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Real Zaragoza: de la lanza al escudo

Aunque el Zaragoza ya es el equipo menos goleado de Segunda, la producción ofensiva de la propuesta de Víctor Fernández ha empequeñecido en la segunda vuelta. 

Partido Real Zaragoza-Fuenlabrada
Víctor Fernández en el partido Real Zaragoza-Fuenlabrada
José Miguel Marco | TONI GALAN

El Real Zaragoza ya es el equipo menos goleado de Segunda en términos absolutos y su partido aplazado contra el Mirandés dirá si ese reconocimiento se alinea con los valores relativos. Equipo menos goleado. El Zaragoza. Un hecho, podría decirse, inaudito en su actual calvario de siete años en Segunda. No es común que la estadística defensiva acoja así, con los brazos tan abiertos, al conjunto aragonés, más habituado a las alegrías goleadoras o, al contrario, a sus penurias en la portería, a los deslices de un central o un lateral, a las pesadillas aéreas, a la inestabilidad…

Sin embargo, este Zaragoza de hoy en día, el equipo que ha ido moldeándose desde finales de otoño hasta reinventarse en un sólido armazón competitivo, destaca más por la fiabilidad de su coraza que por sus licencias ofensivas o la esponjosidad de su fútbol. Más extraña aún con Víctor Fernández al mando, técnico de conocidos dogmas y viejos pregones sobre un estilo o filosofía de juego desencadenado, emocional, imaginativo y trepidante. Si algo ha marcado la carrera del entrenador zaragozano, ha sido la desproporcionada naturaleza de sus creaciones: sus equipos metían muchos goles, pero también los encajaban a puñados. Este Zaragoza comienza a no ser así.

El fútbol es equilibrio y la Segunda División no se escapa de ese principio. Es más, si hay un ecosistema que premia el desequilibrio en sentido defensivo es la segunda división española, donde el ascenso suele cobrarse más veces con la defensa menos goleada que con el ataque más goleador.

De momento, la tendencia del Zaragoza va ajustándose hacia eso, revelándose como un equipo al que es un dolor marcarle y que se mueve en el campo con la convicción que da una musculatura competitiva de garantías.

Ninguna otra escuadra de Segunda ha dejado su portería a cero, inmaculada, más veces que el Zaragoza. El conjunto aragonés, de 26 partidos jugados -una jornada menos-, cuenta con 12 partidos sin encajar gol, mejorando así a Numancia (10) y Almería (10). Además, tras su empate a cero contra el Fuenlabrada, se ha sumado a la terna de equipos menos goleados. El Zaragoza solo ha encajado 25 goles en 26 jornadas, bajando así del ratio de 1 gol encajado por partido. También han concedido tan poco el Cádiz (25) y Málaga (25) aunque en sus casos en 27 encuentros.

El gran salto del Real Zaragoza en su rendimiento defensivo ha tomado impulso justo en el ecuador de la temporada, tras el parón navideño. Desde entonces, en cinco partidos, el Zaragoza solo ha encajado un gol, en Cádiz, y se lo hicieron de penalti. Ni Sporting (2-0), ni Las Palmas (0-1), ni Numancia (1-0), ni Fuenlabrada (0-0) le abrieron severas fisuras.

En la primera vuelta, el Zaragoza promedió 1,14 goles recibidos por encuentro. En la segunda, ese índice se ha desplomado: 0,2. Al crecimiento posicional del equipo en fase defensiva con el esquema 4-4-2 y otros aspectos tácticos (presión alta y ordenada, ayudas laterales, balón parado…), hay que añadir cuestiones individuales que van, desde el sacrificio o solidaridad de cada uno de los componente del colectivo, al regreso de Vigaray, las manos benditas de Cristian Álvarez, la vuelta de Atienza, la formidable puesta en escena del fichaje invernal El Yamiq, el crecimiento defensivo de Nieto… Entre todos estos factores, el Zaragoza ha conseguido defender mejor, equilibrarse en el campo, dejar de sufrir en centros laterales y balones aéreos… Ganancias evidentes y prometedoras.

No obstante, esta compensación defensiva ha repercutido en su producción ofensiva. En este aspecto, puede afirmarse que la propuesta de Víctor Fernández se ha empobrecido. El técnico ha movido los contrapesos del equipo y el Zaragoza ha reducido su potencial goleador. Hay razones colectivas -el conjunto aragonés sufre en el ataque posicional, le cuesta fluir y jugar con claridad y automatismos en varias fases de los partidos-, pero también individuales, como la lógica caída de la inspiración de Luis Suárez y los menos momentos que, ante los últimos rivales, el Zaragoza ha tenido para correr, desplegar sus velas y explotar su verdadero centro de actividad: la delantera. Esto ha provocado que el Zaragoza haya pasado de marcar 1,5 goles por partido en la primera vuelta a anotar 1 en las cinco jornadas más recientes. Desde los dos goles al Sporting que abrieron el año, el equipo de Víctor Fernández solo ha anotado tres goles: uno de penalti a Las Palmas, uno excavado en el barro del error del Numancia por Luis Suárez y el marcado en Cádiz por Soro tras un pase de El Yamiq desde el fondo de la defensa.

Sus defensas son robustas, inmunes y contundentes y, con eso, el equipo aragonés estará cerca de la victoria porque sus inspiraciones individuales, su talento ofensivo, siempre estarán ahí. En cierto modo, salvo en sus visitas a Las Palmas o Cádiz, el Zaragoza ha mantenido sus números de remates dentro de su media de la temporada -es el segundo equipo que más dispara tras el Rayo Vallecano, según datos de Sofascore; el que más ocasiones crea; y el tercero que más tira al poste- por lo que cabe hablar de una eficacia debilitada. Ahora, el Zaragoza tiene camino para recuperarla y fortalecerla. 

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