Todos con Papunashvili

Desde el director deportivo al entrenador, han arropado y animado al atacante georgiano en las últimas horas tras su error puntual contra el Almería.

Papunashvili, tras el gol de la victoria del Almería el pasado domingo.
Papunashvili, tras el gol de la victoria del Almería el pasado domingo.
Carlos Barba

La escena más fotogénica de la derrota del Real Zaragoza en Almería acompaña estas líneas: Papunashvili, con la mano en el rostro, desolado, consciente de lo que había sucedido, de su responsabilidad, mientras el Almería celebra el gol de la victoria. Esta imagen apenas necesita explicaciones porque habla por sí sola. No han sido sencillas de digerir las últimas horas para Giorgi Papunashvili. Su borrachera de balón en los minutos finales del partido contra el Almería derivó en una fatal pérdida de balón cuando varias soluciones de apariencia lógica y sencilla se le abrían al delantero georgiano. No soltó la pelota, obvió las desmarques diáfanos de algunos de sus compañeros, la perdió y habilitó un contragolpe letal para la derrota. La jugada portaba la huella de Papu: esa envenenada diagonal a pierna cambiada que tantos réditos ha dado desde su llegada. Pero esta vez el atacante georgiano decidió mal, se equivocó.

Los minutos posteriores al gol almeriense no fueron fáciles para Papunashvili, como tampoco el trago del vestuario. Pero, en el fútbol, más en un grupo profesional, las páginas pasan rápido. En el viaje de vuelta, el delantero caucásico ya recibió los primeros mensajes de apoyo de varios de sus compañeros. Un aliento anímico sustancial, revelador de la buena salud del vestuario. Ya en Zaragoza, el cuerpo técnico arropó también al futbolista, como también lo ha hecho en las últimas horas la dirección deportiva.

Lalo Arantegui le ha transmitido a Papunashvili confianza y calor. Quizá ningún otro jugador de la plantilla haya recibido en los últimos 12 meses más atención, apoyo y energía por parte del ejecutivo zaragocista. En ningún caso, se le ha pasado ninguna factura al jugador georgiano por su error. Al contrario: aún haciéndole ver su equivocación, su acción egoísta, este tipo de lances, si son puntuales, forman parte de la fisonomía natural del fútbol, restándole así trascendencia y relevancia, porque los puntos ya no vuelven.

Una pieza relevante

Cuando fichó por el Zaragoza, Imanol Idiákez, en la revisión de partidos y en aquellos encuentros que siguió en directo al final de la temporada, se sorprendió enormemente del nivel de dos futbolistas para él, hasta entonces, desconocidos. Uno era Jorge Pombo y el otro Giorgi Papunashvili. La recta final de temporada del georgiano fue sobresaliente, con varios goles, incluido un triplete al Albacete, partiendo de la mediapunta del rombo. En esa posición, explotó como un jugador que marca las diferencias en la categoría. Le costó arrancar la temporada, entender mecanismos del juego, adaptarse a un nuevo país, pero, cuando lo hizo, Natxo no dudó en acreditarlo como figura relevante. Con Idiakez iba a suceder lo mismo, pero la lesión que sufrió en pretemporada aún lastra su mejor nivel. Mientras coge el tono físico y el ritmo competitivo, mientras se acerca a la punta del rombo, donde su fútbol se hace menos previsible que partiendo de banda, Papunashvili va sumando minutos, algunos de calidad, como su partido contra el Deportivo, donde fue uno de los destacados y marcó un golazo con la pierna derecha. El año pasado marcó 8 tantos entre la Liga y la Copa en poco más de 1.500 minutos de juego. 5 de esos tantos los marcó dentro de las últimas 8 jornadas, cuando más había en juego.

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