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¿Qué hizo el Real Zaragoza en los partidos insulsos tras las últimas salvaciones?

No ganó los 3 que disputó. En la liga 16-17, con Láinez, perdió 1-2 con el Tenerife en La Romareda; y en la 13-14, con Víctor Muñoz, empató 1-1 contra el Sporting en casa y cayó por 1-0 en Alcorcón.

Zapater, Cani, Raí Nascimento, Ratón, Jesús Valentín y Lasure, al final del Real Zaragoza-Tenerife (1-2) de final de liga hace dos años, el último partido insulso tras una salvación jugado por el cuadro aragonés.
Zapater, Cani, Raí Nascimento, Ratón, Jesús Valentín y Lasure, al final del Real Zaragoza-Tenerife (1-2) de final de liga hace dos años, el último partido insulso tras una salvación jugado por el cuadro aragonés.
Oliver Duch

Este sábado pasado se salvó del descenso matemáticamente el Real Zaragoza en la jornada 40ª de la actual liga 2018-19. Lo hizo por ahogamiento del Rayo Majadahonda, que no hizo sus deberes y no supo ganar al Córdoba. Por eso dio igual que el cuadro zaragocista perdiera horas antes por 3-1 en Málaga. Fue una salvación de carambola en un momento puntual de la combinatoria posible de resultados de terceros. Tan válida como cualquier otra, cuando la soga aprieta. 

Se trata de la tercera vez en 6 años que el Real Zaragoza llega al final de la liga de Segunda División con apuros clasificatorios, con riesgo de descenso a Segunda B a falta de solo 3 jornadas par la conclusión de la competición. 

Ahora, el equipo que dirige (en tercera instancia durante la temporada) Víctor Fernández, se prepara para afrontar dos partidos finales insulsos, sin sustancia futbolística, para cubrir el trámite de cerrar el torneo en tiempo y forma: en casa ante el Numancia (el domingo a las 20.00) y en Tenerife, para poner el cierre al año siete días más tarde. 

¿Cómo fueron las cosas en este tipo de duelos insípidos en los dos precedentes recientes a lo largo de este periplo en Segunda División que ya rebasa la media docena de anualidades?

De entrada, el dato es que el Real Zaragoza no ganó ninguno de los 3 encuentros que dirimió en tales circunstancias. Dos derrotas y un empate en casa es su balance. 

Liga 2013-14 (con Víctor Muñoz)

La primera campaña con apuros finales fue la 2013-14, la del reestreno en la división de plata tras el último descenso. Aún con Agapito Iglesias al mando de la SAD, con el astronauta Jesús García Pitarch como director general y, desde ese puesto, hacedor real de la mayor parte de las cosas que acontecieron en aquel penoso año deportivo. El Real Zaragoza tuvo que esperar a lograr la salvación aritmética para no caerse a Segunda B hasta la antepenúltima jornada. O sea, exactamente igual que ahora, 5 años naturales después de aquello. Fue en la Nueva Condomina, en la 40ª estación de aquella liga, a finales de mayo de 2014, con Víctor Muñoz en el banquillo (sustituto de Paco Herrera en marzo), con un empate, 1-1, ante los pimentoneros. Marcó el gol decisivo, ya en la segunda mitad, el chileno Henríquez, de cabeza.

Ese punto significó dejar a distancia inalcanzable al RM Castilla y poder celebrar que el susto -morrocotudo- no pasaba a mayores en un año convulso, que aún tendría su estrambote final a partir de ahí, con riesgo vital en los despachos como nunca ha vivido el Real Zaragoza. El histórico equipo no desapareció en julio gracias a la llegada in extremis de la actual propiedad, la de los patronos de la Fundación Zaragoza 2032.

Aquel Zaragoza, ya salvado y con una evidente desmotivación global, acometió dos partidos sin chicha deportiva hasta las vacaciones. Empató 1-1 en La Romareda ante el Sporting de Gijón (gol de Roger y empate asturiano en una pifia del debutante Whall ey al final). Y perdió 1-0 en Alcorcón, en aquella tarde histórica donde, eventualmente, ejercieron de dueños aquel grupo de empresarios aragoneses, con Casasnovas, Gamón, Lasheras, los Zorita en la tribuna del campo de Santo Domingo al sur de Madrid en pleno terremoto societario en la SAD. Un día de esperpento, igual vivido en in situ como rumiado posteriormente.

Liga 2016-17 (con César Láinez)

La segunda ocasión en que se vivió algo semejante fue hace dos años, en el colofón de la competición 2016-17, tras la singular salvación de Gerona en la penúltima jornada (la 41ª), con un empate, 0-0, ante el Girona que subió a Primera con ese punto que, a su vez, era pasaporte de vida para los blanquillos que entrenaba César Láinez (también en tercera instancia entonces, como ahora Víctor Fernández). Una igualada muy comentada, antes, durante y después de aquel choque histórico en la ciudad gerundense y sanador en la zaragozana. 

Al Real Zaragoza, tras eludir un descenso que se vio muy cerca durante largas semanas en un año caótico, con Milla y Agné como entrenadores previos al aterrizaje a la desesperada del citado Láinez, solo le quedó esa vez un partido descafeinado que abordar. Ya sin fuerzas ni motivación alguna, recibió al Tenerife en La Romareda una semana más tarde para decir adiós al calvario. 

Los canarios, que se metieron en la Promoción de ascenso, ganaron 1-2 en Zaragoza y el adiós al terrible curso fue feo, como casi todo lo demás desde el agosto precedente.

Ahora, lo que suceda ante el Numancia y el Tenerife en las dos últimas jornadas de la actual liga 2018-19 habrá que añadirlo a esta línea estadística. Es de la misma serie. Y, por lo tanto, el actual real Zaragoza, el de Víctor Fernández, tiene un pequeño reto por delante: ser capaz de ganar en este tipo de circunstancias propicias al relax y el dejarse llevar tras muchos meses de zozobras. Hasta ahora, en situaciones como esta, el Zaragoza nunca ha competido con normalidad y ha padecido la astenia propia de los días posteriores al final de un esfuerzo, físico y mental, de larga y lacerante duración en el tiempo.

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