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El 4-0 de Gijón hace 72 días, un acicate extra para el Real Zaragoza de hoy

El calendario asimétrico instaurado por La Liga provoca que el primer partido de la segunda vuelta, este martes en La Romareda, sea 'la vuelta' de la aún reciente goleada recibida por los aragoneses en su peor día.

Un lance del Sporting de Gijón-Real Zaragoza de la primera vuelta, jugado en El Molinón el 27 de octubre y que ganaron los asturianos por 4-0.
Un lance del Sporting de Gijón-Real Zaragoza de la primera vuelta, jugado en El Molinón el 27 de octubre y que ganaron los asturianos por 4-0.
Aurelio Flores/LOF

Desde que el fútbol es fútbol, hace casi un siglo ya en España en lo concerniente a la liga, los partidos anuales entre los mismos equipos, el de la primera vuelta y el de la segunda vuelta del torneo, han estado separados por varios meses en el calendario. Desde que la liga está compuesta por 18, 20 o, como ahora en Segunda División, 22 clubes, esa distancia temporal ha sido de cuatro o cinco meses. 

Pues bien, desde que el curso pasado la Liga de Fútbol Profesional instaurase en el fútbol español el calendario asimétrico, estas referencias clásicas han saltado por los aires. Ya no será así en lo sucesivo, hasta que venga alguien y vuelva a modificar las normas, cosa nunca descartable siquiera a corto plazo. Ahora, el vaivén de la segunda vuelta, a modo de bombo lotero, produce efectos extraños en la mente de los seguidores del balompié. Y ese es el caso del envoltorio del Real Zaragoza-Sporting de Gijón con el que se abre la segunda vuelta este martes, 7 de enero, en La Romareda. 

El duelo entre aragoneses y asturianos de la 22ª jornada tiene su antecedente invertido en El Molinón muy caliente en el tiempo, cerca en la memoria, sensible en las secuelas que dejó lo acontecido en el feudo rojiblanco. Porque aquel choque data del 27 de octubre, hace poco más de 2 meses, en lo que era la jornada 13ª. Con el viejo método, el Sporting no hubiera asomado por el estadio municipal zaragozano hasta la jornada 34ª, allá por finales de marzo o primeros de abril. Con el nuevo mecanismo, ideado por el ínclito Javier Tebas con el sostén ideológico de que así se evitan preacuerdos entre clubes para pactar resultados en las eléctricas jornadas finales, tan dadas a las sospechas y fraudes, los de Gijón abren el 2020, el 7 de enero (y no fue el 3 porque adujeron una gripe masiva en su vestuario para aplazar momentáneamente el envite). 

La cuestión, importante en la mentalización de los zaragocistas, es que aquel partido de la 'ida', el de la primera vuelta en El Molinón, fue el más doloroso de los vividos e interpretados por el equipo de Víctor Fernández en la primera mitad del torneo. Cayeron por 4-0 los aquel día avispas. Un batacazo tremendo que convirtió en seria y grave la dinámica negativa de marcadores que ya venía acumulando un Real Zaragoza lacerado por la enfermedad cardiaca que acabó con la presencia de Dwamena en su delantera (fichaje estrella del verano, por peso específico y precio) y por una espiral de lesiones que dejaron al cuadro zaragocista bajo mínimos en aquellas fechas pos pilaristas. 

Así que, para este martes 7 de enero, este hito referencial del 4-0 encajado en Gijón es un acicate más para que los de Víctor salten al césped helador de La Romareda con cierto aire de revancha respecto de aquello. Aquel día, el Zaragoza salió de los puestos de Promoción tras su voltereta en campo astur y acumuló una serie de 8 partidos con una sola victoria (la de Soria, por 0-1) que dejó su pulso bajo mínimos. Algunos llegaron a poner en cuestión la idoneidad de que Víctor Fernández siguiera al frente del equipo... 

En la previa a este aprontado partido de 'vuelta' en Zaragoza ante el Sporting, al propio entrenador aragonés se le mencionó esta cuestión. "¡Bfff! (resolpla)... lo recuerdo como un partido muy complicado de preparar, porque llegamos con muchísimas bajas, con muchos percances físicos. Todavía teníamos los efectos depresivos de lo que le pasó a Dwamena. Se juntaron muchas cosas. Tuvimos que cambiar el sistema de juego...", comenzó rememorando con cierta desazón Fernández.

