El zaragocismo renueva su entusiasmo

Los aficionados del Real Zaragoza pusieron voz a un estadio que debe ser fundamental en el intento por ascender a la máxima categoría nacional.

Un joven aficionado enarbola la bandera del Real Zaragoza.
Un joven aficionado enarbola la bandera del Real Zaragoza.
Oliver Duch

El ajetreo de los aledaños, el aficionado que abre las puertas, el rezagado, el torno que no funciona bien, los niños con la indumentaria al completo, el señor de la añeja y curiosa bufanda, el cosquilleo en el estómago al atravesar los vomitorios, la mirada supervisora al césped y la grada en general. Es la magia de La Romareda, que regresó este sábado tras dos meses de reflexión, en el partido de presentación del Real Zaragoza ante sus aficionados que suponía, además, el último examen de los blanquillos antes de la competición oficial.

El ambiente, eso sí, fue el propio de una tarde de verano. Calor pegajoso en el interior del estadio y goteo de aficionados con vocación de observar sin prejuzgar. La animación del encuentro estuvo dirigida por el ‘Gol de Pie’, nuevo frontis motivacional para jugadores y resto de la grada a partir de ahora. El cupo de este territorio es de 1.500 plazas, y aunque en el amistoso de este sábado solo se sumó aproximadamente una tercera parte de la ocupación total, el apoyo fue constante. Una combinación de cánticos y aplausos que sonaron a esperanza y que contagian al resto de los aficionados. El preludio del ambiente que se va a vivir los próximos meses en La Romareda.

Una nota destacada de la función que cumple la afición fue, por ejemplo, el apoyo que recibió Verdasca cuando fue sustituido. Una mano al hombro del portugués, quien había cometido errores decisivos en partidos anteriores desde una demarcación que no es la suya. La grada también respalda a sus jugadores en los malos momentos, lo que representan otro claro valor añadido en la lucha por el ascenso a la máxima competición nacional.

La gente está enchufada. Lo demuestran las cifras de abonados (ya van 22.887). Una de las nuevas altas, empujadas por esa atmósfera optimista que rodea al equipo aragonés, es Juan Diego Castro, abonado número 26.611. Este aficionado lo tiene claro: "Lo del año pasado fue un accidente, estaba toda la afición convencida en que se iba a subir por cómo llegó el equipo al final. Tengo confianza en el ascenso, estoy seguro de que este año toca", anunció el aficionado blanquillo.

En esa misma línea se pronunció Gema Vega, otra seguidora zaragocista que se acercó al encuentro de presentación: "Creo que este año tenemos un equipo potente. Podemos conseguirlo, sí. Por nuestra parte, decir que la afición estará aquí para apoyar hasta el final", advirtió. Una actitud que ya pudo observarse en la primera mitad, cuando los levantinos lograron adelantarse en el marcador. Con el resultado adverso, la grada de La Romareda enseguida se volcó con sus cánticos y sus gritos de apoyo, siempre con el ánimo de elevar la confianza de sus jugadores.

Ahora empieza una nueva andadura en la categoría de plata, y el camino hacia la élite se presume arduo y laborioso, de una exigencia máxima, con importantes obstáculos que sortear. Sin embargo, la afición transmitió un mensaje nítido y contundente desde la grada: "Ilusión" y "ascenso" fueron las palabras más repetidas en La Romareda. Hay entusiasmo y convicción. En su recorrido hacia la Primera División, el Real Zaragoza no caminará solo.

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