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...Y de repente, llega el día del partido y de la cruda realidad

El Real Zaragoza recibe este domingo a las 20.30 al Alcorcón, otra 'final' por la supervivencia y elusión del descenso a Segunda B, atornillado por las victorias del Extremadura y Tenerife.

Víctor Fernández reparte petos en uno de los entrenamientos de la semana.
Víctor Fernández reparte petos en uno de los entrenamientos de la semana.
Francisco Jiménez

Domingo. 14 de abril. Día de partido. Real Zaragoza-Alcorcón, en La Romareda, por la noche, a las 20.30. Bocatas y refrescos. Cena al aire libre. Otra cita en el estadio con el papel de aluminio, las servilletas de papel y el olor a tortilla durante el descanso. Y, de este modo, con la cita semanal con la competición oficial, vuelta a la cruda realidad del día a día zaragocista en este calvario de temporada 2018-19. A pelear por salvar el trasero. Por no caer al pozo de Segunda B. Como tres cuartas partes del curso, a darse 'cocotazos' contra las paredes para intentar ganar los puntos y respirar... hasta una semana más tarde.

Así el la liga. Diez meses de cadencia semanal de emociones, como un metrónomo, como un sístole. A veces para bien (este año no toca por aquí), a veces para mal. Cada fin de semana -o alrededores, según quiera la LFP en sus ubicaciones de los partidos- el fútbol habla y el resto callan y miran. Y en este día de mediados de abril, el Real Zaragoza hace el silencio a su alrededor en busca de 3 puntos que, como ya es un hábito (y no de los de la Semana Santa que ya está activa), se antojan imprescindibles para no caer en situación de asfixia o similar. 

Ganó el sábado el Extremadura en Málaga, por 1-2. Y poco más tarde, lo hizo el Tenerife en Majadahonda, por 1-3. Los dos vencedores empezaron por debajo del Real Zaragoza en la clasificación esta 34ª jornada que se disputa. Así que las tuercas, las argollas, las bridas, le aprietan a los zaragocistas por todos los sitios posibles

Presión máxima, como es normal cada año en el pelotón de los torpes que viven permanentemente en la zona baja de la tabla. Error mayúsculo dar por hecho que los demás no van a hacer su trabajo, que la tarea propia va a ser más sencilla de lo que aparenta porque los otros fallarán, porque los otros son incapaces de reaccionar, porque los otros son muy malos. Siempre, en el fútbol, rige la máxima de que "el más tonto hace relojes de madera y, además, funcionan". Mal asunto, en la vida, la soberbia y el despotismo. Generan visiones de la vida distorsionadas de la realidad. Originan realidades paralelas que nada tienen que ver con lo que realmente sucede. Y hasta pervierten oficios y cuestiones éticas.

Desde las 20.30 hasta las 22.30, el Real Zaragoza pugnará contra el Alcorcón por unos kilos de oxígeno puro con los que ir tirando un tiempo mientras se va desbrozando el presente en la zona de abajo del ranquin de Segunda. Y ahí, no habrá métodos ni efectos placebo que valgan de cara al exterior. El equipo aragonés será, de facto, el 17º en la tabla, con solo 38 puntos, con apenas 2 de ventaja sobre el Extremadura (que marcaba el descenso a Segunda B hasta la tarde sabatina) y a expensas de lo que habrá hecho con inmediata antelación el Lugo en Córdoba. Porque los lucenses, con 34 puntos, se han quedado ahora atascados en el fango mortal tras el éxito extremeño en campo malaguista y jugarán en la capital cordobesa con la guillotina tocando su cuello malamente. 

Esta es la realidad. Inapelable. Se puede, durante cada semana, entre partido y partido, poner la radio del coche a tope, con las ventanillas bajadas, y hacer sonar el 'Satisfaction' de los Rolling Stones en bucle. Se pueden buscar evasiones paliativas para que se agrande el exitazo de los chavales del Juvenil de División de Honor y su enorme título de liga logrado. O abrir gateras con cuitas de tipos irrelevantes en el presente del equipo (durante todo el año, realmente) por diversas causas, caso de Papunashvili, por ejemplo. O lanzar octavillas desde una avioneta donde se cuenten los viajes de Willy Fog del área deportiva a Italia, Marruecos, Camerún, Nigeria, Georgia, Azerbayán, Egipto, Sudamérica, las Maldivas, Pinto o Valdemoro. Se puede ingerir un ansiolítico en forma de gragea, recomendado por un amigo cercano en una charla banal, a través de la que se advierta de la millonada que se va a sacar por las ventas de Igbekeme, Soro, Benito, tal vez Eguaras, quizá Cristian Álvarez. O se pueden ir anunciando sotto voce, como tranquilizante antipirético de efectos poco agresivos, fichajes de jugadores de Segunda B, Tercera o Regional Preferente de cara a la reconstrucción del equipo del año venidero, con nombres incluidos, para que se vea que, meneo, hay. 

