Impotencia del Real Zaragoza en La Coruña y nueva derrota por 3-1

A los habituales errores defensivos y carencias creativas y en ataque de los de Alcaraz se sumó esta vez el árbitro, que dio dos goles al Dépor en fuera de juego.

Marc Gual se lamenta por una ocasión fallada.
Impotencia del Real Zaragoza en La Coruña y nueva derrota por 3-1
Mero Barral

Nada cambió en La Coruña para el Real Zaragoza, que consumó un nuevo varapalo en esta dura temporada que ya se aproxima a su mitad. Cayó el cuadro aragonés por 3-1, marcador que ya era una realidad en la primera parte, frente a un poco ambicioso rival que vive en lo más alto de la tabla. Esta vez, además de los habituales problemas severos de concepción futbolística que destila el cuadro zaragozano cada fin de semana, se añadieron los errores arbitrales en su contra para dar forma al nuevo fiasco.

Cuando un cuerpo, un organismo, está bajo de defensas, cualquier virus lo devora. Cuando un ser, un ente, carece de anticuerpos, está a merced de todos los males del orbe. Eso le ocurrió en la lluviosa noche gallega de este domingo al Real Zaragoza ante el Deportivo de La Coruña en Riazor. Entre sus errores monumentales en la retaguardia, sus defectos en la labor de contrarrestar las jugadas de estrategia del rival, su falta de creatividad con la pelota en los pies, su ausencia de olfato goleador, se coló esta vez una nociva actuación arbitral que ayudó decisivamente a encarrilar el triunfo a un rival, el Dépor, que por su enorme potencial en Segunda no necesitaba de ello seguramente. Pero el canario Pulido Santana, que le dio válidos los dos primeros goles en claros fueras de juego (es necesario señalar a su asistente, el línier, por supuesto), se convirtió en una causa más del nuevo achaque semanal que está devorando la salud del zaragocismo hace meses. Un virus agresivo que tumbó a un débil y pusilánime Real Zaragoza que no levanta cabeza por más que se mire al cielo a ver si llega un rayo de la divina providencia.

No empezó mal el equipo de Lucas Alcaraz en Riazor. El Dépor, algo timorato al inicio, le dio el balón un cuarto de hora. Benito percutió por la derecha, Gual se mostró activo, también su colega Álvaro Vázquez. Lasure chutó desde fuera del área en el minuto 3, alto por poco. Vázquez remató en el área un centro atrás de Guti en el 5, a las manos del portero Giménez. Parecía que se iba a ver otro Zaragoza, mucho más agradable… pero fue falsa alarma. En el minuto 8 los blanquillos, esta vez tomates, ya perdían 1-0. Tempranamente, como es habitual en la crisis demoledora del último trimestre. Fue una falta botada por el exzaragocista Pedro, ensayada, rasa a la espalda de la barrera, la definió Borja Valle mano a mano ante Cristian Álvarez. Era orsay por un palmo, pero eso no exime de culpa a una línea defensiva de madres ursulinas.

Enseguida igualó el Real Zaragoza con el 1-1, en el minuto 13, fruto de un penalti claro por mano de Vicente Gómez en el área para cortar un chut de P. Biel en un barullo tras un córner. Fue Javi Ros, el especialista de esta temporada, el que batió a Giménez para poner las tablas de nuevo y reiniciar el partido con un cuarto de hora de demora. La bandera de la esperanza seguía hasta ahí izada. Pero, en realidad, el Zaragoza ya  no se acercaría con veneno al área local en ningún momento. Todo lo hizo el Dépor en lo sucesivo. Así que era cuestión de ver cuándo llegaba el 2-1.

Lo amagó Caballo, en el minuto 22, pero remató mal un pase de la muerte de Edu Expósito. Y lo consumó en el 30 el central Domingos Duarte, de cabeza, a la salida de otra falta de Pedro mal defendida, sobre todo, por Nieto. Era de nuevo fuera de juego, por dos palmos en este caso. Y el linier volvió a tener movida la lentilla y llevó al desastre a Pulido Santana… y al Real Zaragoza. Ahí sí que olió a que todo se acababa. El dominio local se multiplicó, el equipo aragonés desapareció. En el 38, Borja Valle cabeceó alto otra falta más colgada al área ante la pasividad general de la zaga de Alcaraz. Y en el 44, en el enésimo balón colgado al segundo palo del área zaragocista, Lasure se llevó por delante a Edu Expósito cometiendo un penalti indiscutible. Quique González batió a Álvarez por tercera vez y dio paso al descanso. Un intermedio que esta vez no dejaba muchos resquicios para la ilusión.

