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Sergio Gil vuelve a La Romareda con el Extremadura, tras su trienio en el Lugo

El centrocampista zaragozano, apuesta fallida de la cantera hasta su abrupta salida en 2016, es uno de los fichajes de los de Almendralejo y será foco de atención ineludible este domingo en La Romareda

Sergio Gil, en sus inicios con el Real Zaragoza (izda. en 2016) y actualmente, recién llegado al Extremadura (dcha., 2019).
Sergio Gil, en sus inicios con el Real Zaragoza (izda. en 2016) y actualmente, recién llegado al Extremadura (dcha., 2019).
Guillermo Mestre/UD Extremadura Twitter

Sergio Gil Latorre, centrocampista zaragozano de 23 años, será este domingo en La Romareda uno de los focos de atención del partido entre el Real Zaragoza y el Extremadura de Almendralejo. 

Canterano blanquillo, futbolista creativo en la medular, fue una de las más firmes apuestas del club en este complicado periplo por Segunda División que cumple ya su 7ª temporada consecutiva, pero estropeó su trayectoria prometedora con las formas y el procedimiento con el que forzó su salida de la entidad zaragocista en julio de 2016. Viene de jugar 3 años en el Lugo, que fue su estación de destino al partir con polémica del Zaragoza. Esta vez, lo hará por primera vez con el Extremadura, con el que acaba de fichar este verano tras un gris paso por el cuadro gallego de Segunda. 

Nunca pasará desapercibido Gil por La Romareda. Pudo haber sido un ídolo, pues iba para jugador referencial desde la edad juvenil y tras su paso por el filial, el RZD Aragón. Pero su agencia de representación (con José María MInguella Jr. como cabeza visible) y la poca visión de la jugada del propio futbolista, terminó por abollar la relación con el club y la afición blanquilla de manera indeleble. Acabaron en los tribunales. Por un contrato firmado bajo unas condiciones que se quiso interpretar de otro modo. 

Con Minguella II, su apoderado, metiendose incluso en la antesala del vestuario de Palamós, el día de la catástrofe del equipo ante el Llagostera que arruinó la Promoción de ascenso tras aquel 6-2 aún inexplicado (quizá algún día se pueda hacer). Queriendo hablar con Sergio Gil en lo que era el final de la temporada y, a la sazón, el último partido del rubio jugador como zaragocista. Gil le atendió en medio del funeral y las lágrimas de los demás, en una imagen inaceptable que hirió a los dirigentes sobremanera. Primaba lo suyo por encima de lo colectivo. El lío que montó en aquellas semanas fue de órdago a la grande.

Probablemente, Sergio se habrá arrepentido más de una vez. Minguella le prometió (y así lo hizo correr a quien le quiso escuchar en los permeables medios de comunicación que siempre están a mano de representantes y similares) un espacio de expansión en la League One de Francia, en Mónaco, en Marsella. Una barbaridad. Un engaño que el tiempo ha sacado a flote.

Gil debutó en el primer equipo del Real Zaragoza de la mano de Ranko Popovic, el año en el que casi se sube a Primera División en Las Palmas. Era marzo de 2015. Jugaba en el filial, a las órdenes de César Láinez en Segunda B, y el serbio lo reclutó para participar hasta en 3 partidos. El primero, ante el Lugo en La Romareda (0-0, donde jugó 10 minutos en el puesto de Ruiz de Galarreta). El segundo, como titular, en una matinal santanderina en El Sardinero, con victoria 0-2 ante el Racing, en la que estuvo 71 minutos sobre el césped. Y el tercero, en Zaragoza ante el Alcorcón (1-1, donde relevó al suizo-albanés Basha a falta de más de media hora). 

En la siguiente temporada, la 15-16, Sergio Gil fue ascendido a la primera plantilla de pleno derecho. Empezó con Popovic de nuevo y continuó con Lluís Carreras a partir de diciembre. El mediocampista aragonés estuvo presente en 17 partidos, 3 de ellos como titular. Y jugó completo el de la vergüenza de Palamós, el último, el definitivo y negro de aquel mal año de infausto recuerdo. 

Compañero de camada de los Pombo, Nieto, Guti, Delmás, Lasure, Ratón... también de Zalaya (otro descarrilado en el último salto al equipo grande), Sergio Gil se convirtió hace 3 años en un eslabón perdido en el actual Zaragoza de Segunda, donde los canteranos han contado con más peso específico que nunca en las últimas décadas por la fuerza de la necesidad. Pudo ser un tipo importante en su casa, pero su conducta personal en las relaciones con el club, con una visión de futuro envuelta en grandezas sin fundamento, arruinó su posición y lo llevó lejos de casa a feudos de menor fuste que el Real Zaragoza, como resulta obvio. 

Ahora, la vida sigue y va desgranando capítulos con naturalidad. Con el Lugo ya jugó en Zaragoza nada más salir de La Romareda, en un 1-1 con gol de Cani que igualó Fede Vico in extremis. No fue bien recibido por la afición. Hace dos años solo vino en la Copa (victoria 1-0 de los zaragocistas, con gol de Papunashvili y lesión seria de Gil, que abandonó el campo en el minuto 37 muy dolorido). Y el año pasado, no fue convocado cuando los lucenses vinieron al estadio zaragocista. Esta vez, Gil retornará a la que fue su casa por tercera vez, la primera con el Extremadura

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