Pero, entretanto, mientras suenan los Rolling en los bafles del auto a todo trapo, y todos estos inputs entremezclados en el cerebro, es conveniente ver que el chivato del depósito advierte de que no vamos sobrados de combustible y... la próxima gasolinera no sabemos dónde cae, porque la ruta de la Segunda División no tiene marcas aseguradas en el mapa de navegación, todo es una aventura, como los libros de orientación de los 'raids' de tierra (los que han corrido la Baja Aragón saben de qué va esto). Y que, mientras gritamos -para olvidar- el 'I can't get no...' ante la mirada de los viandantes, la presión de aire de las ruedas no es la adecuada y nos están pidiendo más aire y, en cuanto se pueda, la sustitución de las cuatro, porque su dibujo está para el retiro. 

Cuando llega el partido, cuando nace la siguiente dosis de fútbol (esta vez, en casa contra el Alcorcón), ya de nada sirven las ruedas de prensa rutinarias, en las que fluyen constantemente esas frases que arrancan siempre con el "bueno, sí, no..." o con el "sí, la verdad que...", en las que asoma a menudo también el latiguillo "hay que hacer de La Romareda un fortín", singular alusión al sinónimo fortín, que jamás se utiliza en el lenguaje ordinario pero que es un emblema del zaragocismo en la última década larga. 

Cuando llega el fútbol, el partido, los 3 puntos en liza, ya no tiene valor nada más, sobre todo si la situación es complicada, delicada y se mueve hace meses en la órbita del extravío de objetivos (eufemismo de fracaso, obviamente). Resulta, entonces, cansino ver cómo se ponen Parches Sor Virginia y Linimento de Sloan, después de otra charla con los amigos, aludiendo a las lesiones, a lo malos que son los médicos y a los problemas de recuperación y rehabilitación que tienen las piezas este año, en el que tan bien se habían preparado las cosas en verano antes de esta catarata de desgracias... ajenas siempre a la voluntad de los guionistas, 'off course'. La culpa, al empedrado. Al vecino. Al chico de la portera.

Así que, en este Domingo de Ramos primaveral, el Real Zaragoza se apresta a pelear 3 nuevos puntos por su vida. Al margen del 'Satisfaction' de los Rolling, de la automedicación (no recomendada médicamente jamás) intersemanal, del catálogo de viajes 'around the world' y de contrataciones de enjundia que se destilan por las humedades de las paredes propias de las lluvias de marzo y abril, lo importante va a ser que Víctor Fernández y sus muchachos vuelvan a encontrar el camino del triunfo a base de fútbol, como en las dos citas anteriores en La Romareda ante Nástic de Tarragona y Elche, o como antes frente al Oviedo o, algo más atrás, en el redebut de Fernández, ante el Extremadura, allá por diciembre. 

Lo demás, es accesorio. Sobrante. En el fondo, irrelevante. Porque, de aquí al verano, lo único verdadero es que el Real Zaragoza es 17º, que le hacen falta aún un capazo de puntos para evitar el desastre (el global, porque el que se evalúa por parciales ya va bueno) al final del curso y que los demás no se lo van a poner sencillo por pura ley competitiva. Lo demás, no hace suelo a estas alturas de año lectivo. Está flotando a la espera de amarres, de norays concretos.

Y, una vez admitido el día a día real, una vez separado el grano de la paja en el cedazo de madera del abuelo con unos buenos meneos de brazos y cadera, después de aventar lo que tiene pinta de desperdicio, es momento de apelar a una buena noche de fútbol en La Romareda. Y, por supuesto, de sumarse a la consideración apriorística de que, como cuentan los amigos de la automedicación, es imposible que esta noche el Real Zaragoza no le gane al Alcorcón. Que así sea y todo salga según esa tesis orales tan firmes.

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