Fallece Totó, delantero del Real Zaragoza de Beenhakker, a los 59 años

Bartolomé Hernández, melillense que llegó del Barcelona Atlético, fue el comodín de Amarilla y Valdano en los años 80, tras la marcha de Alonso al Barcelona.

Totó, en 1982 en La Romareda (izda.). Al lado, una formación del Real Zaragoza en 1984, ante el Videoton húngaro en el Trofeo Ciudad de Zaragoza: de pie, Casuco, Zayas, Blesa, Vitaller, García Cortés, Amarilla. Y, agachados, Barbas, Señor, Güerri, Totó y Herrera.
Totó, en 1982 en La Romareda (izda.). Al lado, una formación del Real Zaragoza en 1984, ante el Videoton húngaro en el Trofeo Ciudad de Zaragoza: de pié, Casuco, Zayas, Blesa, Vitaller, García Cortés, Amarilla. Y, agachados, Barbas, Señor, Güerri, Totó y
Archivo Ángel Aznar

Ha muerto Totó. Prematuramente, con apenas 59 años -cumplidos el pasado día 20 del presente octubre-, Bartolomé Hernández Alcalá, delantero melillense que militó en el brillante Real Zaragoza de los 80, entre 1982 y 1985, unas plantillas que abanderó Leo Beenhakker en el banquillo y que, en el último curso en el que Totó estuvo en La Romareda, terminaría dirigiendo el italiano Enzo Ferrari, cuando Beenhakker fue fichado por el Real Madrid.

A Totó se lo ha llevado el cáncer, en su tierra, en su casa de Melilla. Su paso por el Real Zaragoza, aquellos años, ocupan una de las fases más bonitas del renacimiento del equipo aragonés tras la depresión pos Zaraguayos. Su labor en el equipo fue la de comodín en la delantera, siempre como segundo espada de las estrellas goleadoras que surgieron en esa época, Amarilla y Valdano principalmente. Por eso su participación nunca fue constante ni predominaron sus apariciones como titular. Pero siempre estuvo ahí, en las convocatorias, dando oxígeno a quienes marcaron época como goleadores en aquel equipo tan ofensivo y de tanta presencia en el área rival día a día.

Totó, que ya había debutado en el fútbol profesional un par de temporadas antes de llegar al Real Zaragoza en las filas del Sabadell, en Segunda División, vino al equipo aragonés procedente del Barcelona Atlético, el filial culé, que entonces andaba en Segunda B. Fue incluido en la negociación del traspaso de Pichi Alonso del Zaragoza al Barcelona, junto con el extremo Ramírez, el central-líbero Salva García (que luego sería internacional español como zaragocista) y el lateral derecho Saura, éste de menor recorrido posterior. Aquel trato que hizo el presidente Armando Sisqués con el club culé consistió en dinero y estos cuatro jugadores, con diferentes peculiaridades contractuales en cada caso.

En sus tres temporadas zaragocista, Totó jugó 14, 15 y 8 partidos de liga respectivamente. Además, también participó en 3 más de la Copa de la Liga, competición luego extinguida que se jugaba al término de la liga entre los equipos de la misma categoría. Marcó un gol como blanquillo, en Mestalla ante el Valencia en un sonoro triunfo por 1-3, acompañando en la anotación al doblete de Amarilla.

Del Real Zaragoza se marchó al Castellón, en Segunda. Y, finalmente, decidió volver a casa para culminar su carrera en el Melilla de Segunda B, donde colgó las botas tras 6 temporadas, en el verano de 1993, con 33 años.

El gran equipo del Zaragoza de Beenhakker pierde a otra de sus piezas (la primera fue, hace un tiempo, el paraguayo Zayas). Un puzle de tardes mágicas donde siempre mezclaban los Cedrún, Casuco, García Cortés, Salva, Señor, Barbas, Güerri, Herrera, Amarilla, Valdano, Morgado, Amorrortu, Modesto, Conde, Ayneto, Blesa, Latapia, Corchado, Juan Carlos, Vitaller, Irazusta, Ruiz, Casajús, Zunzunegui, Ramírez y el ahora recordado Totó. Descanse en paz.

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