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Real Zaragoza 2-Deportivo 1: un duelo jugado este año... aunque parezca otra cosa

El 12 de septiembre, aún con Idiakez y Natxo en los banquillos, el partido liguero de este sábado ya se disputó en Copa con triunfo aragonés. Papunashvili, Pombo y Cartabia marcaron ese día.

Minuto 5 de la segunda parte del partido de Copa del Rey entre Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña el pasado septiembre. Pombo grita con la grada el 2-0, que anotó de cabeza. Tras él, Buff y Delmás.
Minuto 5 de la segunda parte del partido de Copa del Rey entre Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña el pasado septiembre. Pombo grita con la grada el 2-0, que anotó de cabeza. Tras él, Buff y Delmás.
Guillermo Mestre

Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña se enfrentan en la tarde de este sábado, 4 de mayo de 2019, en La Romareda en el duelo de la 37ª jornada de la liga de Segunda División. Y, aunque no lo parezca, no es el primer choque entre ambos equipos en el estadio zaragozano en esta temporada 18-19. Porque hubo otro, de Copa, al inicio del curso. Pero, han pasado tantos meses y, sobre todo, tantas cosas en ambos clubes, que la sensación cerebral es que haya pasado mucho más tiempo, que aquel episodio copero no sea de este mismo lote. Así es el fútbol moderno, el vertiginoso mundillo del profesionalismo a toda velocidad, sin red, con decisiones alocadas, súbitas, nada mesuradas en momentos muy cruciales, con demasiados egos y poco sentido del bien común, con tantos y tantos intereses particularistas que acaban haciendo añicos los planes globales de una entidad.

El 12 de septiembre de 2018, cuando esta campaña aún en marcha empezaba, el sorteo de Copa emparejó a zaragocistas y coruñeses en la 2ª Ronda, que es la primera en la que entran en juego los equipos de Segunda. A partido único, en La Romareda. Y ganó el Real Zaragoza por 2-1, pasando así a la siguiente eliminatoria. Marcó Papunahsvili el 1-0 en el minuto 5. Nada más iniciarse la segunda mitad, en el 50, Pombo cabeceó el 2-0. Y, rápidamente, Fede Cartabia acortó distancias con el 2-1 en el 57, aunque ya no se movería en tanteador hasta la conclusión del duelo. 

Idiakez y Natxo González, entrenadores del Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña en septiembre cuando se enfrentaron esta misma campaña los dos equipos en La Romareda, se saludan antes de empezar aquel partido.
Idiakez y Natxo González, entrenadores del Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña en septiembre cuando se enfrentaron esta misma campaña los dos equipos en La Romareda, se saludan antes de empezar aquel partido.
Toni Galán

Era aún tiempo de verano. Olía todavía la pretemporada. Por lo tanto, eran los balbuceos de ambos proyectos: el Dépor recién despeñado de Primera División, con un 'plantillón' hecho para ascender de un solo tirón de nuevo; y el Real Zaragoza, con los efluvios dulces de la pasada liga, donde acabó 3º y jugó la Promoción de ascenso sin éxito final, que daban pie a pensar en que, este año sí, el equipo aragonés iba a estar arriba todo el tiempo como merece su nombre, su historia, su gente y su halo en el fútbol español y europeo. 

De tal guisa que, aquel Real Zaragoza-Deportivo de La Coruña que es el primer de dos que se van a dirimir este año en La Romareda (el otro es este sábado, 8 meses después), era el de Imanol Idiakez en el banquillo zaragocista y Natxo González en el del Dépor. Se trataba de la puesta en escena del sucesor en el Zaragoza del nuevo técnico deportivista, ambas apuestas subjetivas del área deportiva de la entidad aragonesa -Lalo Arantegui y José Mari Barba-, que venían recién engarzados por la fea historia que provocó Natxo al colocar el gorro vikingo al Real Zaragoza poco antes, aún con la liga precedente sin concluir y sin jugarse el 'play off' de ascenso ante el Numancia, que tan mal acabó. 

Aquel partido de Copa, cuando las caprichosas bolas de la Federación Española decidieron que se jugase en La Romareda, fue celebrado por el zaragocismo. De repente, el demonizado Natxo González, a las primeras de cambio, estaba obligado a pasar por el estadio municipal para pasar revista ante la defraudada afición blanquilla. Semanas antes, el otro sorteo, el de la liga, había dictaminado que el Dépor no vendría por La Romareda hasta primeros de mayo (es decir, ahora). Se hacía muy lejano el reencuentro. Más de uno, y de dos, y de tres, apostaron a que seguramente Natxo ya no vendría a Zaragoza en el torneo liguero... y esas cenas y comidas retadas con otros, las ganaron hace un mes. En efecto, de no haber sido por la Copa, Natxo González no hubiese vuelto por La Romareda, pues fue despedido del club de La Coruña recientemente tras fracasar en el intento de ascender a la primera en un año crucial en los planes societarios del Deportivo.

