El primer mosqueo del correcto Idiakez

El entrenador del Real Zaragoza, que vive días de presión por los nervios que genera a su alrededor la mala racha del equipo, dejó antes del duelo con el Osasuna un inusual pique dialéctico.

Imanol Idiakez, con el gesto de sorna que hizo cuando respondió con retintín en rueda de prensa al asunto de los centrales.
Imanol Idiakez, con el gesto de sorna que hizo cuando respondió con retintín en rueda de prensa al asunto de los centrales.
RZ

Imanol Idiakez es, desde su aterrizaje en el Real Zaragoza en junio, un entrenador correcto en sus apariciones públicas. Un tipo con buena oratoria, con una media dialéctica por encima de lo que es habitual en los inquilinos de los banquillos últimamente. Muy resguardado por el mecanismo de comunicación del club durante el verano (habló mucho menos que sus antecesores), sin demasiada profusión en sus relaciones con los medios y con los periodistas (según la moda posmoderna del asunto del fútbol profesional), el de San Sebastián se ciñe habitualmente a las ruedas de prensa de antes y después de los partidos del equipo como únicas ventanas al exterior de su vestuario, de su trabajo cotidiano al frente del equipo aragonés.

En el momento crucial de su carrera en el que está debutando como profesional en España tras haber dado el salto en Chipre en los últimos dos cursos, Idiakez apenas ha dejado muestras de enfados, de mal rollo en ningún momento ni con nadie. Su talante, hasta ahora, ha sido afable, calmado, paciente. No ha eludido nunca cuestiones relativas a errores flagrantes o pifias del equipo, aunque en algún momento sus apreciaciones pudieran sonar a anómalas, como cuando vio en la derrota en Almería "70 minutos mejores que los de Oviedo".

Por esto, lo ocurrido a mitad de su rueda de prensa del pasado viernes en la Ciudad Deportiva cuando emergió desde la bancada de los medios de comunicación el epígrafe de los centrales, sus problemas defensivos en los últimos partidos (a 2 goles encajados por sesión) y su falta de regularidad, con bailes en la titularidad y la desaparición total de Álex Muñoz, titular al principio de curso, supuso un primer chispazo que avisa de que algo puede estar cambiando en el medio ambiente que rodea a Idiakez últimamente. El vasco, que capeó de inicio el tema con mano izquierda, acabó saltando con un singular aire de pique, con gesto facial incluido, mordiéndose las comisuras de los labios y aderezando la andanada oral con un momo que no pasó desapercibido.

"La verdad es que me sorprende que cambiemos de medios centro, cambiemos de la gente que juega por delante, y no haya debate... y cambiemos los centrales y haya tanto debate...", empezó a entrar en efervescencia puntual Idiakez.

Y ahí saltó por primera vez la tuerca de la paciencia del donostiarra: "Igual es algo cultural en el Zaragoza, que hayan jugado los mismo centrales en los últimos 10 años y siempre jueguen los mismos... la verdad es que estoy conociendo un poco el asunto y me sorprende, pero lo estudiaré", dijo con retintín mientras gesticulaba con intención.

Venía subiendo la temperatura en las tres preguntas previas, donde se le cuestionaron los cambios de pareja de centrales y él tuvo que argumentar la especial situación de Verdasca al inicio de la liga, jugando como centrocampista por la baja de Eguaras, o citando la diarrea del luso que provocó su súbito cambio el último día en Albacete... Idiakez acababa de defender a sus centrales: "Los goles se los meten a todo el equipo, no solo a la línea defensiva. Ya sé que es el debate ahora mismo, que es de lo que habláis y me parece legítimo. Pero los goles se los meten al Zaragoza, no a los centrales ni al portero".

También había tenido que dar una respuesta a la salida de la convocatoria de Álex Muñoz, uno de los fichajes de Lalo Arantegui y José Mari Barba este pasado verano: "Se debió a que convoqué a Diogo Verdasca, a Bruno Perone y a Simone Grippo", fue su encriptada respuesta.

En definitiva, que Idiakez, pese a su modo de ser calmado y elegante, pese a saber desde el principio a dónde ha venido y cuáles son las fronteras geográficas de su vestuario en la Ciudad Deportiva, ya siente los vientos de la primera crisis de resultados (llámese minicrisis, si se quiere rebajar el diapasón) al enlazar 3 partidos seguidos sin ganar, con un solo punto sumado de 9 dirimidos en las últimas jornadas y cayendo el equipo zaragocista de la zona alta de la tabla a la parte media, con una brecha sensible en la puntuación con los que se escapan por arriba. "Es muy pronto para que entremos en depresiones o ansiedades, ¿no?", había dejado caer Idiakez poco antes en su discurso mientras analizaba la presión que habrá en el duelo ante el Osasuna este lunes en La Romareda.

Nada nuevo por Zaragoza. Nada nuevo en el actual statu quo de la entidad (bien puede asesorarle Natxo González, tras lo vivido el año pasado por estas fechas con similares protagonistas de la película). Idiakez debe sentirse bien venido a este hábitat, cuyo confort solo se logra a base de victorias. Un confort que será para él y para sus alrededores. Porque, como sucede con los centrales, pues los goles se los marcan a todo el equipo y no solo a ellos, lo mismo sucede con todos los protagonistas de la burbuja deportivo-futbolística de la SAD. Van todos de la mano.

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