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El Zaragoza recupera a Vigaray

El lateral derecho, una vez superada su lesión muscular, está listo para reaparecer en el partido contra el Almería del próximo domingo. Con él, el equipo encajaba 0,33 goles por partido; sin él, 1,75. 

Momento en el que Vigaray se marcha lesionado y es sustituido por Guitián en el partido de este domingo ante el Cádiz. Era el minuto 21 y se había roto en el 17.
Momento en el que Vigaray se marcha lesionado y es sustituido por Guitián en el partido de este domingo ante el Cádiz. Era el minuto 21 y se había roto en el 17.
Toni Galán

Cómo si un castillo de naipes se desplomase al retirarle uno de sus ases, el Real Zaragoza ha debido convivir en el último mes y medio con el vacío y la nostalgia de Carlos Vigaray. Su lateral derecho descolló en las primeras jornadas de la temporada, en las que el equipo aragonés se propulsó a base de victorias y pocos goles encajados, como un sustancial bloque de granito en la argamasa defensiva que caracterizó al Real Zaragoza de esos días. Todo, el jugador y el equipo, se fue viniendo abajo tras la lesión muscular que sufrió contra el Lugo, una dolencia agravada por Víctor Fernández al acelerar su regreso a la alineación mucho antes de lo que ese tipo de problemas fibrilares aconseja: el futbolista reapareció contra el Cádiz y apenas duró dos carreras y una patada al balón. A los 22 minutos, estaba de nuevo con la pierna desgarrada.

Desde entonces, se ha tomado la recuperación con otro enfoque, con pausa, con cautela. Vigaray es un futbolista con una fuerte composición muscular, explosivo, y la rehabilitación exigía las mayores precauciones tras su recaída. Y así ha sido: ahora, Vigaray ya está listo para jugar, y lo hará en Almería. Está completando una buena semana de entrenamientos y las sensaciones animan a su vuelta en el estadio de los Juegos Mediterráneos el domingo. Para Víctor Fernández, es un jugador capital, así que el Real Zaragoza recuperará una pieza clave en la mampostería defensiva.

La dinámica de equipo a lo largo de esta temporada invita a pensar que la baja de Vigaray explica los problemas que se han sufrido en el tramo de partidos del último mes y medio. El Zaragoza se fue cayendo, sobre todo en defensa, desde el mismo momento en el que su lateral derecho acabó en la enfermería. Los números son un fácil asidero en este aspecto.

En los seis partidos con Vigaray sano, el Zaragoza permaneció invicto, sumó 14 puntos de 18 posibles y sus sensaciones, más allá de las cifras, eran inmejorable, prometedoras. También sus registros defensivos eran dignos de un aspirante al ascenso directo: solo dos goles encajados, cuatro partidos con la portería a cero y ningún encuentro encajando más de un gol.

Todos estos datos se emborronan en el tramo de ocho partidos en los que el Zaragoza lloró a Vigaray, incluyendo su veintena de minutos contra el Cádiz. Sin el madrileño, comenzaron a llegar las derrotas (4) y las trompetas de crisis. Los lujosos números anteriores se dieron la vuelta: el Zaragoza solo ha ganado dos partidos desde aquella lesión, su cosecha de puntos ha encogido a 8 de 24 posibles… Y, en defensa, se abrió una inquietante hemorragia: 14 goles recibidos, solo dos jornadas con la portería a cero y seis partidos en los que se encajaron dos o más goles.

Sin Vigaray, el Zaragoza pasó de sufrir 0,33 goles por partido a 1,75, cinco veces más, una cuestión que avivado análisis sobre la relevancia de esta baja en el funcionamiento defensivo del Real Zaragoza. Los números gruesos así lo dicen, y la influencia de esa baja, en efecto, es indudable: Carlos Vigaray introducía hormigón en su sector defensivo. Fuerte, físico, potente, ganador de duelos individuales, buen marcador, vigilante del segundo palo, con salto y juego aéreo… Sus rasgos potenciaron, además, a sus cercanos: a Atienza, al interior de su zona, al mediocentro… Una muestra de que un equipo, muchas veces, es un ecosistema en el que la ausencia de un organismo afecta a muchos otros, alterando el orden genera. Es obvio que la baja de Vigaray impactó en negativo en la solidez defensiva del equipo, aunque por sí sola no explica los problemas colectivos con los que ha debido lidiar Víctor Fernández en el último mes y medio. Es un factor relevante de varios otros.

Por ejemplo, aunque el Zaragoza ha recibido muchos más goles sin Vigaray, ha recibido prácticamente los mismos remates por partido. Con el lateral derecho madrileño disponible, los rivales le disparaban 11 veces por encuentro. Sin él, en las ocho jornadas que han coincidido con el declive del equipo, la cifra apenas ha crecido medio punto: a 11,6. Esto se explica así, en parte, quizá, porque ni el Zaragoza defendía tan bien al comienzo de liga o tan mal después. Hay que recordar que el Tenerife le remató 16 veces, la Ponferradina, 15, el Extremadura, 18… Y Vigaray estaba en el campo.

Donde sí se observa una incidencia mayor con la baja de Vigaray, y esto explica el aumento de goles encajados, es el porcentaje de remates recibidos dentro del área respecto a los totales. Con Vigaray en el equipo, el 50% de los disparos rivales eran en esos metros finales (5,5 por partido). Durante su lesión, este ratio ha crecido a 62,5% (7,25 por partido). Sin Vigaray, al Zaragoza le han rematado lo mismo, pero de más cerca, de posiciones más ventajosas. El área se ha abierto. Mes y medio después, Víctor Fernández recupera una pieza clave para volverla a cerrar.

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