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Atienza: "Jugar en el Real Zaragoza son palabras mayores para mí"

El nuevo central del Real Zaragoza, cordobés de 29 años y 1,90 de estatura, recupera en su madurez las sensaciones de gran futbolista que vivió como adolescente -internacional con España- y que estuvo a punto de extraviar en años difíciles.

Francisco Javier Atienza posa para HERALDO DE ARAGÓN en el Hotel Barceló Monasterio de Boltaña, en donde es debutante con la plantilla del Real Zaragoza en este verano de 2019.
Francisco Javier Atienza posa para HERALDO DE ARAGÓN en el Hotel Barceló Monasterio de Boltaña, en donde es debutante con la plantilla del Real Zaragoza en este verano de 2019.
Daniel Marzo

Hablar de Francisco Javier Atienza en el mundo del fútbol es acabar en su apodo: ‘Pichu’. ¿De dónde viene?

De cuando era pequeño. Tengo un hermano mayor que empezó a llamarme así cuando tenía 4 o 5 años. Él no se acuerda de cómo se le ocurrió aquello. Pero se extendió que me llamaran así… y hasta hoy.

¿Dónde empezó a pegarle patadas al balón?

En mi pueblo. Soy de Cañete de las Torres, en la carretera entre Córdoba y Jaén. Ahí estuve hasta los 10 años, empecé muy pequeñito. Me fichó el Córdoba en Alevines. Y, con solo 14 años, me fui al Atlético de Madrid, en edad Infantil.

Un salto enorme para un niño de corta edad. Y llegó a ser internacional español en categorias inferiores.

Sí. Fui con España hasta el combinado sub-18. Fue una experiencia magnífica para un niño, para un joven que estaba solo, fuera de casa, apostando por ser futbolista.

¿Qué pasó para que de aquel Atienza subcampeón del mundo con España sub-17 no siguiera la senda de De Gea, Nacho, Bojan, Illarramendi…?

Son muchas cosas. Con el tiempo, con la madurez, ves que no es nada fácil llegar a lo más alto en esto del fútbol. Con 17 años, te ves en la selección, en el Atlético de Madrid y te parece que ya eres futbolista, que ya lo tienes hecho. Y viene cuando tienes que competir contra hombres, en categorías de verdad. Y ahí hay un salto que es enorme y hay que dar. No fue sencillo para mí.

¿Qué parte de culpa tuvo usted en su atasco de casi una década y qué parte los alrededores del fútbol?

En ese momento de los 19, 20, 21 años, el culpable fui yo. También es verdad que alguien te tiene que dar siempre la oportunidad. Pero yo, en esos años decisivos, no viví el fútbol como lo vivo ahora. No tenía esa profesionalidad, esa responsabilidad necesarias. Al final, era un crío. Y llevaba desde los 14 años solo, fuera de mi casa. No sé… ahora lo veo y me digo: “se me pasó la oportunidad, a mí solito”. Seguramente, la oportunidad que otra gente me debió dar, también me la debía haber ganado yo.

Su reconducción personal vino marchándose al Sevilla B.

Sí. Me di cuenta que había que cambiar todo. Me acerqué a hora y media de mi casa. Mi mujer, entonces mi novia, es de Sevilla. Con la familia, todo es más fácil. Allí tuve un punto de inflexión personal y cambié.

De ahí lo sacó y se lo llevó el Huesca, otro equipo aragonés.

Fue mi primera salida a un equipo de verdad, que no fuera filial. Empecé a convivir con gente adulta. Ya no estaba rodeado de chavales de mi edad. En Huesca espabilé de verdad. Y conocí la dureza de la Segunda B, con gente como Tariq, Camacho… me hicieron despertar del todo.

Estando en Huesca conocería ya Zaragoza.

Sí. Viví en Huesca capital, pero venía a Zaragoza bastante. Lo conozco bien de ese año.

Tras el paso por el Hércules, su salto al fútbol profesional, con 26 años, fue en el Reus hace solo 3 temporadas.

