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El Real Zaragoza golpea y golpea

Análisis de los puntos claves del triunfo del equipo aragonés frente al Sporting de Gijón en La Romareda

Partido Real Zaragoza-Sporting de Gijón en La Romareda
Partido Real Zaragoza-Sporting de Gijón en La Romareda
Toni Galán

1. Un puño de hierro. La victoria del Real Zaragoza frente al Sporting puso de relieve una cuestión ya observada en su reciente proceso de regeneración y reinvención de los dos últimos meses: cualquier partido jugado al intercambio de golpes, caerá de su lado. El equipo aragonés es un viento desatado en ataque. Pega y pega. El poderío de sus piezas ofensivas le conduce a producir un asombroso caudal ofensivo. No necesita mucho para ello. En este sentido, la irrupción de Javi Puado, el mejor futbolista de la noche neblinosa y fría de La Romareda, ha sido la descarga necesaria de electricidad. Hay quien dijo que, con su fichaje, el Zaragoza necesitaba un sofá y le trajeron una lámpara. Y así ha sido: su luz ha iluminado el ataque y ha abierto infinitos caminos hacia el área.

2. Guti abre el ring. Para que el Zaragoza entre en combustión en el contexto de partido que mejor se le adapta ahora mismo, nada mejor que un gol en el primer soplido. El tanto de Guti, en este aspecto, le puso al conjunto aragonés la noche cuesta abajo. No es el Zaragoza ahora mismo un equipo de altas dosis de control. Ni siquiera un equipo sólido en el amplio sentido del término. Esa es su paradoja: genera tanto peligro como el que le generan. El Sporting, de hecho, remató casi tanto como los aragoneses: 13 tiros por 14. Quizá aquí está su punto principal de mejora: estabilizar sus líneas, ganar reposo con la pelota y ajustar el orden. Con un gol tempranero, como sucediese contra Las Palmas, todas las amenazas del Real Zaragoza se multiplican. El Sporting cogió la pelota, fragmentó espacios y abrió ventanas, descuidó vigilancias... Y ahí, los aragoneses sacaron el colmillo: acciones verticales, conducciones, combinaciones a tres toques... Clemente dividía, Eguaras filtraba, Soro y Puado conectaban... El partido se elevó a categoría de intercambio de golpes sobre el ring, y ahí el Zaragoza apenas tiene rival en la categoría porque tiene la derecha más demoledora del circuito: Luis Suárez. Con Luis Suárez suelto en el campo, un gol a favor desde tan pront, casi vale por dos. Lo tuvo el colombiano, de hecho, oliendo la sangre como un tiburón pero pegando la dentellada a la madera. 

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3. Un Sporting enjaulado. Si hace unos días, en Huesca, al Zaragoza le tomaron la matrícula desde la pizarra rival; contra el Sporting, fue al revés. Su buen primer tiempo se cimentó en una presión elevada de la que los asturianos apenas encontraron salida un par de ocasiones por la banda derecha. Ese fue el epicentro de su acción, con Carmona como peligrosa sombra indetectable, Molinero como trampolín y Manu García como apoyo. Nieto y James sufrieron en ese sector por momentos. Pero fueron escasos y discontinuos. El Zaragoza ahogó al Sporting desde su propio área, con Luis Suárez, Puado y Soro precisos en la presión. Estos tres futbolistas representan ahora mismo la personalidad competitiva del Zaragoza: muerden arriba, pero también abajo. Atacan y defiende. Bailan y corren. Disfrutan y sudan. 

4. El peaje de James. Una de las decisiones triunfales de Víctor Fernández en su reinvención del equipo ha anudado en un doble pivote de perfectos atributos a Eguaras y Guti. Ambos se dan el uno al otro todo aquello que echan en falta por sí solos. Son el matrimonio del año. El nuevo orden del Zaragoza. Durante 70 minutos, contra el Sporting, el partido de ambos ejerció de prueba del algodón. Guti fue la cantidad, el corazón, el pulmón, los metros y el robo por piernas. Eguaras fue la calidad, el pase, el ritmo, la gestión, el análisis y la recuperación por posición. Cuando fue necesario, se unieron y se complementaron. Para que esta pareja, en el dibujo actual (4-4-2) funcione, hay que pagar un peaje. Y se llama James Igbekeme: si Eguaras y Guti se equilibran entre ellos, el nigeriano se encarga de equilibrar el sistema. La banda izquierda no es la que mejor zumo le saca, pero sí la posición en la que le requiere el equipo. A James le han faltado ritmo, físico y motivación este curso. Frente al Sporting, ya se le vio corregido en estos aspectos. Difícilmente, en esa posición, luzca tanto como en otras. Pero es en la que le necesita la estructura. Es la argamasa que todo lo pega. Un sacrificio individual que merece anotarse, como este martes, contra los asturianos, donde, de menos a más, protegió la banda, apoyó a los pivotes, desaguó el juego y conquistó metros con su conducción. 

5. Vigaray: ser y estar. El Zaragoza terminó de arropar el partido contra el Sporting con un segundo gol de inspiración colectiva en la que Puado ejerció de autor intelectual, dando tiempo y espacio a sus compañeros, sobre todo a Vigaray. El lateral derecho centró, James rozó y Luis Suárez soltó el zapatazo. Esta jugada, otra con un caño, alguna carrera más, quizá pongan a Vigaray y su deseado regreso en los resúmenes del partido. Sin embargo, el madrileño fue más allá. Su aplomo, su agresividad y energía defensiva ya tienen valor propio por sí solas, un activo que mejorar todo lo que rodea. Pero Vigaray es y está: el segundo palo del Real Zaragoza dejó de ser una puerta abierta. La manta defensiva cubrió toda la línea y los centros rivales dejaron de ser una agonía, más allá de deslices puntuales de Atienza o Clemente. Y, entonces, cuando el Sporting más intimidó, el Zaragoza recordó que nadie tiene mejores manos: Cristian Álvarez. Otro que es y está. El portero que suma y retiene puntos ha vuelto.

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