Sorprendentemente, Cristian Álvarez no compareció en la segunda mitad y se quedó en la ducha. No se había apreciado nada extraño en su figura durante los primeros 45 minutos. Ratón se estrenó así en liga este año, en una noche de perros, bajo un diluvio por momentos, en un partido lleno de aristas afiladas a todas caras para el Zaragoza. Faltaba ver qué actitud adoptaba el Deportivo con un marcador tan claro a su favor y con la opción de lograr una goleada tan a mano. De los zaragocistas, vistos los antecedentes de tantos días, cualquier cuestión positiva sería bien venida en tales circunstancias tan adversas.

La primera ocasión del segundo periodo la tuvo el Zaragoza, en un disparo de Gual en el minuto 52 desde el borde del área que se marchó alto por poco. Los gallegos pasaron un cuarto de hora, el inicial de la reanudación, a verlas venir. Alcaraz, pronto, quitó a Lasure y metió a Igbekeme para defender solo con 4 atrás. El nigeriano generaría la segunda llegada zaragocista, en el 59, pero su chut desde la frontal se le fue iguamente por encima del larguero. No era nítido el dominio aragonés, pero al menos la pelota estaba siempre más cerca de Giménez que de Ratón.

Alcaraz gastó su último cambio a falta de más de media hora. Pombo relevó a un apagado Guti. Todas las balas estaban gastadas ahí. El Dépor empezó a ser recriminado por sus hinchas por no seguir intentando ampliar la ventaja. Daba la sensación de que los blanquiazules se conformaban con el 3-1 y no querían más sangre. Mediado el segundo tiempo, el Zaragoza tenía el timón y los locales se metieron todos en su campo sin rubor alguno. El problema de los de Alcaraz es que, en esas coordenadas, eran incapaces de hacer cosquillas siquiera a la defensa deportivista.

En la primera aproximación seria del Dépor al área zaragocista del segundo tiempo, en el minuto 67, Borja Valle perdonó el 4-1 en el área pequeña, tras un pase atrás de Pedro. No fue buena la asistencia y el remate lo detuvo abajo Ratón. Fue una muestra del daño que el Deportivo podía haber hecho si su ambición hubiese sido superior. Por fortuna para el Real Zaragoza, incapaz de gestar jugadas con intención en ningún flanco de su equipo, el hambre de los gallegos estaba saciado con el 3-1 del primer tiempo. No querían postre. Ni café. Ni licores.

El partido fue muriendo sin ningún brillo, aburrido, insustancial. El Dépor fue consumando sus tres sustituciones para buscar los aplausos a los suyos y el Zaragoza no pudo ni supo más. El duelo podía haber durado hasta las 6 de la mañana y nada hubiese cambiado. Unos no querían, los otros no poseían más argumentos. Era un bucle sin solución para el 3-1 reinante. Fue un poder y no querer, contra un querer y no poder. Paradoja peculiar. Un tostón para la afición coruñesa, un canto a la impotencia para la zaragocista.

No cabe cargar las tintas sobre la gravedad de la situación del Real Zaragoza. Era seria antes de La Coruña, es algo más seria después de esta nueva derrota en Riazor. Alerta roja. Muy roja. Lo dicen todos los parámetros de análisis. Con hondura. Con gritos desgarradores.

Ficha Técnica

Deportivo Coruña: Dani Giménez; Bóveda, Domingos Duarte, Marí, Caballo; Bergantiños, Edu Expósito, Vicente Gómez (Krohn-Dehli, 68), Pedro (Cartabia, 90); Borja Valle (C. Gil, 82) y Quique González.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez (Ratón, 46); Benito, Guitián, Verdasca, Nieto, Lasure (Igbekeme, 53); Javi Ros, Raúl Guti (Pombo, 60), Pep Biel; M. Gual y Álvaro Vázquez.

Árbitro: Pulido Santana (Canario). Amonestó a Vicente Gómez (12), Verdasca (29), Lasure (43), Igbekeme (61), M. Gual (69) y Benito (88).

Goles: 1-0, min. 8: Borja Valle. 1-1, min. 13: Javi Ros, de penalti. 2-1, min. 30: Domingos Duarte. 3-1, min. 44: Quique González, de penalti.

Incidencias: Noche lluviosa en La Coruña, como los últimos dos días. El césped del remodelado estadio de Riazor presentó un aspecto deficiente, blando, irregular, con calvas y baches. En las gradas, alrededor de 14.000 espectadores.

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