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El parón provocado por el Fuenlabrada rompió la racha de victorias zaragocistas

Lejos de resultar anecdótico o secundario, el quebranto de aquel partido suspendido por los madrileños por un singular brote de gastroenteritis en su plantilla el 18 de septiembre marca el frenazo de los de Víctor.

Kagawa, el pugna con Lomotay ante la mirada de Díez, en el partido ante el Extremadura, que el Real Zaragoza ganó 3-1 el 15 de septiembre. Fue su última victoria.
Kagawa, el pugna con Lomotay ante la mirada de Díez, en el partido ante el Extremadura, que el Real Zaragoza ganó 3-1 el 15 de septiembre. Fue su última victoria.
Toni Galán

Con la tontería, sin comerlo ni beberlo, resulta que el partido suspendido por el Fuenlabrada aquel miércoles 18 de septiembre en la 6ª jornada, por una singular gastroenteritis en buena parte de la plantilla madrileña tras haber perdido en Lugo horas antes, ha dejado marca en el Real Zaragoza. 

Puede ser casual, algo opinable y debatible. Pero lo que es indiscutible es la pura realidad: los de Víctor Fernández llegaron a ese punto en la cresta de la ola, con 4 victorias y un empate en los 5 primeros partidos de liga, los anteriores a ese peculiar duelo aplazado in extremis de Fuenlabrada. Y, a partir de ese cambio de paso, de esa incertidumbre de bastantes horas, de la anulación a última hora del viaje a Madrid, de la ruptura de planes de Víctor respecto de cambios y rotaciones en su plantilla en aquella primera semana de tres partidos en 7 días, el Real Zaragoza se ha atascado

Porque, véase en el retrovisor el discurrir del viaje blanquillo por esta liga, desde entonces ya no ha habido victorias. Tres partidos, tres empates. Insisto, podrá ser casual, cosa siempre pleiteable, pero lo que sí es, con rotundidad, es un hecho y un efecto palmario. Vino el Lugo tres días después a La Romareda y se llevó el 0-0. Viajó el Zaragoza a Oviedo y sujetó el 2-2 como pudo. Y, el jueves último, el Málaga arrancó otro 2-2 del estadio zaragozano. 

La última victoria blanquilla data del 15 de septiembre, aquel 3-1 frente al Extremadura. Y, de paso, ese día fue también el último en el que el Real Zaragoza vivió en ventaja en el marcador. En sus tres empates encadenados en los últimos 16 días, ya no ha vuelto a jugar con el viento de cola de los goles. Ante el Lugo, no logró perforar la portería gallega. En Oviedo, tuvo que remontar dos veces los goles anteriores de los asturianos, tanto el 1-0 como el 2-1. Y hace 72 horas, frente al Málaga en La Romareda, le pasó lo mismo: debió reponerse del 0-1 tempranero y, al final, del 1-2 postrero de manera casi histérica. 

El partido de este domingo, el de la 10ª jornada, que trae al líder Cádiz al estadio zaragocista, tiene para los de Víctor Fernández este reto añadido a los ya advertidos en las horas previas, esos que hacen referencia a seguir invicto, a ser capaces de superar a los gaditanos de una vez tras muchas visitas siendo demonios para los aragoneses... También han de acabar con el gafe que provocaron las diarreas y vómitos del Fuenlabrada hace 20 días en el discurrir por la liga de los zaragocistas

Por muchos motivos, hay ganas de saldar de una vez ese partido aplazado en el campo fuenlabreño. Ya queda poco, pues será el miércoles 16. El Real Zaragoza necesita tener las referencias diarias convenientemente actualizadas, pues su puesto en la clasificación, de privilegio en la zona alta por su condición de invicto, siempre necesita de la apostilla que aclare que "le queda por jugar un partido". Es como si a su carrocería le faltara una pieza importante, una aleta, o un cristal en una ventanilla. No está completo. 

Y, claro, cuando llegue ese momento, a los de Víctor les convendría recuperar el pulso y el flujo sanguineo que tenía aquel Real Zaragoza de hace un mes cuando iba a ir a Fuenlabrada y asustaba, con solo nombrarlo, a los madrileños y a cualquier otro. Ahora, los tres empates tras aquel lapsus provocado por el prójimo, han rebajado el ruido de las pisadas zaragocistas en la clasificación que, siendo aún notables, ya no están dejando tanta marca en los rivales. 

Para ello, la cita de este domingo pilarista ante el Cádiz es fundamental. Y también tendrá un gran valor de cambio la divisa de Soria el próximo domingo ante el Numancia, siempre hiper estimulado cuando por allí van los aragoneses. Alguna victoria debe llover en el zaragocismo en estos dos lances consiguientes. Esa es una senda que hay que recuperar, por la zona limpia, sin pisar matorral ni dejarse puntos, a base de empates, en el roce con la maleza. 

Ante el Cádiz, entre otras cosas a reconducir, también hay que acabar con el efecto dañino del parón de Fuenlabrada. Que aquel daño de terceros, en principio con carácter menor cuando se produjo, no acabe pareciendo más grande de lo que debería ser. Son las cosas curiosas del Real Zaragoza a lo largo de su historia. 

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