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Real Zaragoza: La trayectoria exitosa que frenó el coronavirus

El equipo aragonés es, en términos deportivos, el mayor perjudicado de la Segunda División por este histórico parón de la liga a causa de la pandemia mundial.

Los jugadores zaragocistas celebran efusivamente la victoria por 0-1 en Málaga el día 8, último partido jugado por el Real Zaragoza.
Los jugadores zaragocistas celebran efusivamente la victoria por 0-1 en Málaga el día 8, último partido jugado por el Real Zaragoza.
Carlos Guerrero/LOF

Pasados 16 días de confinamiento, en pleno estado de alarma nacional que se ha prorrogado y abarcará, como poco, un mes de vida para los españoles, cada uno piensa en su presente y, asimismo, en las posteriores salidas hacia su futuro inmediato. El Real Zaragoza, como SAD del fútbol profesional español, maneja esos resortes como el resto de la gente. Haciendo números y fórmulas que permitan la viabilidad financera de la entidad tras este histórico parón por culpa de una pandemia mundial de coronavirus (Covid-19). Y, también, calibrando cuándo y cómo se podrá acabar la liga que estaba en marcha y que ha colapsado, como la mayoría de las cosas en las rutinas habituales, su día a día ordinario.

En esos análisis que se hacen en el seno del club en este tiempo de incertidumbres, los responsables de área zaragocistas, entre la sensación extraña de vivir un tiempo inédito, de severas ordenanzas gubernamentales y de horizonte difuso por lo desconocido del agente que lo ha originado, miran con resquemor el efecto pernicioso que, al margen de la gravedad del asunto sanitario mundial, el Real Zaragoza ha sufrido en su discurrir diario por la liga. A los muchachos de Víctor Fernández, esta catástrofe de dimensiones superlativas los ha descabalgado de un caballo ganador que galopaba semana a semana hacia el sueño de la Primera División. O sea, el anhelo de siete años, la salvaguarda para cimentar el futuro del viejo club volviendo a la élite este verano.

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Una racha sobresaliente desde Navidad

El equipo blanquillo es, sin duda, el mayor perjudicado de la Segunda División española, en términos puramente deportivos y futbolísticos, de esta incidencia multinacional. Porque la expansión acelerada del virus, que en España detuvo las competiciones tras jugarse el fin de semana del 8 de marzo, ha roto de cuajo, en añicos, la dinámica más sobresaliente de un equipo –el zaragocista– en todas las ligas europeas de primer nivel. Echar un vistazo a la clasificación parcial adjunta, que recoge el balance de la segunda vuelta –de la que se han jugado 10 partidos–, pone en evidencia ese sentir legítimo de cualquier zaragocista.

El Real Zaragoza, cuando el virus instó a pararlo todo en España y dejó lo demás en secundario por la gravedad del problema médico, era el único equipo invicto de la categoría. El líder en ese ya largo tramo de la segunda mitad del calendario, coincidente con los partidos dirimidos durante el año natural de 2020. En sus 10 duelos ya escriturados, los de Víctor Fernández habían ganado 6 y empatado 4... sin conocer la derrota. Con 22 puntos de 30 en liza acumulados.

Obsérvese que nadie, entre el pelotón de candidatos a pelear el ascenso en las 11 jornadas que restan por jugarse, le podía seguir el ritmo. El líder, Cádiz, había adicionado apenas 13 puntos en este hito referencial de la segunda vuelta. Es decir, 9 menos. Por eso estaba ya a tiro de un solo punto y se esperaba adelantar a los andaluces en la jornada siguiente.

Los perseguidores reales en la clasificación total, Almería y Huesca (3º y 4º en la tabla, respectivamente, a 5 puntos del Zaragoza), presentaban una curva de rendimiento notablemente inferior a la de los blanquillos. Los oscenses lograron solo 15 puntos donde los de Fernández cosecharon 22. Y los almerienses, uno menos, 14.

Hasta los que mejor imagen estaban ofreciendo semana a semana, quienes parecían destilar un mismo calibre de equipos solventes y poderosos, también andaban lejos de la cadencia de suma de puntos del Zaragoza. Es el caso del Girona, que tiene 6 puntos de desventaja con los zaragocistas en la segunda vuelta. Y también del Elche, que arrastraba un déficit de 7 respecto de los blanquillos.

Un envoltorio anímico y ambiental difícil de recuperar

El lamento, sotto voce porque es tan profundo lo que está acaeciendo en el ámbito médico-sanitario en el mundo que lo referido al resto de las cuestiones ha de tratarse en segundo plano, abarca asimismo al aspecto psicológico, tanto del equipo como de la afición.

Con este abrupto corte de la película de la liga, que va a dejar a marzo de 2020 como un mes que se estudiará en los libros de historia dentro de muchas décadas, siglos seguramente, no solo se ha desvanecido una racha tremendamente ganadora del Real Zaragoza. También ha quedado resquebrajado el medio ambiente de euforia, de exaltación del zaragocismo, de proliferación masiva de la autoestima que había llevado a la nutrida y enfervorecida hinchada blanquilla a una comunión absoluta con el equipo. De repente, toda esa magia se ha evaporado. No existe, aplastada por la trascendencia vital del acontecimiento planetario que supone el coronavirus Covid-19 y su afección en la población del mundo, también en España, en Aragón, en Zaragoza.

La realidad, cruda y para muchos aún sin digerir convenientemente, ha dado al traste con esos viajes multitudinarios, por lejos que estuviese el lugar de destino. Con recibimientos incandescentes en los aledaños de La Romareda, una hora y tres cuartos antes de cada partido como locales. Con llenos prácticamente totales en las gradas del estadio, donde se respiraba en los últimos choques la mística de los grandes momentos, de los días de gloria pretéritos, que anunciaba la mencionada racha que ha quedado en un nervioso estado de pausa, sin una fecha clara en la que poder apretar de nuevo la tecla para que la vida siga con normalidad.

Cuando el fútbol pueda volver a jugarse, cuando esta pesadilla –que es real y se está viviendo y padeciendo segundo a segundo por todos– se acabe, el Real Zaragoza, con el resto de equipos, tendrá que reanudar y jugar los 11 partidos que faltan. Lo hecho, lo ya consumado en cifras y en materia tangible desde agosto hasta marzo, nadie se lo quitará. Pero lo que queda pendiente ya no se afrontará con el mismo envoltorio que existía hace 15 días. Y, aunque habrá que intentar clonar aquellas vivencias e ilusiones, a nadie escapa la dificultad de la tarea.

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