Alerta defensiva en el Zaragoza

El equipo ha pasado de encajar 0,5 goles por partido en las cuatro primeras jornadas a recibir 2 en las últimas tres.Las concesiones individuales le han restado fiabilidad al conjunto de Idiakez.

Imanol Idiakez, en el entrenamiento de ayer del Real Zaragoza.
Imanol Idiakez, en el entrenamiento de ayer del Real Zaragoza.
Toni Galán

El Real Zaragoza está entre los seis equipos que menos remates (74) permite a los rivales en Segunda, pero es el octavo que más goles encaja (8) de la categoría. Esta aparente paradoja se ha disparado en las últimas jornadas, en sus derrotas contra Almería y Lugo y el apurado empate frente al Albacete, cuando los adversarios han necesitado de muy poca artillería para causarle importantes perjuicios. En este tríptico de partidos, el Zaragoza ha encajado seis goles, demasiados para un aspirante al ascenso, y, más allá de los números, ha dejado un preocupante rastro de inestabilidad defensiva. Toda la mejora que deba venir en el cuadro de Imanol Idiakez en las próximas jornadas tiene en este aspecto un asunto prioritario. Ya es una vieja lección de una categoría: si el Zaragoza desea ascender, debe sellar al máximo su portería.

El desliz y posterior autogol de Grippo en Almería, la pérdida letal de Papunashvili ese mismo día, la fatal acción de Alberto Zapater que propició el golazo de Pita desde el centro del campo o la serie de rebotes que acabó en el tanto de Dongou en la visita del Lugo, la espalda mal guardada de Lasure en ese falta ensayada y de aspecto inofensivo en Albacete, la ausencia de acierto en el despeje de Verdasca unos minutos después que acabó en su propia portería… Demasiadas concesiones en las últimas tres jornadas. Todos, goles evitables, con un sello más individual que colectivo. Acciones con errores de marcas, grietas en el balón parado, descuidos personales, facilidades al rival e incluso infortunios –dos autogoles en tres jornadas no es muy corriente…–. Existe un patrón en los problemas defensivos del Zaragoza en sus últimos tres partidos. Esto ha menoscabado su fiabilidad competitiva: ha pasado de encajar dos goles en las primeras cuatro jornadas (Rayo Majadahonda y Las Palmas) a recibir seis en las tres últimas. De 0,5 tantos por encuentro ha subido a 2.

Podría parecer que el Zaragoza, en la visión provisional de la temporada, ha sufrido errores tan gruesos y aparatosos que han fomentado la idea de que el equipo, como tal, defiende mal, cuando, en realidad, puede decirse que los rivales le han causado grandes daños con poca amenaza: aprovechan sus facilidad. Sin embargo, este fenómeno no ha sido constante, contiene un punto de inflexión claro. En los cuatro primeros partidos, el conjunto de Imanol Idiakez destacó por su solvencia y las garantías de su dispositivo defensivo. El Zaragoza se presentó en la campaña como un equipo sólido y firme en este sentido. Pero todo eso se evaporó a partir de la victoria de Oviedo y la apuesta del técnico por un sistema diferente al de los primeros partidos. En las tres últimas jornadas –sin victoria– el Zaragoza ha firmado encuentros con el 64%, el 68% y el 65% de posesión. Ha tenido más la pelota que en esas citas iniciales del campeonato, pero apenas lo ha hecho desde el control: se ha expuesto más. Tácticamente el equipo se ha mostrado vulnerable, especialmente, contra el Lugo. No solo se ha resentido su ataque posicional, sino que esa falta de equilibrio con la pelota ha dejado sus defensas al aire: cada pérdida ha constituido importantes fuentes de peligro para el adversario.

Con la vuelta al rombo más fiel en Albacete, sobre todo en la segunda mitad, el Zaragoza comenzó a mejorar en este aspecto. Pero sufrió errores puntuales que le condenaron. El camino por la mejora pasa ahora por evitarlos: en la pizarra y en los pies da cada uno de sus jugadores.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión