Asturias, paraíso natural... para el Real Zaragoza

El lema de reclamo turístico del Principado es para los zaragocistas, en esta dura temporada 2018-19, una realidad palmaria: ganaron 0-4 en Oviedo y 1-2 en Gijón, dos de sus 5 victorias hasta ahora.

Celebración del 1-1 del Real Zaragoza en Gijón este sábado en El Molinón, logrado por Álex Muñoz. Encima, el logo oficial de la marca 'Asturias, paraíso natural', del gobierno autónomo del Principado.
Asturias, paraíso natural... para el Real Zaragoza
Arnaldo García/HA

Asturias es uno de los rincones más preciosos de España. Algo único en muchas facetas, tanto paisajísticas, como históricas, como gastronómicas... Y su gobierno regional, desde 2001, tiene vigente un reclamo turístico, a modo de lema, que es conocido de sobras en el resto de país y fuera de él: "Asturias, paraíso natural", reza la letra de su imagen corporativa. Pues bien, para el apurado Real Zaragoza del presente, ciertamente Asturias ha sido mano de santo. De santina, cabría decir por ajustar todo en su ambiente correcto. La victoria brillante de este sábado por 1-2 en Gijón se sumó a la que, bajo la batuta aún de Idiakez, tuvo lugar en Oviedo con aquel aplastante e impactante 0-4 de septiembre, cuando todo pintaba bonito todavía en el inicio del curso.

Los viajes nocturnos de regreso en el autocar del Real Zaragoza desde Asturias son, por ahora, los más felices en el calvario global de temporada que, hasta ahora, ha venido completando el equipo blanquillo. Aquel desplazamiento Oviedo-Zaragoza por la autopista del Cantábrico y del Ebro, y el Gijón-Zaragoza en la noche-madrugada de este día de Reyes por la misma ruta han dejado huella positiva y alegre en el deprimido vestuario que tantos otros días vivió ratos de autobús llenos de tensión, dolor, rabia e impotencia. Lo de los partidos en campos asturianos tiene duende esta vez. Lástima que no anden por ahí, como en tiempos pretéritos, los Langreo, Avilés y demás... porque, según viene la mano, sería sinónimo de triunfo aragonés a todas luces.

En Oviedo, el Real Zaragoza cuajó el mejor partido fuera de casa de cuantos ha disputado en esta larga época en Segunda División, desde que cayó ahí en 2013. Y en las últimas horas, en Gijón, esgrimió los valores futbolísticos más ilusionantes desde que se metió en la espiral negativa de resultados a principios de octubre. Al cuadro zaragocista le va el olor y el sabor a sidrina, a pixín, a fabes, a compango, a cachopo, a lacón, a casadielles. Le sienta bien la mezcla del verde de la montaña pegando al azul del mar norteño. Son esas cosas casuales que tiene el destino. En los prolegómenos del duelo de El Molinón, entre la expedición aragonesa se aludió, por parte de más de uno, a esta circunstancia... que al final acabó dándose con regocijo: Asturias es sinónimo de victorias en este curso para los blanquillos.

Dos de las cinco únicas noches alegres de estos primeros cinco meses de competición han tenido lugar en el Principado asturiano. Es un alto porcentaje, sin duda. Mucho más si se compara con que, en La Romareda, solo ha habido otros dos días de triunfo desde agosto (Majadahonda y, el otro día, Extremadura fueron los derrotados). El quinto, recuérdese, ocurrió en Tarragona. Y no se han podido degustar más. Por eso, lo de Asturias, por más casualidad que tenga en su consumación, no deja de ser llamativo en un año tan extraño y en el que los exitos han llegado con cuentagotas en la primera vuelta de la liga. En cualquier caso, bendito sea el paraíso natural para el Real Zaragoza, que sin los 6 puntos conquistados en los dominios del Naranco y a pies de El Infanzón, hoy podría ser un ente famélico y repleto de problemas. Y, de paso, que viva Don Pelayo y la Virgen de Covadonga. Y, por supuesto, los lagares de Nava.

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