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Una penitencia en las áreas

El problema de efectividad del Zaragoza en ambas áreas del campo implica también un desfase negativo en la diferencia de goles.

Zapater, en primera instancia, y Gual, al fondo, se lamentan tras errar una ocasión de gol.
Zapater, en primera instancia, y Gual, al fondo, se lamentan tras errar una ocasión de gol.
Guillermo Mestre

La derrota contra el Deportivo de La Coruña (0-1) del pasado sábado en La Romareda volvió a asomar uno de los problemas endémicos que, junto a la incesante plaga de lesiones, han lastrado al Real Zaragoza a lo largo de la presente temporada: la continua penitencia que se vive en ambas áreas del campo. Ni en la propia, ni en la del rival, el conjunto aragonés ha logrado ser determinante. Tanto en defensa, como en ataque, los ratios de efectividad están muy lejos de los que necesita un equipo de fútbol para mantener cierta regularidad. Las estadísticas del partido ante los gallegos, sin ir más lejos, reflejan esta situación. El Zaragoza disparó en 13 ocasiones, seis de ellas a portería, con un resultado de cero goles. Mientras, los gallegos, con seis tiros en total, solo dirigieron uno a la meta de Cristian Álvarez que el exzaragocista Pedro Sánchez acertó a meter. Fue en un tiro cruzado dentro del área, sin oposición defensiva y en el minuto 84. Todo un varapalo.

"Así es el fútbol. Hemos tenido oportunidades para resolver y no hemos aprovechado nuestras ocasiones. En el único error nuestro, con su único disparo, nos han metido gol. Es un castigo cruel. Si no dominas ni el área rival ni la propia, estás condenado a sufrir, y es lo que nos está pasando últimamente. Ese podría ser el análisis", se arrancó Víctor Fernández en la rueda de prensa postpartido. Y es que la cita contra el Dépor se desarrolló de manera contraria al anterior triunfo en Córdoba (0-3), donde el Zaragoza probó a Lavín en cuatro ocasiones y Gual metió tres. Además, se mantuvo la portería blanquilla a cero. Un oasis en el desierto, porque desde la etapa de Idiakez y Alcaraz, el problema persiste. Desde la llegada de Víctor, la media de remates totales ronda la quincena por partido y se han marcado 22 tantos –sin contar el 1-0 de Reus–, mientras que se reciben alrededor de 11 disparos y se han encajado 21.

Otro dato significativo, derivado de dicha constante, es que, a estas alturas de la temporada, una vez finalizada la jornada 37, los aragoneses igualan la diferencia goleadora (-4) del Zaragoza en la campaña 2013-2014, etapa donde el equipo blanquillo también se encontraba en la decimoquinta posición, pero con tres puntos más. Actualmente, el conjunto dirigido por Víctor Fernández suma 41 goles a favor, la cifra más precaria del último ciclo en Segunda en el mismo momento del curso, a falta cinco jornadas para echar el cierre liguero. En este sentido, los aragoneses han acusado la falta de un goleador. Aunque han sido 17 los jugadores que han marcado este curso y Álvaro Vázquez es el máximo anotador con ocho goles, nadie iguala las cifras de los arietes blanquillos en otras temporadas. Consumados 37 encuentros ligueros, Borja Iglesias sumaba 17 goles. En su segundo año como zaragocista, Ángel llevaba 20, mientras que en el primero acumulaba nueve. Borja Bastón hizo 21 hasta la misma jornada y Roger, en el primer año de esta etapa en Segunda, había metido nueve dianas.

En cuanto a los goles en contra (45), los datos son menos demoledores, puesto que en tres cursos anteriores se encajó más: 47 en la 2013-2014, 51 en la 2014-2015 y en 48 la 2016-2017. En este contexto, Cristian Álvarez es vital. El argentino es, con 102 intervenciones, uno de los porteros que más para de Segunda División –el segundo, por detrás de Tomeu Nadal (126), hasta la jornada pasada–. Aún así, los aragoneses se han caracterizado durante todo el curso por encajar con facilidad.

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