Ahí vi que era mi momento de darme a conocer. De salir en la prensa, en la televisión, de que mi nombre sonara. Me costó mucho. En el Hércules fallamos en dos promociones de ascenso. El Reus me dio la oportunidad. Y cuando llegué allí tenía claro que ya no me iba a bajar del tren del fútbol de élite. Había luchado mucho durante años para ser futbolista profesional. Y en Reus me agarré a esto por fin.

El Reus era un equipo sin trayectoria, modesto… ¿dudó de ir allí?

No podía dudar, me fui de cabeza. Era principios de julio, un equipo en Segunda… no podía esperar. Tenía que coger esa salida hacia el fútbol que suena, emerger.

Y, tras dos años allí, el curso pasado se vino aquí al lado, al Numancia de Soria.

Desde la Navidad anterior ya habían hablado conmigo. El Numancia vino a por mí. Estuvieron en ‘play off’ todo el año y acabaron jugándolo. Me gustó la idea, era otro salto más para mí.

Lo jugaron… y se cargaron al Real Zaragoza.

Sí (risas). Fue tremendo. Yo ya había firmado contrato con ellos y lo viví aún desde fuera, pero sintiéndolo como mío, como si ya estuviera con el Numancia. Fíjese qué curioso. Ahora, de repente, estoy en el otro lado, en el del Real Zaragoza que acabó tan decepcionado aquel día. ¡Lo que son las cosas!

El Real Zaragoza, el hito más relevante de su carrera, ya con 29 años.

Sin duda. Esto ya son palabras mayores, con todos los respetos a todo el mundo. En Segunda, 27.000 abonados hablan por sí solos. Es otro nivel. En todo. También en presión, en exigencia del entorno. Para mí esto es el fútbol de verdad. Me estimula. Es bonito el proyecto.

Víctor Fernández ha ido a buscarle por su perfil. Viene avalado.

El puesto hay que ganárselo siempre, cada día. Pero es importante venir a un sitio así. Estoy muy agradecido al esfuerzo que ha hecho el club por traerme. Yo tenía dos años más de contrato en Soria y pensaba seguir allí. El Real Zaragoza se ha empeñado en que esté aquí. Es algo que yo valoro.

Ha jugado en defensas rocosas, Reus y Numancia. ¿Cuál es la clave para parar a los delanteros de Segunda?

No hay una fórmula, no la sé con exactitud. Pero está claro que, en Segunda, ser un equipo fuerte defensivamente, mantener la portería a cero en muchos partidos, te da muchas opciones de estar siempre arriba en la tabla. Víctor Fernández sabrá encontrar el método.

El Zaragoza ha sido blando estos años en la defensa del balón parado. Usted es una medicina para eso.

Hombre, yo alto soy. Pero defender la estrategia requiere más cosas. Y en esta división, estas jugadas decantan las victorias y los partidos muchísimas veces. Si en Zaragoza las cosas no se han hecho bien en los últimos años, yo espero ayudar a corregir todo esto. Mis valores de estatura y fuerza en las marcas forman parte de mis características, lo asumo.

¿Qué relación mantiene con sus compañeros de selección española de hace 12 años?

Poca. Muy poca. Nos seguimos por Instagram, por ver un poco la vida que lleva cada uno. Pero relación personal, ninguna.

Hasta ahora ha cambiado mucho de lugar. ¿Le apetece echar raíces ya?

Yo he fichado por 3 años en el Zaragoza. Yo firmaba ahora mismo convertirme en un referente de este equipo en los próximos años. Ojalá las cosas salgan y logremos poner al Real Zaragoza en Primera. Veo que estamos haciendo un buen equipo y tenemos un entrenador con una experiencia envidiable para los demás. Todo está yendo muy bien.

Viene con su familia.

Sí. Con mi mujer y con mis dos hijas. Soy una persona tranquila. Me gusta moverme por la ciudad, soy de ir de aquí para allá con ellas por todos los lados. No me gusta aislarme de la gente, al contrario, me gusta el roce y la relación. Soy de los que se involucran. También viajamos en los días libres. Nos gusta conocer la zona, otros lugares cercanos.

¿Tiene vocación de seguir como entrenador cuando se retire?

Tengo el nivel 2 ya aprobado pero, sinceramente, no me veo en los banquillos. No me veo. No sé las vueltas que dará el fútbol, pero creo que me dedicaré a otras cosas. 

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