Porque, en efecto, el Dépor viene torcido a Zaragoza. En la 7ª plaza (o sea, ni siquiera jugaría la Promoción a fecha de hoy), sin opciones prácticamente de lograr el ascenso directo, su objetivo supremo. Y, en frente, el Real Zaragoza vive también meses de fiascos, de un fracaso deportivo rotundo de los hacedores del equipo, todo el año dándose cocotazos contra paredes y techo en la cola de la clasificación y buscando, a estas avanzadas alturas, la permanencia y la elusión de un catastrófico descenso, como sería su ocurriese, a Segunda B.

En definitiva, que aquel triunfo por 2-1 del Real Zaragoza ante el Deportivo en la Copa de esta misma temporada es el reflejo de lo volátil que es el fútbol del siglo XXI. De aquella noche ya no quedan los entrenadores, ni Idiakez ni Natxo González. De hecho, en Zaragoza no queda ni el que relevó a Idiakez, que fue Lucas Alcaraz a partir de octubre y hasta la previa de Navidad. Esta vez, en mayo, serán Víctor Fernández y José Luis Martí los inquilinos de las banquetas local y visitante, respectivamente.

También hubo protagonistas sobre el césped aquella noche copera que hace mucho tiempo ya no forman parte de las plantillas de unos y otros. En el Zaragoza, ese día jugaron Perone y Buff, ahora uno en el Extremadura y el otro en Chipre. En el Dépor, jugaron Gerard Valentín y Carles Gil, el primero en el Lugo desde enero y el segundo en New England Revolution de Estados Unidos. En el banquillo zaragocista también estaba un tal Jeison Medina, un delantero colombiano que militó en el club blanquillo hasta el mercado invernal y portó el mítico número '7' en la primera fase de la liga convirtiéndose en uno de los casos más insólitos en el día a día de la actual dirección deportiva, aún sin explicar convenientemente (en una noche para suplentes y poco habituales, que Medina no jugase aquella noche fue el primer indicio del gato encerrado que había ahí).

Entonces, cuando en septiembre ya se vivió en La Romareda el primer capítulo entre Real Zaragoza y Deportivo en esta campaña 18-19, eran días de ilusión en ambos equipos. Los zaragocistas venían de golear 0-4 en Oviedo, ubicados en la 4ª posición, siempre arriba, invictos, donde todo el mundo daba por descontado que se iba a habitar durante el año. Los de Idiakez llevaban sumados 8 puntos de 12, a base de 2 victorias y 2 empates, justo la misma cosecha que el Deportivo de Natxo en aquellas fechas. Todo estaba en orden hasta que, sobre todo en Zaragoza, alguien se encargó de empezar a retorcerlo arbitrariamente con el paso de las semanas sin calcular las consecuencias que, a la larga, aquello traería al proyecto global. 

Hoy en día, en La Romareda, este Real Zaragoza-Deportivo de La Coruña de liga parece (y es, en realidad) otro mundo bien distinto. Los dos han descarrillado. Los dos van por fuera de la calzada, con las ruedas pinchadas y la carrocería abollada. El ascenso es en Zaragoza una quimera desde hace infinidad de meses. Y, en La Coruña, empiezan a tener la misma sensación, aunque todavía tengan el remedio de la Promoción como bonus último (si logran meterse en ella, que está por verse). 

En Zaragoza, las expectativas de cara al año que viene están abiertas de par en par. Mientras no se cierre la permanencia en la categoría y se fumigue con amoniaco la amenaza del descenso a Segunda B, nada empezará a saberse del futuro inmediato. En La Coruña, el barullo ya ha estallado, paralelamente a los bamboleos del equipo gallego sobre el césped. Su directiva, su consejo de administración encabezado por Tino Fernández, ha dimitido en pleno. Cuando todo concluya en un mes, el Dépor cambiará de piel, de camisa como las serpientes. Un túnel del que no se sabe su longitud ni la dirección de su salida al otro lado.

Estas son las cosas que tiene el fútbol profesional en España camino de la tercera década del XXI. Demasiadas cuestiones tangenciales a lo meramente competitivo, a lo referente a los marcadores, a las clasificaciones, a los goles, a las paradas, al buen o mal fútbol desplegado... Este caso concreto, que distancia 8 meses un Real Zaragoza-Dépor de otro en una misma temporada natural, es un claro ejemplo del singular escenario en el que se actúa en este negociado en infinidad de clubes. 

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