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Real Zaragoza-Girona: un partido de palabras mayores en La Romareda

Los aragoneses reciben al Girona esta noche (21.00), un duelo de alta exigencia en lo alto de la tabla. Los catalanes, que cuadruplican el presupuesto blanquillo, son favoritos a todo.

Los jugadores del Real Zaragoza escuchan con atención a Víctor Fernández antes del último entrenamiento.
Los jugadores del Real Zaragoza escuchan con atención a Víctor Fernández antes del último entrenamiento.
Francisco Jiménez

No hay partido más desequilibrado para el Real Zaragoza esta temporada, en términos presupuestarios, que el de esta noche ante el Girona FC en La Romareda (21.00/Gol). Llegan los catalanes, recién caídos de la Primera División contra pronóstico, con unas credenciales anunciando que tienen más de 29 millones de euros de tope salarial. Son el club con mayor capacidad de inversión de la Segunda de este año. En frente, el cuadro aragonés peleará con sus soldados, a los que en global no puede pagarles más de 7,4 millones. Son las cosas de la normativa vigente en el fútbol español, aceptada, eso sí, por todos sus participantes a pies juntillas. No caben quejas, por lo tanto.

Es necesario empezar así el libreto de esta obra futbolística que se representará hoy en La Romareda. Con este prefacio financiero, para que todo el mundo se ubique con exactitud en el punto adecuado de análisis. En el Girona, por ejemplo, juega Stuani, ariete de la selección de Uruguay, colega pues de Luis Suárez (el del Barcelona) o de Cavani (el del Paris Saint Germain) en la vanguardia charrúa. Doble mundialista de tronío (cuartofinalista), con salario de siete cifras, algo a lo que nadie más puede llegar en esta categoría de plata española. No es de extrañar, por tanto, que sea el pichichi con 12 goles en 13 partidos jugados. También asoma por ahí Mojica, fijo con Colombia, otro del Mundial. O Samu Sáiz –suplente de lujo–, que anda cedido por el Getafe tras su paso por Inglaterra (Leeds). O Maffeo, que pertenece al Stuttgart alemán, con matriz del Manchester City... una plantilla que, en el 95 por ciento de los casos, compitió en la élite el curso pasado y está en Segunda eventualmente con el único fin de devolver al Girona a Primera.

El Real Zaragoza apelará a la grandeza del fútbol para afrontar este reto mayúsculo en su liga singular, donde hace siete años que tiene más nombre, palmarés, historia y refrendo social que nadie pero, por el contrario, compite atado de un pie y una mano por culpa de una herencia nociva de la anterior propiedad –el agapitismo– que casi acabó con su vida para siempre en 2014. No queda otro camino para los muchachos de Víctor Fernández que creer que el dinero no lo es todo. Que, cada día, sobre el césped hay once contra once, legendario tópico al que, esta vez, hay que aferrarse por mandamiento anímico.

De hecho, el Girona, hasta hace nada, no ha sabido plasmar su presunta superioridad sobre el resto y ha vivido semanas de zozobra y crisis interna. Tan graves, incluso, que se llevaron por delante al primer entrenador de la sesión, Juan Carlos Unzué. No es un imposible para el Real Zaragoza poder derrotar al nuevo Girona, ahora dirigido por el atinado José Luis Martí.

Pero, como todos los protagonistas blanquillos asumen y anticipan oralmente en las últimas horas, la tarea va a ser de órdago a la grande. El de hoy es de esos partidos especiales, de palabras mayores, distintos por la envergadura inequívoca del adversario. Una noche que, para los zaragocistas, debería suponer un acicate extra, un estímulo para mostrar su mejor cara en un combate de prestigio. El duelo ante los gerundenses es una gran oportunidad para la reivindicación del Real Zaragoza desde la modestia del presente (el suyo es el 13º presupuesto de la categoría, sabido es).

Víctor Fernández supo cómo cicatrizar hace una semana en Vallecas, ante otro ex Primera como el Rayo (el tercer techo salarial), el bofetón moral que generó la derrota por 0-1 ante el Albacete en La Romareda seis días antes. Ganaron los zaragocistas en Madrid por un gemelo 0-1 y se demostraron a sí mismos que lo de los dineros, una vez rueda el balón y con rasmia e ilusión, se puede hacer secundario y que es posible saltar con pértiga ese cartel de el de enfrente que presume de libretas de ahoro monumentales, fondos de inversión lamineros y holguras en la cesta de la compra que aquí son tabú hace muchos años.

Hoy, con ese buen marcador en campo vallecano como base, aunque sea necesario mejorar sensiblemente la calidad del juego, de las combinaciones, de las llegadas al área, el Zaragoza tiende a formar con una alineación similar a la que suturó las dudas en la capital de España. Solo Kagawa, que vuelve tras otra semana de baja por unas molestias musculares (a ver si el japonés entra en vereda de una vez), parece asomar con opciones de modificar el once inicial, en el puesto de Blanco.

Debutará ante la afición zaragocista el delantero Puado, cedido por el Espanyol para suplir la ficha de Dwamena. Un aliciente interesante. Como lo será, si juegan finalmente, ver con el Girona a los exblanquillos Diamanka (verdugo en su día con el Numancia) o Marc Gual, ariete que no cuajó aquí el año pasado. El reto de los de Víctor Fernández es procurar que no se noten las importantes bajas de Cristian Álvarez, Vigaray, Atienza o Igbekeme, todos lesionados.

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