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Luis Suárez vuelve a sonreír

El atacante cafetero fue el principal artífice de la victoria zaragocista ante Las Palmas. Se reconcilió con el gol tras cinco partidos de sequía y generó peligro constantemente.

Partido Real Zaragoza - Las Palmas
Partido Real Zaragoza - Las Palmas
Toni Galán/Oliver Duch

Tras un mes entero de sequía, Luis Suárez recuperó este domingo la sonrisa. El atacante colombiano se reconcilió con el gol a los tres minutos y, sin la carga que genera la desconfianza, voló durante el resto del encuentro. El derroche físico que lo caracteriza adquirió una sexta velocidad, hasta convertirse en el principal valor de un Real Zaragoza que recurrió constantemente a sus desmarques para penetrar la desordenada defensa de Las Palmas.

Suárez fue decisivo en todas las facetas del ataque, empezando por la importancia de abrir la lata tan pronto y acabando en esa labor de presión incansable, que convierte en peligro cualquier balón divido y hace dudar a los rivales.

El 1-0 definió el futbolista que es. No da una acción por perdida, apura al máximo las opciones sacar rédito de los errores ajenos, y se presenta como amenaza constante. Cualquier envío en profundidad, como el de Enrique Clemente que propició el fallo en el despeje de Aythami, le sirve para generar inseguridad en su marcador. Poco le importó ayer no contar con otro referente ofensivo a su lado. Él solito se bastó para retomar el camino hacia la portería, que parecía olvidado en los últimos cinco compromisos ligueros, coincidiendo con la baja prolongada de su socio Raphael Dwamena.

El omnipresente Luis Suárez incurrió por todas las posiciones del ataque. Solo en el primer cuarto de hora de juego, más allá del mencionado tanto, tuvo tiempo de servir otro al desacertado Jorge Pombo desde la banda y de filtrar un soberbio taconazo a Carlos Nieto que, esta vez sí, significó el 2-0.

Después, camino del descanso, el delantero cafetero continuó corriendo de manera infatigable. A veces en busca de esos balones que le servían como referente único; otras tantas en la soledad que este domingo no acusó. Las Palmas concedió muchos espacios. Y con metros para explotar su tremenda potencia, Suárez es un delantero diferencial. Sometió a sus contrincantes en los duelos directos en carrera y no se amedrantó en la disputa cuerpo a cuerpo. Hasta el punto de que, en una acción más que discutible, vio la quinta tarjeta amarilla de su cuenta particular. Demasiado castigo para un hombre de lucha noble, que en el segundo tiempo volvió a ser determinante.

Con el rival más abierto, si cabe, Alberto Soro fue su mejor aliado en diversas contras en las que empezó a acusar el sobresfuerzo. Un par de ocasiones fallidas precedieron al tercer tanto zaragocista. Este domingo la suerte estaba de cara y un penalti con suspense le valió para firmar su doblete y la sentencia, que no evitó que siguiera tirando desmarques sin cesar hacia la recta final del partido.

Parecía ir aupado en motocicleta, al lado de unos zagueros terrenales a los que acabó por desesperar. Como muestra, la expulsión de Mauricio Lemos, justo antes de que el puñal sudamericano perdonase el ‘hattrick’ con el tiempo reglamentario cumplido. Daba igual. Para entonces, ya había destrozado a un rival que ayer extrañó el fútbol distintivo de su gran referente. Luis Suárez eclipsó a Jonathan Viera, recuperó la confianza y nos mandó a cabilar sobre qué ocurrirá la próxima semana en su ausencia en el estadio de los Juegos Mediterráneos de Almería. Eso, si el Real Zaragoza no decide finalmente presentar recurso a su castigo y queda fuera de la batalla.

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