutivo aragonés: su boda.
M. V.

La muerte de Radomir Antic, ha causado hondo dolor en infinidad de lugares de España. El serbio ha dejado miles de amigos afectados por su prematura muerte, con 71 años. Manolo Villanova y Juan Luis Irazusta se cuentan entre ellos. Uno, Manolo, su mentor, vía Vujadin Boskov, para que pudiera suceder el inicio de su vida en nuestro país, que ya no abandonaría nunca. El otro, el portero Irazusta, seguramente su mejor amigo –para siempre– dentro del vestuario, del equipo, de aquel Zaragoza de finales de los setenta. Los dos, emocionados, recordaron para HERALDO algunos pasajes de su historia personal con Antic.

Una alineación del Real Zaragoza en 1978, nada más llegar Antic. En La Romareda, de pie están Irazusta, Lasa, Camus, India, Oñaederra y Antic. Y agachados, Pichi Alonso, Pérez Aguerri, Amorrortu, Arrúa y Juanjo.
Una alineación del Real Zaragoza en 1978, nada más llegar Antic. En La Romareda, de pie están Irazusta, Lasa, Camus, India, Oñaederra y Antic. Y agachados, Pichi Alonso, Pérez Aguerri, Amorrortu, Arrúa y Juanjo.
HA

Villanova, en 1978 director técnico del Real Zaragoza con Armando Sisqués en la presidencia, rememora su fichaje, un hecho para la historia. «Lo fiché en Pirot (Yugoslavia), adonde nos había llevado Boskov de pretemporada con todos los gastos pagados, muestra de su grandeza en aquel país entonces. Buscábamos un central y Vujadin (Wike, para los amigos) me habló de Hatunic, un tipo rudo que no me gustó. Un día, apareció un matrimonio con dos niños en el hotel donde estábamos y, tras saludarlos Boskov, se sentaron a comer al lado. Era Antic. Al rato, Wike me dijo que este era el central que necesitábamos», cuenta Manolo.

De las dudas, en la rareza del caso, en 24 horas se pasó al enamoramiento. «Yo quería verlo, no podía fichar a un jugador por las buenas. Me dijo Boskov que era internacional y yo lo recordé, pero como centrocampista o interior. Jugábamos un partido amistoso por la tarde contra el Radnicki y le propuse jugar. Había acabado el año con el Fenerbahce turco. Aceptó. Lo hizo tan bien que le dije a Boskov que lo fichaba ya». Y aquí viene lo de la servilleta.

Famosa es la anécdota del fichaje del ‘niño’ Messi por el Barcelona en 2000, firmado en una servilleta por Rexach, Minguella y el agente argentino Horacio Gagglioli en una cafetería de Barcelona. Pues bien, 22 años antes, Manolo Villanova ya hizo lo mismo en Pirot con Antic. 

«Llamé a Julián Díaz (el secretario general) por teléfono y escribí en una servilleta el texto del contrato breve que me dictó. Firmamos y Antic fue ahí zaragocista. Guardé ese papel en mi bloc hasta que volvimos a la semana siguiente a Zaragoza», cuenta con pasión Villanova.

Juan Luis Irazusta, muy sensible emocionalmente, corrobora este episodio al dedillo. «Lo que son las cosas de la vida. Antic paró el coche en Pirot aquel día en pleno viaje de vuelta a Estambul con la familia. Se iba a reincorporar de nuevo al Fenerbahce. Pero Boskov lo convenció, probó en el amistoso de aquella noche y Villanova lo firmó antes de acostarnos. Dijo Manolo que ese jugador no se nos podía escapar, dio una exhibición», narra el guardameta.

Así fue cómo, sin malicia alguna, el Real Zaragoza impidió la renovación de Antic por los turcos y contrató al vuelo a un jugador de alto rango. Era julio de 1978, tampoco tan lejos en el tiempo.