"El arranque del partido fue nefasto para nosotros. Fue una derrota que nos hizo muchísimo daño. Llegamos muy mal. Las sensaciones anímicas y físicas en la preparación de aquel partido fueron extremas, nada que ver con las de ahora o las de la mayoría de partidos jugados hasta hoy", abundó en su retrospectiva. 

Víctor hizo un guiño a sus muchachos para intentar recuperar aquel cachito de honor que se dejó el Real Zaragoza en Gijón hace tan solo 72 días. "Te queda la tranquilidad de que cada partido es diferente, el escenario va a ser diferente, el momento es distinto. El equipo de inicio va a ser otro al que jugó en Gijón. Aquel partido nos sirve como referencia. El rival es importante y no admite relajaciones. Necesitamos afán de superación ante aquello", indicó el preparador del barrio Oliver. 

En Gijón, el día del bofetón del 4-0, jugaron Cristian Álvarez: R. Guti, Grippo, Atienza, Clemente, Lasure; Javi Ros, Igbekeme, Kagawa; Soro y Luis Suárez. O sea, que ante el aluvión de bajas que asoló a Víctor, éste pensó adecuado esa semana apostar por una defensa de 5, con tres centrales y Guti en posición de lateral derecho largo. Un 5-3-2. 

El Zaragoza venía de ser bailado por el Mirandés en La Romareda, de patinar contra el Lugo, el Málaga, el Cádiz, de perder el aplazado en Fuenlabrada, de no ser capaz de ganar al colista Oviedo... todo enlazado. El gran inicio de liga se estaba yendo al sumidero. 

En Gijón, en el minuto 2 ya perdían por 1-0, con un gol terrible de Isma Cerro tras una jugada de eslalon de Manu García, maradoniana, con 5 regates en el área a un equipo de plastilina. Grippo la lío enseguida, provocando puerilmente su expulsión por doble amarilla en menos de media hora, dejando al endeble equipo a merced de los vientos. Fueron 4 goles los recibidos, pero pudieron haber sido el doble. La tarde resultó de tragedia. Aitor García hizo un doblete y el exzaragocista Álvaro Vázquez, salido desde el banquillo, marcó su único gol con el Sporting en lo que va de año, para más lamento de todos los blanquillos. 

Aquel día 27 de octubre fue el único en el que la liga se jugó con el horroroso balón rojo y demás colorines oscuros que se inventó La Liga este año para la fase otoño-invernal. Como era de prever, aquella pelota no se veía bien en juego, se hacía gris oscura, todo lo contrario de lo pretendido. Y ante las quejas generalizadas, árbitros y jugadores incluidos, fue retirada de inmediato de la circulación. Aquel 4-0 lo recibió el Zaragoza con semejante engendro de balón.

Este martes, en La Romareda, con balón blanco, con el Real Zaragoza recompuesto hace tiempo, aspirante a la 3ª posición en la tabla, el Sporting de Gijón asomará a la hierba zaragozana desde el puesto 15º, cercano a la zona de descenso a Segunda B, con su anterior entrenador, José Alberto, despedido y relevado por Mirolav Djukic, que debutará en Zaragoza precisamente. 

En el aire, para muchos, flotará ese afán de restituir, en la medida de lo posible, el amor propio de los blanquillos. Lo primero, que no es sencillo en la categoría, será ganar. Aunque sea por 1-0, de penalti y en el tiempo de aumento (tópico razonamiento). Pero, si algún día trae en la faldriquera valores añadidos, este es el de hoy ante el Sporting. En tiempos pretéritos cercanos, lo de Gijón habría podido terminar con una crisis brutal en el área deportiva y técnica del Real Zaragoza. Hubo quien hasta lo deseó en las horas posteriores a aquel 4-0 hiriente. Hoy, el fútbol ha traído la realidad por derroteros bien diferentes, mucho más ilusionantes y agradables de vivir. El afán de la noche invernal es, colectivamente, empezar con un triunfo el 2020 y ver al cuadro zaragocista aspirando a todo. Dejando atrás el sonrojo y las arremolinadas reacciones de hace dos meses a la vuelta de Asturias.

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