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El instinto matador de Luis Suárez "perdonó" la expulsión al portero rival

Jiménez, guardameta de Alcorcón, derribó al ariete del Real Zaragoza en la jugada del 0-2. Pero el colombiano, que llegó a caer al suelo, no pensó en dejar al rival con 10 hombres y solo vio el gol que acabó anotando.

Momento en el que Luis Suárez, ya levantado del suelo tras ser derribado por el portero del Alcorcón, Dani Jiménez, en un mano a mano, se dispone a marcar a puerta vacía el 0-2 para el Real Zaragoza, pues Pomares (dorsal 3) llegó tarde a taponarlo.
Momento en el que Luis Suárez, ya levantado del suelo tras ser derribado por el portero del Alcorcón, Dani Jiménez, en un mano a mano, se dispone a marcar a puerta vacía el 0-2 para el Real Zaragoza, pues Pomares (dorsal 3) llegó tarde a taponarlo.
Enrique Cidoncha

El talante como delantero de Luis Suárez quedó puesto en evidencia, encima de la mesa, abierto como un libro, este domingo 8 de septiembre en Alcorcón. El ariete del Real Zaragoza, guerrero, enfervorizado atacante en cada lance del juego sobre las defensas adversarias, enseñó a todo el mundo cuál es su modo de entender su trabajo, su tarea como goleador. No es un tipo marrullero, no es interesado ni calculador en los momentos de la verdad. Solo huele el gol. Solo ve la portería rival. No tiene más intención, siempre, que anotar un tanto a favor de su equipo. 

Luis Suárez, en el minuto 41, marcó el 0-2 para los blanquillos en Alcorcón. Y, en esa jugada, el 95 por ciento de los delanteros del mundo del fútbol profesional en las ligas mayores, no hubiese introducido la pelota en la portería de los madrileños... porque habría provocado un penalti que era cristalino y que, por cómo fue la acción, conllevaba la tarjeta roja y la expulsión del guardameta Dani Jiménez

En efecto, Jiménez, en el mano a mano ante Suárez una vez que el colombiano zaragocista olisqueó el error de cálculo del central Diéguez al dejar botar el balón a sus espaldas y se llevó la pelota en franquicia, derribó al punta del Real Zaragoza. Una zancadilla en el cuerpo a cuerpo que iba a ser pena máxima y roja. Luis Suárez trastabilló y llegó a tocar el suelo con las manos... pero su cerebro no pensó en un beneficio mayor que el gol. Ese valor no existe, por ahora, en su manera de interpretar su rol sobre el césped. 

El cafetero se levantó como un gamo porque sabía que había regateado al arquero madrileño y, si controlaba la pelota, iba a marcar a puerta vacía. Y así lo hizo. 

No coligió que, con esa conducta, llena de 'fair play' y de franqueza en el juego, estaba indultando a Dani Jiménez y permitiendo que el Alcorcón pudiera jugar con los 11 futbolistas durante todo el partido y no en inferioridad numérica, con cambio de portero incluido, durante más de medio partido. 

Cabe pensar, mucho más con el VAR, que el árbitro, De la Fuente Ramos, hubiese señalado el penalti con unos segundos de retroactividad en caso de que Luis Suárez no hubiera marcado el gol, bien porque su tiro no hubiese encontrado portería (estaba ya bastante escorado) o porque el lateral Pomares, que lo intentó, hubiese llegado a tiempo de taponar su chut final. Pero luego, todavía hubiese quedado el colofón a la maniobra: meter el penalti y no errarlo

Suárez apostó por seguir y jugársela al instinto, al todo o nada. Y salió ganador. Merecidamente ganador. Ilustrativamente ganador. Por eso, al terminar el partido, el colombiano se prestó a analizar para HERALDO DE ARAGÓN este singular momento.

"Es mi forma de jugar. No dar nunca un balón por perdido. Estar siempre con la ambición presente en cada momento del partido", comenzó rememorando. 

Y se le hizo ver que aquello había sido un penalti como una catedral de grande. "Sí, sí, sí... lo hablé luego con el árbitro. Y también con el portero. Me metió un palo bueno. Pero, al final, creo que un delantero ha de levantarse ahí y marcar el gol", corroboró Luis Suárez. 

Al sudamericano se le sugirió que, la mayoría de los goleadores, en esa misma jugada, se hubiesen quedado caídos en la hierba en busca del penalti y la roja al portero. Y esta fue su respuesta: "La gente me dice mucho que yo estoy hecho de otra madera, ¿no? A mí, cuando más palos me dan, más ve voy hacia delante. Esta es mi forma de jugar".

Así que, aquí tienen, éste es Luis Suárez. El delantero del Real Zaragoza al que, dentro de su mala tarde y de la goleada encajada por su equipo (el Alcorcón), el portero Dani Jiménez le tendrá que agradecer de por vida el perdón de una tarjeta roja del tamaño de un calendario de taller. Seguro que Jiménez, visto el marcador final, le estará muy agradecido al de Colombia pues, de este modo, no se pierde por sanción la siguiente jornada. 

Y, por cierto, al César lo que es del César. La ley de la ventaja concedida por De la Fuente Ramos, otrora vituperado en actuaciones perniciosas con el Real Zaragoza, habla de un gran arbitraje del prometedor juez vallisoletano. Aguantó bien y dejó abierta la opción de que Suárez, con juego limpio, hiciera un bello gol, el 0-2.

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