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El gol de Suárez al Deportivo, en un día especial, tenía reto interno en el vestuario

El delantero colombiano, al ser sustituido en el minuto 75 por Víctor Fernández en plena euforia en La Romareda por el 3-1 que acababa de anotar, recordó el pago de lo convenido por su diana.

Luis Suárez, al ser sustituido el pasado domingo ante el Dépor, mira con pillería a los miembros del banquillo y les hace el gesto de pagar lo convenido.
Luis Suárez, al ser sustituido el pasado domingo ante el Dépor, mira con pillería a los miembros del banquillo y les hace el gesto de pagar lo convenido.
Toni Galán

El buen rollo que se vive en el vestuario zaragocista en los últimos meses tiene infinidad de derivaciones, de capilarizaciones en las relaciones humanas de sus miembros, día a día, partido a partido, viaje a viaje. Todo son retos en buena lid, incentivos extraordinarios entre diferentes figuras del equipo, cuerpo técnico o auxiliares. Guiños mutuos, estímulos puntuales, cosas que no trascienden de puertas afuera pero que son acicates para que el crecimiento del Real Zaragoza esté siendo un hecho semana a semana.

Uno de esos episodios tuvo lugar el pasado domingo en el partido entre los aragoneses y el Deportivo de La Coruña en La Romareda, correspondiente a la jornada 29ª de la liga. Un día complicado, de máxima exigencia ante un cuadro gallego que llegaba invicto en la segunda vuelta (el mismo honor que sigue ostentando el Real Zaragoza) y al que los de Víctor Fernández derrotaron con claridad por 3-1 tras un trabajo serio y lleno de dificultades.

En las horas previas, los focos se centraron en el goleador del equipo, Luis Suárez, que venía de no jugar cuatro días antes en Miranda de Ebro a causa de una lesión en un tobillo originada por una dura entrada sufrida en Elche el sábado día 15. El colombiano quería forzar su reaparición, pese a que apenas había tiempo para rehabilitarse de un traumatismo con edema óseo en el calcáneo. Víctor estaba loco por poder alinear a Lucho en un partido en el que el equipo actuaba como local frente a una defensa singular, la de Fernándo Vázquez, con cinco piezas y tres centrales. Tuvo el tobillo inmovilizado durante varias horas al día hasta apenas un día antes del partido y solo trabajó durante la semana con los fisios en el gimnasio... hasta el día previo al partido contra los coruñeses. 

Y Luis Suárez, finalmente, dijo sí. El médico lo vio oportuno. Y Víctor Fernández lo puso como titular. Bien protegido. Bien vendado. Con el de Colombia asumiendo un umbral de dolor superior a otros muchos que, en circunstancias menos gravosas y en años anteriores, se borraron semanas, meses, de las convocatorias. 

Suárez estuvo 75 minutos sobre el césped. Peleó como siempre, sin encontrar puerta en la primera parte, con un solo remate (fuera) en un tramo de partido que acabó 2-1 a favor. Sabía que no iba a poder acabar los 90 minutos. Que uno de los cambios, cuanto antes fuese posible -de no mediar una indeseada causa de fuerza mayor en forma de recaída-, iba a ser el suyo. 

Por eso, cuando en el minuto 61 anotó el 3-1, en una acción donde se puso el tobillo dañado por montera y, en una carrera de galgo le sacó 5 metros en 6 a Nolaskoain tras un pase largo al espacio de Eguaras que solo Luis Suárez podía hacer bueno y convertir en asistencia -como así ocurrió-, el colombiano supo que todo el riesgo, que todo el dolor había merecido la pena. Algo semejante a lo que sintieron en ese momento de satisfacción el cuadro técnico, el médico, los recuperadores y, por supuesto, todos sus compañeros, que lo admiran, lo quieren, lo idolatran por tanto como da al grupo. 

Un rato después de tanta algarabía, justo después de que se le fuera al limbo la ocasión de hacer un doblete tras un centro de Burgui que remató rozando el palo por fuera, Luis Suárez fue suplido por Blanco. La Romareda, repleta de público, se puso en pie para aclamarlo. Gritó su apellido a coro con decenas de decibelios durante un minuto. 

Y, al llegar al banquillo, Luis Suárez fue cazado por la cámara de HERALDO, por Toni Galán, avisando a quienes estaban en la banqueta que debían pagar por el reto conseguido. La presencia, contra pronóstico de la mayoría, de Suárez en el once inicial ante el Dépor tenía un reto entre la plantilla. Su gol ante el Dépor tenía bonus en las claves internas de la caseta blanquilla. 

"Son cosas nuestras que no van a salir a la luz, son historias del equipo, sin más", dijo este jueves Luis Suárez, con una sonrisa pícara, a este diario cuando se le pidió algún dato más de ese juego estimulante que había en danza frente al Dépor. Es su pequeño mundo, su 'top secret' venial. Sus desafíos que redundan en inputs positivos para el Real Zaragoza. Suárez pidió a sus colegas que pagasen lo suyo. Y no perdió el tiempo. Aún ni se había sentado en el banquillo tras ser relevado. Eso sí, con el 3-1 en el tanteador y los 3 puntos en las mochilas blanquillas. Como debe ser. 

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