Cumbre Cuartero-Lalo-Barba en la medianoche y a cielo abierto

Director general, director deportivo y secretario técnico, en la soledad del estadio tras el nuevo tropiezo ante el Osasuna, charlaron sobre el césped durante un denso cuarto de hora.

Cuartero, Lalo y Barba, sobre el césped de La Romareda (en el círculo), a las 23.50 del lunes, minutos después de acabar el Real Zaragoza-Osasuna.
Cuartero, Lalo y Barba, sobre el césped de La Romareda (en el círculo), a las 23.50 del lunes, minutos después de acabar el Real Zaragoza-Osasuna.
José Vidal

La temperatura interna en las tuberías del Real Zaragoza va aumentando exponencialmente según pasan los partidos, los días, las semanas y el equipo que tutela Imanol Idiakez acumula malos resultados y se despeña en la clasificación tras el prometedor inicio, que solo duró 4 jornadas. Ahora, después de otras 4 sin oler las victorias y con diferentes rozamientos que han sido visibles desde diferentes puntos de observación del día a día, los chivatos del salpicadero del cuadro de mandos del club han visto cómo se encienden las luces naranjas que avisan de un calentamiento evidente en el motor. Hay que parar en seco, echar agua al radiador y ver qué es lo que está provocando este mal funcionamiento que ya no es casual.

En la medianoche que unió el lunes 8 con el martes 9 de octubre, con los últimos futbolistas aún saliendo de las duchas, el entrenador recién ofrecida su rueda de prensa y las gradas vacías en una Romareda a media luz, los tres principales ejecutivos con ascendencia en la gestión deportiva del actual Real Zaragoza montaron una singular cumbre improvisada sobre el nuevo césped del estadio. De repente, en busca de soledad y de distancia con cualquier alrededor inconveniente, por la rampa del córner de vestuarios bajaron al terreno de juego Luis Carlos Cuartero, Lalo Arantegui y José Mari Barba. Es decir, el director general de la SAD, el director deportivo y el secretario técnico. Estos dos últimos, los arquitectos técnicos del equipo que compite con la camiseta zaragocista en este momento. El primero, el jefe de obra por mera cuestión jerárquica, si se mira el organigrama.

Fue un cuarto de hora de análisis en caliente. Aún con la tensión arterial bajo las secuelas del partido ante el Osasuna, rematado minutos antes con empate a uno. Entre las 23.50 y las 00.05, segundo más, segundo menos. Quién más hablo fue Lalo. También quien más gesticuló, que no fue poco en algunos momentos. Barba, con pantalón claro en la foto que acompaña esta información, fue el más callado y también el más quieto. Cuartero, manos en los bolsillos, aportó lo suyo. Pero el más activo fue Lalo, que hablaba mientras caminaba con paso corto alrededor de sus contertulios, moviendo los brazos con efusividad de vez en cuando. Arantegui se juega mucho en esta partida, obviamente. Lo que ocurre en el campo, en el banquillo, le da de lleno en su línea de flotación como director deportivo, lo mismo que a su mano derecha, Barba.

Es indiscutible que las cosa no van bien, que el equipo no ha respondido de inicio a las expectativas puestas sobre él, sobre los fichajes ejecutados por Lalo y Barba en verano, sobre la promoción de determinados jugadores, sobre la elección del técnico, sobre este segundo año de un proyecto a dos años. Y la inesperada cumbre a cielo abierto de la última noche en la desierta (casi) Romareda fue un episodio único, que por su importancia, puso en evidencia la inquietud que reina en las entrañas del ámbito futbolístico del Real Zaragoza.

En poco más de dos horas, todos los responsables de lo que acontece a mitad de octubre pasaron por el recién estrenado césped de La Romareda. Primero, los jugadores y los técnicos, los que trabajan en primera línea del escenario. Y después, porque así lo quisieron ellos, asomaron en la hierba los tres ejecutivos que trabajan el género en los despachos. Todo el mundo, todos ellos, con su parte alícuota de vinculación con lo que sucede. Nadie queda fuera de la foto. Un círculo perfecto para el análisis de situación, para la búsqueda de soluciones y paliativos, de reconducciones y reparaciones de malas praxis. Todas las piezas van unidas, engarzadas, no se entiende el collar si se quita una perla; no tiene sentido la pulsera si se retira un eslabón.

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