Un futbolista de primer nivel

Irazusta se viene arriba cuando habla en términos futbolísticos. «Fue crucial su presencia en aquel equipo durante los dos años. Era la estrella. Que le pregunten a Camus, el tándem de centrales que se formó. Fue fundamental. Yo hice mis mejores campañas en la portería por él. Fuera de casa era entonces muy difícil puntuar, por los arbitrajes. Había que hacerse fuerte en La Romareda para sobrevivir o tener buenos años. Y nosotros, recien venidos de Segunda, empezamos a ganarlo todo, goleando al Atlético de Madrid por 4-3, a la Real Sociedad 4-0, al Sevilla, 3-1, superamos al Madrid 1-0... y ahí estaba Antic como jugador que llamaba la atención por su clase, su potencia, su dominio de todo. Él imponía la experiencia y el carácter de todos los yugoslavos, que son algo especial para el deporte», dice el guipuzcoano.

Villanova también presume de aquel acierto que le puso la vida (y Boskov) en bandeja. «Dio un resultado impresionante, tremendo. Un futbolista con enorme personalidad en el campo. Un líder. Con mucho genio. Cuando cogía el balón era soberbio, daba pases de 40 metros perfectos, salía regateando con descaro y decisión... un espectáculo», apostilla el aragonés.

Irazusta pondera otras virtudes del serbio dentro del grupo. «Antic era un enamorado de los jugadores emergentes, no solo como entrenador. Ya como jugador, yo vi como ayudó a todos:a Víctor Muñoz, Pichi Alonso... cualquier canterano, todos crecieron a su lado, era una referencia. Hay gente que le tendrá que agradecer mucho de por vida a Radomir por cómo fue», dice.

Manolo fue su guía a la llegada a Zaragoza: «Yo estaba al lado de Boskov siempre en el banquillo. Nos concentrábamos en Zuera, en el Hotel Las Galias, y allí le contaba las cosas del rival y le ayudaba en sus preguntas. Y con Antic fue algo parecido hasta que se amoldó a la ciudad y las costumbres».

Irazusta completa este apartado. «En aquel Zaragoza, entre Boskov y Antic cambiaron el concepto del trabajo, la disciplina, la mentalidad. Nos imbuyeron a todos de su estilo y, así, aquel equipo se asentó en Primera y duró 25 años ininterrumpidamente en la élite. Los cimientos los pusieron los dos yugoslavos», asegura.

El portero vasco hace referencia a su singular manejo del idioma español. «Lo del idioma fue llamativo. Aprendió en dos meses, como todos los yugoslavos. Pero su problema es que en casa, donde pasaba muchas horas al día, siempre se habló su idioma de cuna. Ser tan familiar derivó en que nunca progresó más», razona.

Juan Luis recuerda con amargura el adiós del Antic jugador al Real Zaragoza. «Cuando se marchó fue una injusticia. Por lo que sea, tenía que venir como fuese Trobbiani, un argentino del Elche con prestigio. Solo cabían dos extranjeros por club. El otro era Valdano, pues se había ido Arrúa. Se argumentó que Antic era mayor, con 32 años. Pero él estaba aún muy bien. Y era muy feliz en Zaragoza. Aún tiene casa, era un zaragozano más. Yo aseguro que Radomir, en el sitio donde más feliz fue siempre, ha sido en Zaragoza, al margen de los éxitos que lo han encumbrado en el Atlético y en Madrid», apunta.

Entrenador y persona de carácter

Villanova recuerda que, cuando vino como entrenador en 1988, él estaba como director de la Ciudad Deportiva. «Vino a escudillarse aquí y pensaba aún como jugador. Instauró los entrenamientos completos con balón, una revolución. Llegó a la fibra de la plantilla por su cercanía, era un futbolista más», dice.

Irazusta concluye: «Era muy exigente como técnico. Y eso le generó a veces muchos problemas. Por ahí le surgieron los enemigos. Él era directo. Yo le decía que esto no es Yugoslavia, que aquí alguna mentira piadosa ayudaba... pero nunca cambió. Boskov era igual, un capitán del ejército».

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