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El Real Zaragoza enlaza dos jornadas de liga con 11 días de pausa

El equipo aragonés jugó en Málaga el anterior partido, de la jornada 40ª, el viernes 24 de mayo. Y ha debido esperar al martes 4 de junio para disputar su duelo de la 41ª ante el Numancia.

Último partido de liga jugado hasta ahora por el Real Zaragoza: fue en Málaga, el viernes 24 de mayo... correspondiente a la jornada anterior a la de hoy, 4 de junio.
Último partido de liga jugado hasta ahora por el Real Zaragoza: fue en Málaga, el viernes 24 de mayo... correspondiente a la jornada anterior a la de hoy, 4 de junio.
José Bretón

La atomización de los partidos de liga en el fútbol español, colocados uno a uno, durante varias fechas diferentes, en horarios dispares y exclusivos para cada duelo, lleva durante el año a que los equipos tengan unas distancias temporales inusuales, a veces inexplicables y perniciosas para sus intereses particulares, entre partido y partido. Es el peaje, severo, que han de pagar los jugadores, los cuadros técnicos, por el orden establecido por las televisiones, por la Liga de Fútbol Profesional y su concepto de macro negocio respecto del fútbol de élite (Primera y Segunda División).

Lo que le ocurre este martes, 4 de junio, al Real Zaragoza (y al Málaga) es un nuevo detalle de esas anomalías que, con el paso de los años, ya se están admitiendo como naturales cuando, en puridad, son un inconveniente evidente para el día a día de los profesionales del balón y, por derivación, para los seguidores de cada club. El equipo aragonés va a disputar la jornada 41ª con una pausa de 11 días en relación a cuando jugó su anterior duelo del torneo liguero, el de la 40ª. 

En la jornada precedente, el enfrentamiento Málaga-Real Zaragoza fue adelantado al viernes (24 de mayo), para abrir ese antepenúltimo capítulo de la liga. Y ahora, en la penúltima, a causa del aplazamiento de los partidos del domingo por el fallecimiento del jugador del Extremadura, José Antonio Reyes, va a acometer el choque de la penúltima fecha de la competición en día martes, 11 hojas del calendario más allá del hito previo (a los malagueños, que juegan en Albacete, les sucede lo mismo). 

Con estos condicionantes, la rutinas y planes de entrenamientos saltan por los aires en muchos momentos del curso en los vestuarios profesionales. No es normal. No se atiene a lo recomendable dentro de los métodos técnicos que se manejan desde hace décadas en las áreas deportivas de los equipos. 

Por recordar otro caso, con una alteración temporal inversa a la que ahora sucede con el Real Zaragoza, baste citar aquel doble desplazamiento que tuvo que hacer el equipo aragonés en febrero a Las Palmas y Lugo de manera consecutiva. El partido de Canarias lo retardó y lo ubicó la LFP en lunes -4 de febrero- a las 21.00. Y el de Galicia lo adelantó a la tarde del sábado 9 de febrero.

Así, la expedición zaragocista apenas pudo pasar 48 horas en casa durante una franja real de 8 días naturales, entre uno y otro partido, sin poder entrenarse en condiciones y pasando largo tiempo en tránsito por los largos viajes a las islas (tren y avión) y a la ciudad lucense (9 horas de autocar de ida y otras 9 de vuelta).

En ese caso, apelando a la arbitrariedad de la organización del fútbol español a la hora de colocar los partidos según el interés de las televisiones (grifo financiador clave del invento), sí que le hubiese venido bien al Real Zaragoza un espacio de pausa mayor, pues el calendario le instaba a hacer dos largos y tortuosos viajes encadenados. Pero, en vez de actuar con la razón y el sentido común, los programadores lo hicieron al contrario, sin aplicar un solo gramo de lógica, y lo que hicieron fue lo inverso: pegar esas dos citas ligueras en el tiempo increíblemente. El martes por la noche llegó el Real Zaragoza a casa desde Las Palmas y el viernes por la mañana ya estaba viajando hacia Lugo. Sin palabras. 

Lo de hoy es el colofón del año. Un Real Zaragoza-Numancia 11 días después del último partido, el de la anterior jornada, el Málaga-Real Zaragoza. ¡Qué tiempos los de los carruseles radiofónicos de verdad! Aquellos de todos los partidos a la vez, de los domingos a las 5 de la tarde, del orden y el concierto familiar en los fines de semana, del fútbol como ocio para ver los partidos in situ, con el ambiente de los estadios, con el aliciente de los desplazamientos cuando tocaba. Estamos en otra dimensión. Para bien en algunos aspectos (la pasta y poco más), para mal en otros muchos. Y lo peor es que el cuerpo ya ha hecho callo y este tipo de aberraciones ya se dan por naturales.

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